Se dieron a conocer los ganadores del primer certamen nacional que premia al diseño de juguetes inclusivos, Juguemos Juntos, organizado por la Fundación Fundalc y Juguetes Universales. El concurso, que cuenta con el aval de la Agencia Nacional de Discapacidad y la Cámara Argentina del Juguete, tiene como objetivo dar visibilidad y premiar el diseño de juguetes que generen mayores oportunidades de inclusión a través del juego. 

“Hasta ahora no existían muchas opciones de juguetes o jugueterías que les ofrezca a los padres y familiares de niños con discapacidad una selección de juguetes acorde a sus necesidades. Los juguetes universales son juguetes que pueden ser utilizados por el mayor número posible de niños, en similares condiciones. No pretenden abarcar cada necesidad individual, sino considerar la diversidad como cualidad de la humanidad y conseguir mejores juguetes para beneficiar a más niños”, explica Ana Siro, impulsora del concurso y creadora de la primera juguetería del país con mirada inclusiva y orientada a la comprensión de la diversidad que divididos por tipos de estímulo –auditivo, táctil, visual, cognitivo, motricidad fina o gruesa, comunicación, sociabilización, estimulación temprana, escritura, simbolización, vida cotidiana– o por discapacidad –visual, motriz, auditiva, cognitiva, autismo–, TGD, parálisis cerebral o trastornos sensoriales ofrecen juguetes especialmente. Y continúa: “Hasta hace poco no había juguetes que se focalizaran en lo que el niño sí puede hacer, en su potencial. Por ejemplo en un niño con discapacidad visual, estimular lo táctil, lo sonoro, la conciencia espacial, y dentro de eso la motricidad gruesa y fina. Obviamente es muy importante investigar mucho sobre esa discapacidad puntual, hablar con profesionales, con padres, con los mismos niños y si se puede jugar con él. También es fundamental saber qué cosas es importante estimular para cada discapacidad, por ejemplo en el caso de los niños con autismo suelen ser útiles los juguetes con peso, con pictogramas o bien juegos muy visuales, juegos para aprender habilidades sociales y para trabajar las emociones”, resume.

Así de las 72 propuestas de juegos y juguetes, tres fueron los ganadores. Hernán Ohashi, reconocido diseñador industrial especializado en juegos desde hace diez años, se alzó con el primer premio por el proyecto “Pistozoo”, un juego orientado a niños con discapacidad visual.

“Un juego desarrollado para fomentar la motricidad gruesa de niños con discapacidad visual (algunos distinguen luces y sombras) donde se diagrama un circuito de estaciones pulsadores que proponen experiencias táctiles, sonoras y lumínicas para estimular el desplazamiento del bebé”, adelanta Ohashi.

“Diversos estudios –continúa– demuestran que el desarrollo psicomotor es la base para el aprendizaje, el desarrollo intelectual y la madurez del sistema nervioso. Si el niño recibe una adecuada estimulación, se evitan retrasos psicomotores y se contribuye al desarrollo del esquema corporal, la adquisición de la marcha, la organización del espacio y del tiempo, el aprendizaje de posturas adecuadas, la orientación espacial, autonomía personal. Al nacer, todos los niños tienen los mismos reflejos. El niño que ve, gracias a la estimulación ambiental, desarrolla de forma espontánea su psicomotricidad; el niño con discapacidad visual, por el contrario, presenta cierto retraso en su desarrollo motor, a causa de la falta de visión, sobre todo en aquellas actividades ligadas al movimiento.

La falta de información visual afecta, por tanto, al desarrollo de la movilidad porque el niño tiene menos estímulos que motiven su movimiento, un menor control del equilibrio, la imposibilidad de imitación visual, cierto miedo a golpearse con los obstáculos y, en ocasiones, un ambiente excesivamente sobreprotector”, detalla Ohashi, involucrado con la problemática.

Así, en su juego, estos puntos o postas son experiencias que están separadas por unos caminos de goma eva texturada que orientan al bebe a buscar otra sorpresa al final de cada tramo, motivándolo a desplazarse, a ganar confianza, autonomía y seguridad sobre un circuito dispuesto por el adulto, sobre el cual se traza un camino de seguridad en el que el bebe entiende que puede jugar tranquilo.

Mientras que el segundo premio fue para Gonzalo Santos por “Aconcagua” un juego orientado a estimular la motricidad que evoca el ascenso de montaña mediante un tablero y tres escaladores con diferentes tamaños de manos según las posibilidades de cada usuario. Una propuesta original frente a las tradicionales que apelan a las formas geométricas. Y el tercero, fue para para Denisse Mancinelli y Belén Silberg por “Hexagiros”, un juego orientado a niños con discapacidad visual.