“Lo que tratamos de hacer es dar voz a aquellos hermanos que no están de los pueblo originarios. De los Querandíes no quedo nada, fueron destruidos, matados, acá, en este espacio que estamos defendiendo”, dijo Delia Claros, de la colectividad Kolla Quechua e integrante del Colectivo Tres Ombúes. La organización es conformada por mapuches, qom, kollas, guaraní, sikuris, vecinos, docentes, ambientalistas, arquitectos y un largo etcétera. Lo que se busca es preservar el sitio arqueológico y defender su valor simbólico y su poder para sostener la memoria de numerosas comunidades que tienen sus raíces en aquellos primeros pobladores.

Claros explica que “después de la fundación de Buenos Aires en 1536, con la batalla de Corpus Christi y la matanza del pueblo querandí en 1586, que dio nombre al Río Matanza, que quedó rojo, los que sobrevivieron fueron esclavizados. De ahí, esto se transformó en un sitio sagrado, porque es un cementerio querandí”.

Si bien los querandíes eran un pueblo nómade, “lo que muestra que estuvieron en este sitio son los trabajos realizados por varios historiadores, en particular por Pedro Campomar Rotger (Los Querandíes, aborígenes de nuestra región, 1536-1583), un investigador que hoy tiene 93 años y viajó a España a averiguar cómo sucedieron lo hechos. Y como los conquistadores eran ‘prolijos’, tenían un hombre que se encargaba de ir registrando las batallas. Por eso está cómo mataron, destruyeron y quemaron a los pueblos originarios”.

En el sitio Tres Ombúes, los integrantes del colectivo realizaban ceremonias ancestrales con el calendario de los pueblos originarios. Ahí se celebraban los ritos de La Chakana (o Cruz del Sur), el Kapaj Raymy en honor al dios Sol y el Inti Raymy, hasta que les impidieron el ingreso y trasladaron los rituales a la plazoleta Tres Ombúes, sobre la Autopista Ricchieri y Camino de Cintura. “El 21 de diciembre realizamos la ceremonia Kapaj Raymy,  el día más largo, la noche mas corta, y nos tiraron piedras y agredieron a la policía. No nos dejaron entrar nunca más”, contó antes de señalar que “en la urbe son pocos los espacios que nos quedan para honrar la memoria de nuestros hermanos, en este caso la de los querandíes.

“Hace unos meses pudimos ingresar por el camino de sirga para hacer un abrazo a los ombúes. Cualquiera que los hubiera visto se hubiera maravillado del lugar, un reservorio de biodiversidad que destruyeron. Arrancaron los árboles y arrasaron las lomadas y en esa destrucción los vecinos dijeron que se encontraron restos óseos, cráneos de bebes, y no de los hermanos querandíes”, señaló. Y advirtió que dieron intervención a organismos de derechos humanos porque “pensamos que pueden ser de desaparecidos, cerca estaban los centros clandestinos”.

Ahora que no pueden realizar las ceremonias ancestrales en el sitio, Claros dijo que “la verdad es que no sé qué duele más, si la destrucción del lugar o que quieran destruir la memoria de los pueblos originarios. Les pedíamos que lo resguardaran, que estuviera señalizado, y no lo hicieron. La destrucción primero y después la invisibilización. Hoy sigue siendo lo mismo. Están en juego los territorios en diferentes lugares del país, en tierras que eran de los pueblos originarios que vivían en armonía y el respeto con la naturaleza. La vida no es sólo el ser humano sino la biodiversidad entera: la tierra, el aire, el agua, las plantas, y como no se respeta esta visión se está destruyendo todo”.

A pesar de las topadoras que devastaron el sitio, la integrante del colectivo sostuvo que “lo vamos a reconstruir. De eso se trata, de volver a levantarse. Por eso le pedimos a AABE que delimite y preserve el sector”.

Según la militante, los primeros vecino que compraron en el lugar fueron engañados, porque no sabían cuál era la situación. Eso vecinos los ayudan: les pasan información y les envían videos, pero son constantemente agredidos y amenazados. “No pedimos que los desalojen sino que nos ayuden,  que se delimite y proteja lo que quedó”, agregó Claros.

Tras el nuevo intento de ocupación y el asesinato de Orellana, el colectivo se solidarizó con la familia de la víctima, remarcó que el conflicto “deja en evidencia la problemática habitacional que existe en la Provincia de Buenos Aires que pudo haberse evitado si el Estado hubiera actuado en tiempo y forma”, y remarcó que lo sucedido “es un nuevo capítulo de esta campaña de criminalización” que “será aprovechado por los medios que fogonean esta idea para hacer de la víctima un victimario”.

Para Claros, Tres Ombúes “tiene que ser un lugar cultural y de memoria de los pueblos originarios, de acceso público, que las escuelas puedan ir, y que haya un museo para que todas las piezas sacadas del lugar vuelvan al sitio y los chicos puedan ver cómo vivían los querandíes y recordarlos”.