Inés Segovia y Florencia Pilotti se conocieron en los talleres de El Rayo Misterioso en el 2011. Después de recorrer un largo camino de aprendizaje teórico y práctico, surgió la necesidad de encarar un proyecto propio. "Fue Carlos Romagnoli (teatro La escalera) quien nos propuso esta obra, nos mandó el texto y nos pareció maravilloso intentarlo”, evoca Segovia al referir El cerco de Leningrado, un clásico del reconocido dramaturgo José Sanchis Sinisterra que acaban de estrenar bajo la dirección de Rubén Pagura.

La obra –que puede verse todos los sábados a las 21 en el CET(San Juan 842)– es para Segovia una comedia dramática con intenso ritmo, un profundo contenido político y humano expresado con mucho humor, llena de sutilezas y metáforas, a través de las cuales el autor expresa vínculos humanos muy fuertes y también señala hipocresías y traiciones.

Rubén Pagura retornó hace unos años desde Costa, donde residió desde los ’70. Allí recibió premios y se formó como un artista integral. Es el protagonista de recordados unipersonales como La suerte del pescador, Memorias de un juglar, La historia de Ixquic y Julius, entre tantos notables trabajos que deslumbraron al público rosarino.

"Este año decidí hacer un alto con la actuación en salas para dedicarme a la dirección de este texto de un viejo amigo y maestro que me propusieron dos noveles actrices rosarinas formadas en los sólidos talleres de El Rayo. Como conocía al autor y al texto desde hace tiempo, no dudé en aceptarles la propuesta y no me arrepiento. Es una gran obra de mucha pertinencia en este momento", reflexionó Pagura.

El valenciano Sanchis Sinisterra, actor, director, docente, investigador y autor dramático, es considerado como uno de los principales iniciadores del llamado "Teatro Independiente Español". Es el fundador de la sala Beckett en Barcelona, sede de El Teatro Fronterizo, colectivo de investigación y creación que aún dirige en Madrid desde el 2010, bajo el nombre de “Nuevo Teatro Fronterizo”.

A pesar de que el público lo conoce por el éxito del film de Carlos Saura basado en su obra ¡Ay Carmela! (1986), Sinisterra es autor de más de cuarenta textos teatrales entre los que destaca El cerco de Leningrado, escrita en 1993.

Los responsables de esta versión eligieron este texto porque habla de los grandes cambios que marcan la historia. “Su vigencia está -dicen- en que nos habla de resistir, es una metáfora sobre la resistencia del arte, en este caso, en tiempos difíciles”.

El cerco de Leningrado se basa en un hecho verídico, que le sucedió nada menos que a Leónidas Barletta, creador del mítico Teatro del Pueblo, y la lucha de su viuda y su amante por defender la existencia de ese emblemático espacio del teatro independiente argentino.

"Encontramos en el texto de Sanchis la expresión más cabal de nuestros sentimientos artísticos y humanos ante el actual panorama mundial y nacional”, dice el director.

Desde la aparente simpleza de su trama el autor deja entrever niveles cada vez más profundos de la relación humana, los grupos, los ideales y la defensa o traición de los mismos, y nos permite hurgar en la esencia de la actual crisis civilizatoria con humor y creatividad.

En períodos como éste -dijo Pagura- donde conviven el escepticismo y la esperanza en forma permanente, esta historia reivindica la coherencia entre el hacer, el sentir y el pensar.

En una obra cargada de símbolos, está esa metáfora de la mujer que en vez de envejecer rejuvenece brindando un mensaje de lucha y esperanza válido en todos los tiempos.

En la visión de Inés Segovia, la historia va por otro lado: "Se trata de dos mujeres que no se aguantan más, pero quizás no podrían vivir una sin la otra, ya que hace más de veinte años decidieron quedarse a vivir en el teatro que ha sido cerrado”, explica la actriz.

Ellas buscan el libreto de la obra, que no se llegó a estrenar nunca por la repentina muerte en un accidente dudoso de su director (esposo de una de ellas, amante de la otra).

Como un signo fatal del momento actual, donde la cultura se expone a nuevos recortes, en esta propuesta dramática,  al teatro una vez más lo quieren demoler para hacer el acceso a una playa de estacionamiento.

Se trata según de una fábula sobre los valores morales y sociales y sobre el poder que tiene el teatro para despertar las mentes y abrir conciencias. Priscila y Natalia, mujer y amante respectivamente del director, presumiblemente asesinado hace 23 años, viven en el Teatro del Fantasma, antigua sede de su compañía, a punto de ser expropiada y demolida.

En ese lugar rememoran su propia historia y la del grupo, mientras buscan el texto de la obra El cerco de Leningrado, que estaba por ser estrenada, con la esperanza de hallar en él alguna pista sobre el trágico suceso.

Leningrado fue el símbolo de la Resistencia rusa durante la Segunda Guerra Mundial. Esta obra no deja de significarse permanentemente a través de los símbolos: el teatro, la decadencia, la caída de los ideales, las frustraciones, los años, la Historia... todo se presenta en el nivel de lo simbólico", interpreta el director.