“Las diferentes crisis que vivimos en Argentina ya habían hecho que me fuera por un tiempo a trabajar al exterior, y el año que viene me radicaré por unos años aquí”. El que habla, desde la ciudad de Colonia, Alemania, vía telefónica, es Osvaldo Arsenio, ex director nacional de Deporte y actual secretario honorario de la Comisión Técnica de la Federación Internacional de Natación (FINA), quien se encuentra en ese país ultimando detalles para su desembarco en marzo próximo.   

–¿Qué lo lleva esta vez a radicarse en Alemania?

–Uno dio muchos cursos afuera, como en Centroamérica o Europa, así que no es algo nuevo. Inclusive, estuve hace unos días en Lausana (Suiza) en un Congreso de la FINA. En el año 2004 ya estaba en el exterior y me llamó Claudio Morresi (ex Secretario de Deporte) para sumarme a la Secretaría, acepté y regresé. Me nombraron Director Nacional de Deporte y en el 2015 Director Nacional de Deporte Olímpico, con la nueva gestión, después seguí como asesor hasta que me jubilé.

Arsenio, antes de ser nombrado Secretario Honorario de la Comisión Técnica de la FINA fue presidente de esa Comisión, durante tres períodos consecutivos. Y con su recorrido amplio en el campo de los deportes olímpicos, puede mostrar una visión precisa de lo que ocurrirá luego de la organización de los Juegos de la Juventud en Buenos Aires.

–¿Qué referencia pueden significar los Juegos de la Juventud para Argentina?

–Una referencia es que no son muchas las veces que en la historia del deporte argentino, se trabajen cuatro años seguidos bastante bien hacia un objetivo. Sobre todo porque esto tiene un mayor impacto ya que se trata de juveniles, un área del deporte habitualmente desprotegida. Tal vez, en los deportes donde la gente tiene una mayor idea es en los profesionales. Lo que sí, hay una idea general de que los juveniles son muy importantes, por eso hay en fútbol, básquet, y tenis un trabajo fuerte. En los deportes amateurs no ocurre eso. Es claro que la gente se acerca al deporte porque le gusta, porque hay alguien que practica, o porque tiene un lugar cercano. 

–¿La actuación de los chicos argentinos era la que esperaba?

–Me pareció que era previsible una actuación muy buena, porque el material está latente. Y con esto que parece tan simple, tal vez haya que remontarse a los Panamericanos de Buenos Aires, 70 años atrás, donde Argentina también se preparó muy bien porque era el  local.  

–¿Cuál sería el valor real de las medallas que se consiguieron?

–Hay dos valores, uno instantáneo, que te pone contento que los chicos puedan competir de igual a igual, y me parece bien. Y hay otro a futuro en donde ya no depende sólo de ellos, y se abre un interrogante. Esto tiene que ver cómo sigue ahora, el día después. Hay algunos deportistas que pueden mantenerse en un nivel de elite internacional durante los próximos diez años. Esto no quiere decir que van a ganar como ganaron acá, sino que van a estar entre los 20 mejores del mundo, lo cual es muy importante. Y esto lo van a hacer en los próximos tres Juegos Olímpicos. Además, hay un valor agregado de los Juegos que espero que no sea dejado de lado: hace un año y meses los preseleccionados para estos Juegos eran más de mil, o sea, diez veces más de los que quedaron en la selección final, ya sea por cupo o porque los otros no tuvieron ese salto de calidad en su crecimiento. Es un activo muy importante para muchas federaciones tener 15 o 20 deportistas más allá de los dos o tres que se destacaron, sobre todo en los deportes considerados raros. 

–¿Cuáles serían los raros?

–Me he enterado que la natación, el atletismo y la gimnasia son deportes raros en la Argentina. Para todos ellos se abre un gran interrogante. El protagonismo se debe trasladar a otros ahora para que esto pueda continuar. Ellos son el Estado, que tiene que seguir ayudando, el Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), que debe profundizar la visión técnica, y las federaciones deportivas, que no se deben olvidar que los juveniles siempre existieron, no sólo para cumplir con este evento.

–En ese sentido, ¿los planes de trabajo son exitosos o no?

–No puedo hacer futurismo. Hay un grupo de gente para trabajar, y otro más numeroso que quedó afuera y respalda a los que son más talentosos. Lo que va a pasar no está en las manos de los chicos estos ni de sus entrenadores. Se ha hecho una inversión muy grande que comenzó hace más de cuatro años y finalizó ahora. Sería estéril si todo se abandona. No sólo hay que trabajar con los diez o 12 medallistas más importantes, sino también ver si se puede armar al horizonte mediano para que varios deportes tengan un programa a diez años. Eso debería pasar, pero es muy difícil por el país que tenemos. La historia así lo indica.

–¿Cuáles de los chicos que compitieron ve con más proyección?

–Sería injusto hacer una tabla. Creo que hay dos o tres que se pueden destacar en las especialidades de tiempo y marca. Ahí es más fácil predecir, en un buen basquetbolista es más subjetivo. En las especialidades de combate también hay dos o tres que pueden rápidamente llegar a competir internacionalmente a niveles importantes. Hay un grupo repartido en unos 20 deportes, entre 400 o 500 chicos de distintas especialidades, muchas de ellas que no soñaban con tener un activo así. Espero que ese capital humano lo sepan cuidar, porque a estas edades es cuando hay más deserción. 

–¿Por qué causas se dan esas deserciones?

–Porque no hay horizonte, o por razones psicológicas al creer que no pueden llegar a dar el salto de calidad. Hay muchas cosas, pero si hay ayuda es mucho más fácil dar ese plus para ubicarte en la elite internacional.

–¿Cuántas posibilidades hay de que algunos de estos chicos se puedan destacar en Tokio 2020?

–Puede ser, nombres como (María) Pérez García o (Delfina) Pignatiello pueden estar en Tokio. Hay que ver cómo evolucionan (Agustín) Osorio y (Pablo) Zaffaroni, también cómo evolucionan otros que no obtuvieron medalla. La chica de lucha, (Linda) Machuca, me parece muy importante, incluso la vi entrenar. Hay gente que puede estar en Tokio, y otros que tendrán un camino más largo y estarán en París 2024. 

–¿A Pignatiello le observa chances de estar entre las diez mejores?

–En algún momento de este año, e inclusive en el último Mundial de pileta larga que hubo, en Budapest, aparecieron cuestionamientos acerca de por qué no competía ella, ya que hubiera estado entre los ocho primeros. A mí me pareció más inteligente que corriera el Mundial junior y no el de mayores. Creo que no hay que exprimir a los juveniles y querer sacar los frutos antes de tiempo. 

–¿La política deportiva argentina va en el camino correcto?

–Leí algunas declaraciones del futuro Secretario de Deporte (Diógenes de Urquiza), y me parece que el tema de buscar una sponsorización, para que no sea el Estado el único que apoye, está bien. Esto ocurre en todo el mundo, salvo en Cuba, incluyendo a China. Por lo general, el sponsor se deslumbra con el que gana, y no con el deporte en sí. Pero el que regula hacia dónde va el dinero de esa supuesta sponsorización que pudiera ocurrir en el país, debe conocer profundamente de deporte. Cuando digo profundamente no es haber jugado un rato en el barrio. Y ni siquiera haber jugado a algo, sino conocer científica y estratégicamente. A mí se me ocurre el plan que hizo Corea antes de Seúl 88, donde hubo unas 20 empresas que apoyaban a un deporte cada una; o el plan que aplicó España en Barcelona 92. Por ejemplo, ahí la Leche Pascual tuvo que sponsorizar a la natación, y supongo que le hubiera gustado más hacerlo con el fútbol, sin embargo, le dijeron que tenía que hacerlo con la natación. Esto ocurre hace tiempo en los países nórdicos, donde hay una fuerte sponsorización de empresas sobre determinados deportes, pero no sobre las estrellas, porque eso no sirve. Y no creo que existan las habilidades técnicas y estratégicas imprescindibles desde el Estado para manejar un proyecto así.

–¿La designación de Diógenes de Urquiza es acertada?

–Eso no lo sé. Ni siquiera uno sabe si se trata de procedimientos o de personas. O de años de pensar en algo como un proyecto. Esto es fácil de comprobar en el año a año la inversión en el deporte.