Desde Porto Alegre

No fue en el sur ni en el sudeste - que produjeron una previsible marea anti PT- donde el nuevo presidente sacó su mayor diferencia en la segunda vuelta. La mayor sorpresa de la elección fue la derrota del Partido de los Trabajadores en Acre, el estado ubicado más al oeste de Brasil, en la frontera con Perú y Bolivia. Ahí Bolsonaro arrasó con el 77,2 por ciento de los votos, superando a su mejor marca del primer turno, cuando en Santa Catarina había logrado el 66 %. Su mensaje de mano dura caló profundo en sus habitantes, ya que es la zona del país donde más aumentó la tasa de homicidios: un 150 por ciento en los últimos tres años, según TV Globo. En un informe que emitió la cadena el 3 de junio de este año, se describe a una región dominada por bandas que operan en los límites con Perú y Bolivia de la selva amazónica. Las imágenes muestran a jóvenes con armas de puño y fusiles disparando al aire en lugares donde no llega la presencia del Estado. “En Acre, Brasil está perdiendo el control de la frontera”, sostiene el trabajo televisivo sobre el estado donde venía gobernando el PT de manera ininterrumpida durante los últimos veinte años. El mismo de Marina Silva, la ex senadora y candidata presidencial ambientalista que llamó a votar en el ballotage por el candidato que reemplazó a Lula en las elecciones. Una marca semejante a la de Bolsonaro en Acre fue la que obtuvo Fernando Haddad en Piauí. Sumó el 77 por ciento de los votos en ese estado del nordeste. Ahí donde el mapa de Brasil conservó el color rojo uniforme del PT.