Mientras los problemas sobrenaturales parecen apiñarse de a montones para Sabrina, la famosa brujita adolescente, en The Chilling Adventures of Sabrina, reboot de reciente estreno que la deposita en un reino tantísimo más oscuro que el que antaño debiera habitar la noventosa Melissa Joan Hart, un nuevo e inesperado brete persigue a la chicuela hechicera; esta vez, en la vida real. Resulta que uno de los decorados más siniestros del show ha despertado la ira de Belcebú; o más bien, de un grupo de satanistas con –muy oportuna– sede en Salem, Massachusetts: los miembros del Templo Satánico. ¿El objeto de la controversia? Una estatua de Bafometo, deidad con forma antropomórfica de un macho cabrío, que los escenógrafos han plantado en la ficcional Academia de las Artes Ocultas, donde Sabrina estudia. Y que, según los satanistas reales, infringe su propiedad intelectual, al estar protegido el diseño por derechos de autor. Ergo la amenaza de demanda millonaria. “Mis clientes luchan constantemente para superar los siglos de estigma que rodean su simbolismo religioso. Esta estatua es una obra original y, hasta ahora, se ha asociado exclusivamente con el Templo Satánico en todo el mundo; tiene un profundo significado religioso para esta organización”, espetó el abogado Stuart de Haan, asesor del grupo no teísta, a Netflix y Warner en una carta advertencia. Que ha mandado con la venia del diablo, cabe suponer. Lo cual no ha supuesto una amenaza para las productoras, al parecer, en tanto siguen sin responder al pedido de que suspendan el uso de la susodicha estatua. Se verá en la corte...  ¿o en el infierno?