PáginaI12 En Brasil

Desde Brasilia

Con Steve Bannon como (presunto) consejero en las sombras. Jair Bolsonaro ya anunció los nombres de dos “superministros” de su futuro gabinete: el juez de la causa Lava Jato Sergio Moro comandará Justicia y el más que liberal Paulo Guedes estará al frente de Economía, pero todavía no se sabe el nombre, aunque hay varios en danza, del titular de Relaciones Exteriores. Mientras ese cargo continúa vacante, en los primeros días como presidente electo Bolsonaro dedicó buena parte de su agenda a delinear los vectores de su política exterior, entre ellos el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel y la realización de una primera gira internacional en la que fue excluida Argentina, si bien no se descarta una visita a Buenos Aires este mes durante la cumbre del G20. 

 El distanciamiento de China fue una de las promesas formuladas en la campaña por el exmilitar que se ha presentado como un émulo de Donald Trump. Por cierto nadie duda de que mañana este Trump del trópico  respaldará al auténtico en las elecciones de mitad de mandato que se realizarán en Estados Unidos.

 El guión del inminente jefe de Estado parece dictado por el estratega de la ultraderecha global Steve Bannon, el mismo que en 2016 condujo la campaña que llevó a la victoria impensada del magnate republicano.

 Luego de hablar con Trump a poco de ser electo, Bolsonaro recibió una llamada del secretario de Estado Mike Pompeo con quien coincidió sobre una política común en materia de defensa con la prioridad puesta en Venezuela.

Al respecto el vicepresidente electo, general Hamilton Mourao, recomendó a los venezolanos que se den un sistema de gobierno democrático “tal como lo entendemos nosotros (brasileños)”. Además descartó, sin demasiado énfasis, una intervención militar en el país caribeño y respaldó la presencia de miles de soldados brasileños en la frontera común de casi 2.200 kilómetros en la región amazónica.

 Sobre la concepción democrática del general hay cuestionamientos similares a los que se formulan respecto de Bolsonaro: ambos reivindican a la dictadura militar (1964-1985) y amenazaron desconocer el resultado de los comicios si éstos hubieran dado la victoria al heredero de Lula, Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT).

Hay más: Mourao respaldó un eventual golpe de Estado en un discurso revulsivo contra los políticos realizado ante masones a fines de 2017 similar a otro que había pronunciado durante el gobierno de Dilma Rousseff, quien como castigo removió al general del cargo que ocupaba al frente de tropas en el sur del país.

Mientras Bolsonaro adelantaba cual será su ubicación en la arena internacional Mourao recomendó acabar con el “antinorteamericanismo infantil” que atribuye a la política exterior “ideológica” llevada adelante bajo los gobiernos petistas. Se observa en el bolsonarismo un particular prejuicio hacia los cuadro del Palacio Itamarty (Cancillería) como si allí predominara un izquierdismo difuso. No hay que descartar que el futuro canciller sea alguien, mismo siendo diplomático, que defienda posiciones afinadas con el parecer de las Fuerzas Armadas.

 Dentro de este nuevo paradigma bolsonariano se incluye el distanciamiento de Beijing, que es el principal socio comercial de Brasil, además de contar con inversiones en sectores estratégicos. Ante ese giro probable el diario China Daily, vocero oficioso de la cancillería de ese país, publicó un severo editorial sobre el inminente jefe de Estado brasileño. El tono del artículo fue a contramano de las felicitaciones enviadas por las autoridades de Taiwán al vencedor de los comicios del 18 de octubre, que visitó a ese país asiático a principios de año, según informó la agencia Reuters.

Steve Bannon también propone romper lanzas con el gigante asiático junto a un nuevo diseño de alianzas sudamericanas con base en el matrimonio Trump-Bolsonaro.

“En América del Sur está ocurriendo una tragedia (..)  con Venezuela en un cuadro de implosión y una Argentina donde el FMI va a mandar en los próximos tres a cinco años”, pronostica.

Al igual que Bolsoanro, Bannon desprecia a la prensa y a la  “clase política eterna y corrupta” a la cual propone sepultar a través de un “Movimiento” de derecha global que realizará su primer gran encuentro a principio del año que viene en Europa.  

Bannon citó como principales referentes de esa corriente a su antiguo jefe Trump, al ministro del interior italiano y líder de la Liga Matteo Salvini y al “nacionalista” Bolsonaro con su propuesta para implantar un modelo de “capitalismo esclarecido”.

 En dos extensas entrevistas a medios de lengua portuguesa el ideólogo negó trabajar para el futuro gobernante. Una afirmación que no pocos ponen en duda por una serie de razones, una de ellas la identidad existente entre sus postulados y las líneas maestras de bolsonarismo.

 Bannon reconoció haber recibido hace tres meses en Nueva York al hijo del próximo presidente, el diputado reelecto Eduardo Bolsonaro, para sacramentar una relación que al parecer rindió sus frutos.

Según algunos medios locales fue gracias a la influencia de este ideólogo-operador de la autodenominada “derecha alternativa” que el clan Bolsonaro comenzó a construir por lo menos desde 2017 una aproximación con Trump y grupos influyentes en Estados Unidos. El excapitán y su hijo también hicieron playa en el estado de Florida donde cuentan con apoyo del senador republicano de ascendencia cubana Marco Antonio Rubio.

 Estas relaciones tal vez expliquen por qué el tuturo gobernante amenazó el viernes romper relaciones con Cuba y acabar con el programa Más Médicos, en el que trabajan miles de profesionales venidos de la isla.