La batalla se perdió hace tiempo. La enfermedad de la violencia en el fútbol no tiene remedio posible. Los hechos siguen ocurriendo y la reacción siempre es tardía. La impotencia y la desazón fueron dominadores ayer de lo que ocurrió en Núñez, cuando todo estaba preparado por una fiesta futbolística. Las cerca de 70 mil personas que esperaban ansiosas en el estadio Monumental tuvieron que retirarse sin poder presenciar la final de la Copa Libertadores, por un grupo que atacó el micro que trasladaba a los jugadores de Boca cuando estaba llegando al club. La demora en tomar la decisión fue el tiempo donde transcurrió todo tipo de suspicacias de lo que podía ocurrir con la revancha.

Las primeras informaciones hablaban de piedrazos sobre el ómnibus, pero a medida que pasaron los minutos se fue comprobando que era algo mucho más serio. La gente de River no sabía lo que estaba ocurriendo, y estaba preparada para el inicio del juego, algo que nunca sucedió.

La tensión fue en aumento en la cancha, y los nervios se fueron apoderando de muchos hinchas. El descontrol se dio cuando a las 19.23 se oficializó que el encuentro se había suspendido. La pelea entre barras y la policía en el cruce de avenida Del Libertador y Udaondo se conocía desde hacía varios minutos, y las corridas se fueron moviendo hasta dentro del estadio.

El objetivo de los violentos estaba claro: que el partido no se juegue y provocar la suspensión del estadio. La maniobra estaba pensada desde el allanamiento del viernes a la casa de uno de los integrantes de "Los Borrachos del Tablón". En ese domicilio se encontraron 350 entradas y siete millones de pesos. Como el negocio de la barra se había truncado, la decisión de provocar todo lo que ocurrió ayer estaba tomada.

A pesar de que no se identificaron aún a los agresores al micro, serían barras bravas que tenían la zona liberada para agredir a los jugadores visitantes, y a partir de ahí trabar el comienzo del partido. Curiosamente, la barra no estuvo dentro del escenario por lo que sucedió el viernes, y los hechos se produjeron en las adyacencias. Inclusive, intentaron por la fuerza ingresar al anillo del estadio, y provocaron el terror en el resto de los simpatizantes, y muchos que se encontraban con menores.

Lo que sucederá con el partido -anunciaron que se utilizarán las mismas entradas para hoy- es una incógnita, mientras la vida de estos delincuentes no sufrirá modificaciones.