El vaciamiento de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) continúa adelante, pese a las promesas oficiales que hubo para reactivarla. La firma estatal de la localidad neuquina de Arroyito interrumpió su producción en mayo del año pasado debido a una parada técnica e inicialmente se había asegurado que arrancaría en agosto del año pasado, pero eso no ocurrió porque el gobierno primero demoró y finalmente canceló los contratos para la construcción de Atucha III. En todo este período de indefinición, los trabajadores han venido cobrando su sueldo con atraso y en algunas ocasiones en cuotas. A principios de año PIAP contaba con 410 empleados y ahora quedan solo 340, pues se han ido desvinculando operadores de la planta, de la sala de control, de mantenimiento, de laboratorio y de administración de personal. El objetivo oficial es que el año próximo quede solo un puñado de trabajadores para conservar las instalaciones de la planta.

PIAP es controlada por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), una sociedad entre la provincia de Neuquén (51 por ciento) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (49 por ciento). Allí se produce el agua pesada que modera y refrigera la reacción nuclear en centrales atómicas que utilizan uranio natural, como Embalse y Atucha I y II.

A mediados de 2016, el subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, les había presentado a las autoridades de la empresa y a sus trabajadores un plan productivo a 18 años que iba de la mano de la construcción de la cuarta central nuclear, a la que le proveerían entre 600 y 700 toneladas de agua pesada. A fines de marzo de este año, cuando el futuro de los contratos firmados con China ya era incierto, Gadano sorprendió al anunciar que el gobierno estaba evaluando reflotar un viejo proyecto para que la planta produzca fertilizantes para el campo, pero eso también quedó en la nada.

Cuando el entonces ministro de Energía, Juan José Aranguren, confirmó que Atucha III no se iba a construir, los recursos del Estado Nacional directamente se interrumpieron. El último aporte llegó en junio a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). A partir de entonces solo recibieron algunos fondos del gobierno de Neuquén, pero los problemas se multiplicaron. PáginaI12 informó en agosto que los empleados habían cobrado solo el 60 por ciento del sueldo de julio. Además, el concesionario del comedor se retiró y despidió a su personal, el servicio de transporte redujo su frecuencia y la empresa mantiene una deuda millonaria por energía eléctrica y gas natural. En este contexto de crisis, los trabajadores cortaron en reiteradas ocasiones la ruta nacional 22 para exigir respuestas.  

Desde la provincia le reclamaron ayuda al gobierno nacional, quien finalmente le ordenó a la estatal Nucleoeléctrica Argentina, administradora de Embalse, Atucha I y II, que le compre a PIAP un stock de 9050 kilogramos de agua pesada. Con el dinero que aporto esa venta se pagaron los sueldos de agosto, septiembre, octubre y 50 por ciento del bono por Producción de 2017 que, según lo establecido en convenio ATE, el se debía pagar junto al sueldo de enero, pero se terminó cobrando nueve meses después, con una evidente pérdida en términos reales debido a la disparada de la inflación. Ahora los trabajadores esperan que Nucleoeléctrica compre los 11.000 kilos que restan en el stock para así poder cobrar los sueldos que siguen.

No obstante, con el proyecto de la cuarta central nuclear desactivado el futuro de la planta es desalentador. En la empresa aseguraron a PáginaI12 que hubo un acuerdo de ENSI con Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) para conservación física de la planta con muy pocas personas, y con ese objetivo se realizará el único aporte previsto para PIAP en el presupuesto 2019 recientemente aprobado por el Congreso. A raíz de ello, muchos técnicos y profesionales destacados comenzaron a abandonar la empresa. “La pérdida de know how estratégico es de un valor enorme y es una gran irresponsabilidad que se aliente este desenlace”, aseguró a PáginaI12 una fuente de la compañía.

En el sector nuclear coinciden en que el daño que se le está haciendo a la empresa PIAP es inmenso y no será fácil revertir este proceso si en algún momento el gobierno cambia y se le vuelve a dar importancia al sector nuclear. Demandará años conformar y capacitar nuevos equipos de trabajo, dependiendo de que se pueda recuperar personas que se desempeñaron muchos años en la planta y están en condiciones de transferir ese conocimiento.