Aunque las estadísticas respecto de otros años no han variado, los alacranes tomaron por asalto los titulares y se transformaron en la nueva preocupación de los porteños. “Un chiquito fue afectado como un caso grave, pero tenemos alacranes desde hace décadas y sólo habíamos tenido un caso que requirió tratamiento” en la ciudad de Buenos Aires, aseguró Adolfo de Roodt, especialista del Instituto Malbrán.

La saturación mediática, tras el caso de Tobías, el niño de cinco años picado mientras dormía en su casa en el barrio de Palermo, disparó la sensación de que cada porteño es una víctima potencial de estos arácnidos. Sin embargo, Roodt, que además es docente de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), explicó a PáginaI12, que “recién en el año 2009 tuvimos un caso moderado de una chiquita y ahora este nene, pero son casos raros”.

“Lo que sí tenemos son más hallazgos, tal vez por el impacto mediático. Mientras antes le daban un chancletazo y lo tiraban a la basura, ahora lo recogen y se registra como un hallazgo”, y agregó que “estamos dentro de lo esperado (estadísticamente), pero desde que se hizo público el lunes este caso, que es de hace dos semanas, explotaron las consultas”, señaló.

Para poner en perspectiva los números, según el especialista, desde el año 1993 a 1999 se registraron sólo tres muertes; entre el 1999 y 2006, 20; y entre 2006 y 2016 algo más de 20, en todo el país, ninguno en la ciudad de Buenos Aires. Finalmente, los datos muestran que del 2006 al 2016 hubo 88.000 casos de picaduras de alacrán en el país.

“Hubo variabilidad con los años, pero se registró en las provincias, en la zona norte, y en Santa Fe, donde entre los años 2002 y 2003 empezaron a tener muertes en el hospital Alassia, y en Rosario tuvieron el mismo problema, pero no en la ciudad”, remarcó Roodt. 

El especialista señaló que hay más de 1500 tipos de alacranes, pero sólo unos 30 pueden causar la muerte o complicaciones graves y ,entre ellos, el Tityus Trivittatus, el más tóxico que hay en el país.

Estos arácnidos que aparecen entre septiembre y octubre en la ciudad, con un pico de visibilidad en febrero y marzo, si bien pueden estar en cualquier barrio, son aquellos relacionados con el tendido del subterráneo  los más afectados (San Telmo, Palermo, Villa Crespo). Habitan en lugares oscuros y húmedos, se alimentan de cucarachas y, salvo alguna araña, no tienen depredadores naturales. “La gente piensa en mudarse pero no sirve de nada, están acá y no se van a ir. Se adaptan a vivir en cañerías, grietas, históricamente viven en el subte, y tienen comida abundante que es la cría de la cucaracha”, señaló Roodt.

Y advirtió que “lo que se puede hacer es prevención: tapar rejillas, agujeros y fumigar contra las cucarachas. Trabaja sobre el ambiente. La fumigación no sirve porque es imposible alcanzar todos los lugares donde habitan. No hay producto que tenga tanta penetrabilidad ni capacidad residual, y si existiera sería peligroso para el humano”.