Nélida Graciela Beloqui tiene 58 años y era directora de una escuela primaria en Sauce, un pueblo del sur de la provincia de Corrientes. Hasta que tuvo que huir de su casa, después de ser brutalmente atacada a golpes por su marido, el 5 de noviembre de 2013, y se mudó a Buenos Aires con su hija menor, para sentirse a salvo: “Hoy vas a morir”, le dijo él cuando ella subió al auto, con el que la fue a buscar a la salida del colegio, y empezó a descargar toda su fuerza sobre su rostro. Nélida esquivó el hacha y se arrojó del auto. Su agresor fue Rogelio Pedro Piciochi, el padre de sus cinco hijos.

Ayer a las 13.42 recibí un correo electrónico de Belén, la hija menor de Nélida y Piciochi. Su padre esta vez no falló, me contó ella shockeada: “Ayer me entero que asesinó a una mujer (con la) que mantenía un vínculo. La mató a machetazos y luego se suicidó. Ella también lo había denunciado por violencia. Tenían un hijo en común”. Me escribió Belén.

La víctima se llamaba Gladys Isabel Cardozo. Tenía 58 años. Era enfermera y trabajaba en el área de salud. Su femicidio ocurrió en Sauce, donde vivían ambos. 

Piciochi estaba libre porque la justicia correntina nunca lo vio como peligroso, a pesar de las denuncias en su contra. Como muchas mujeres que viven violencia durante su relación de pareja, Nélida se aguantó las golpizas en silencio. Pero cuando lo denunció, la justicia no la protegió. “Golpizas durante los embarazos hasta el desmayo, amenazas con picana eléctrica, dormir amenazada por mi ex esposo con un arma debajo de la cama, entre otras prácticas de extrema violencia y tortura que padecí. Todas esas situaciones quedaron en la esfera privada y las pocas que fueron denunciadas, la Justicia las archivó”, me contó la docente en 2015, cuando saqué a la luz su historia, como sobreviviente, en PáginaI12.  

A pesar de que la agresión fue acreditada en la causa judicial, el juez Martín Vega, de Curuzú Cuatiá, Corrientes, dejó a Piciochi en libertad el 12 de septiembre de 2014, tras diez meses de cárcel, al considerar que no era responsable de sus actos al momento del intento de femicidio de Nélida. Estaba acusado además de provocarle lesiones graves a su esposa. “Por falta de recursos no tuvimos abogado particular y confiamos en el fiscal Alberto Esper, pero no lo acusó”, me contó en aquel momento Belén, la hija menor. Piciochi “declaró que había tomado alcohol y una pastilla para la diabetes”. Sin más prueba que su relato y la constancia emitida por el médico actuante, que informa en la causa que “presenta aliento etílico”, fue declarado inimputable, aunque tenía varios antecedentes de denuncias que mi mamá le había hecho y otras mujeres, incluida una amante, también, por violencia, todas causas que fueron archivadas”, enumeró Belén. “Además, si es inimputable debería estar en un neuropsiquiátrico. Pero está en su casa”, agregó la hija. Y me mostró en aquel entonces cada uno de los expedientes archivados: 

- Nº 14.086/ 89 “Piciochi Rogelio Pedro p/Lesiones Leves / Sauce”, se archiva en 1993.

- Nº 14.356/90 “Piciochi Rogelio Pedro p/abuso de armas -Imoberdoff Ernesto p/ Agresión con toda arma-Sauce”, se archiva en 1995.

- Nº 18.260/96 “Piciochi Rogelio Pedro p/ abuso de armas Sauce”, se archiva en 1996.

- Nº 18.338/96 “Solís Ramón Enrique s/denuncia, Curuzú Cuatiá”, se archiva en 1996.

- Nº 18.514/96 “Cardozo Gladis Isabel p/lesiones leves - Sauce”, se archiva 1997.

- Nº 18.714/96 “Piciochi Rogelio Pedro p/violación de domicilio y privación ilegítima de la libertad agravada en razón del modo y por el vínculo y lesiones leves en curso real-Sauce y su acumulado nº 18716/96 “Piciochi Rogelio Pedro/Lesiones Leves - se remite a la Exma. Cámara en lo Criminal de Paso de los libres y luego se extingue.

Nélida pidió ser querellante en la causa, pero la Cámara de Apelaciones de Corrientes rechazó su recurso: alegó que no se había presentado en los plazos previstos. Entonces, como último recurso, envió una carta al Superior Tribunal de Justicia de Corrientes para que su caso fuera revisado  –que es el expediente 5670/13– pero no tuvo ninguna respuesta favorable. 

Ayer, el mail de Belén, me sacudió la modorra del domingo. “Años estuvimos peleando con la justicia para poder ser parte de la causa y apelar el fallo que lo dejó en libertad. El caso llegó a Casación de Corrientes en el 2015. No lo conseguimos. Mi padre ayer la mató. Los funcionarios judiciales se cobraron otra víctima. Lo dejaron libre sin ningún control. Mi madre tuvo suerte. Esta mujer no. La mató la justicia machista. Tengo bronca y tristeza. Impotencia, lo intenté por todos los medios. Pero el Poder Judicial fue más fuerte. Abrazo Belén”.  

El fiscar Esper, que no creyó en las denuncias de Nélida –y sin dudas, desconoce la problemática de la violencia machista porque no entendió la peligrosidad de Piciochi– fue ascendido a juez de la Cámara en lo Penal en Mercedes, Corrientes. Vega, sigue siendo juez en Curuzú Cuatiá. La capacitación de los operadores de la justicia fue uno de los reclamos en la primera marcha de Ni Una Menos el 3 de junio de 2015. Gladys está muerta. La asesinó Piciochi. La Justicia es responsable.