Algunos sintieron piel de gallina. Otros estuvieron a un tris del llanto. Y no precisamente por la euforia –desbordada como pocas veces se vio en ese predio– sino por la emoción inmanejable que contagiaba su performance. Ni hablar de sus canciones, toda una oda al feminismo 2.0, que desprendían la arenga de “Aborto legal/ en el hospital”. Apenas poco después del quinto tema, Nathy Peluso se aseguró en la noche del miércoles pasado uno de los mejores recitales que pasaron por Buenos Aires en 2018. Sin embargo, el que ofreció la artista argentina (establecida desde 2004 en España, a donde llegó junto a su familia) en Niceto Club fue el primero de una gira nacional. Y a pocos meses de su fallida actuación en la tercera jornada del Lollapalooza local, cancelado por la furia de la naturaleza.

Esa vez, Natalia (sin “h”) se tuvo que conformar con ser el acto de apertura del sideshow de Anderson Paak en el Teatro Vorterix, lo que igual sirvió para alimentar el culto que gira en torno a ella. Y aunque ya desde aquel momento se comenzó a diseñar su desembarco en la sala de Palermo Viejo, el Sónar porteño quiso su exclusividad. Recién luego del ida y vuelta entre la organización del evento, la artista y sus productores en Argentina se confirmó esa suerte de sideshow en Niceto Club. Ese show se agotó nada más que 48 horas después de su anuncio, y se sumó otra fecha, esta vez en Groove, que también quedó sold out en tiempo récord. En el medio, mientras se confirmaban más fechas en Córdoba (como parte del festival Nueva Generación), Rosario y La Plata, el Sónar postergó su realización para 2019 a causa de los efectos de la crisis económica nacional. Entonces, a manera de corolario del fenómeno que desató Peluso, apareció un recital más en la capital argentina y en un predio de mayor capacidad: la Ciudad Cultural Konex. La demanda de entradas también colapsó. Y si Nathy hubiera incluido un concierto adicional, sin duda lo explotaba.

Pese a que para muchos esta viralización era un signo de que la artífice de 23 años estaba preparada para un Luna Park, su estreno allí hubiera sido violento y apresurado. Más ahora que su colega Rosalía (la sensación de los recientes Grammy Latinos) caló hondo en el mainstream argentino con la aparición de su nuevo álbum, El mal querer. Eso pone a Nathy en la vereda de enfrente. Primero, porque en su propio país ha sido tratada de “inmigrante exitosa” antes que como a una artista con grandes facultades: esta hija de un psicólogo y una profesora de inglés se tornó en revolución por la manera de proponer una métrica (con sabor rumano o ucraniano), un matiz y una estética en la canción. “La fonética ‘e tu lengua, impredecible. Suenan dentro e’ los boricuas. Inestable, capicúa, it’s a over. Hazme en el cuerpo espuma for discover. Circunferencias en tu centro, minimalismo, espaguetis”, canta en Kung Fu.

Además de la concordancia generacional y de compartir diseñador gráfico (Ausias Pérez), Rosalía y Nathy Peluso coinciden en que ambas se subieron al camión sin frenos del trap para construir una propuesta que le da nuevos aires a la música popular. En su reciente paso por Buenos Aires, uno de los arquitectos del sonido del género en ambas orillas del Atlántico, Steve Lean, aseguró que la lujanense es uno de los principales bastiones de la escena española; aunque la propia cantante, compositora y performer explicó que se siente más próxima a Gloria Estefan o Luis Miguel que al imaginario trapero. No obstante, su padrino artístico, simbólicamente hablando, podría ser Notorius BIG, mientras que su estilo para rapear está notablemente influido por Hurricane G, ignota MC estadounidense (de ascendencia puertorriqueña) que sólo legó un álbum, All Woman (1997). Ahí está el tema El barrio, fuente de inspiración para hacer el single que le da título al más reciente disco de Peluso, La sandunguera.

Y también hay que reconocer el aporte Illya Kuryaki and the Valderramas tras su concepto: “Es un poco de todo. Tras mi nomadismo y mezcla, descubrí gracias a mis amigos puertorriqueños y cubanos que tengo ya un acento en el que ellos están subrayados”, le argumentó Nathy al NO en su anterior visita al país. “Me aprovecho de eso porque estudié teatro físico y en mi búsqueda me di cuenta de que era una cualidad muy potente. Agarré un poco de eso y, aunado a mi creatividad, armé mi manera de cantar. Mis letras hacen honor a nuestro lenguaje”, continuó en esa entrevista. Por eso no para de repetir que lo que hace es “jazz latino”, en medio de una verborrea que mecha la impronta argenta con la fantasía caribeña. “Soy una latina que vive en Europa, por lo tanto las raíces se mezclan. Hice hip hop como mañana puedo hacer bossa nova. No es que me aproveché sino que vi que se podía extraer un público de ahí. Estaba en el reggae, y el rap lo descubrí de grande, a los 15 o 16 años. Me gustó y dio la casualidad de que hay una ola de gente joven a la cabeza que está triunfando.”

Antes de convertirse en una icono, esta argentina que artísticamente apuesta a ser la nueva “Latin Queen”, al igual que lo fueron La Lupe o J-Lo, no tiene problema en exagerar su voluptuosidad. Por más que de chica la hayan echado del equipo de gimnasia “por gorda”, lo que seguramente podría haber significado todo un trauma para ella. Pero sucedió lo contrario: tomó confianza en la medida en que la adversidad se le fue poniendo en su camino. “Vengo vestida de diabla, paseo por tu calle. Llevo un vestido Versace, sé que hará que te rayes. No hace falta que te vayas, nene afrontame. Te hace falta corashe”, versa Corashe, uno de los mayores hits de una artista que siempre le guiña al rock argentino, de lo que dejó testimonio en el inicio de su show al invocar La grasa de las capitales, clásico de Serú Girán. “Puede ocurrir que muchas se identifiquen conmigo porque soy fuerte”, le contó a este suplemento la ex estudiante de Comunicación audivisual y Teatro físico. “Y si sucede, me parece perfecto, me voy a sentir honrada. Pero no hago canciones para darle voz al feminismo: yo soy así.”

* Domingo 18 en Festival La Nueva Generación (Córdoba), miércoles 21 en Groove, viernes 23 en Sala de las Artes (Rosario), sábado 24 en El Teatro Bar Sala Ópera (La Plata) y miércoles 28 en Ciudad Cultural Konex.