En una insólita maniobra distractiva y una exhibición de espionaje político, la alianza judicial-mediática, en este caso ampliada a los servicios de inteligencia, difundió ayer un audio de una conversación telefónica entre la ex presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner y el ex secretario de la Presidencia Oscar Parrilli. El diálogo, en el que hablan sobre el espía Antonio “Jaime” Stiuso, no encierra delito de ningún tipo, a menos que se intenten forzar las palabras, cosa que  corrió a cargo del fiscal Guillermo Marijuan. El fiscal denunció a CFK por abuso de autoridad porque, según él, debe investigarse si a Stiuso se le armaron causas. Adujo que en una parte de la conversación, CFK le dice a Parrilli: “empezá a buscar todas las causas que le armamos, no que le armamos, que lo denunciamos a Stiuso”. Las denuncias que el gobierno anterior hizo contra el ex agente se presentaron a la Justicia, fueron impulsadas por fiscales y hoy son causas judiciales en curso, por lo general investigadas con poco entusiasmo por la vieja alianza entre Comodoro Py y los servicios de inteligencia. El punto clave del caso es que se utilizó un expediente para ordenar una escucha a Parrilli desde junio a septiembre del año pasado, y por esa vía espiar a Cristina. El método fue el utilizado en los secuestros, con lo que se consiguió información al instante sobre las actividades de CFK. La difusión de la escucha se hizo justo el día en que el titular de la AFI, Gustavo Arribas, tenía que presentar sus explicaciones por las transferencias que realizó el cambista brasileño de la constructora Odebrecht y que le llegaron a Arribas desde una empresa falsa armada en Hong Kong. “Divulgar esa escucha es una maniobra delictiva”, señaló ayer Carlos Alberto Beraldi, abogado de CFK. 

Trato

Los medios tuvieron bastantes problemas, en la mañana de ayer, para encontrar un enfoque a la escucha entre CFK y Parrilli. En esencia, porque no contiene ningún hecho delictivo ni de relevancia. Al principio, les llamó la atención que la ex presidenta le dijera “pelotudo” al ex secretario, porque éste no la reconoció. Parrilli estaba en un auto y no escuchaba bien a CFK, por lo cual no percibió de inmediato que era ella.    Quienes conocen a CFK en la intimidad saben que usa términos de ese estilo en forma habitual. La paquetería con la que pretendieron abordar la cuestión algunos medios hace acordar al inolvidable discurso de Roberto Fontanarrosa ante el Congreso de la Lengua, cuando se mofó de los que llaman malas palabras a esos términos. 

Respuestas

La conversación entre Cristina y Parrilli se dio en la mañana del 11 de julio de 2016, después de que Stiuso le dio una entrevista a La Nación. El diario se lo encontró “de casualidad” desayunando en Belgrano y Stiuso disparó contra CFK en varios terrenos. El motivo de la llamada de la ex presidenta era pedirle a Parrilli los elementos de las causas iniciadas contra el ex espía. “A este tipo hay que matarlo, es un caradura”, dice CFK. El sentido de la frase es obvio en el argot de la política o en el periodismo: significa “hay que salir a contestarle, a destrozar sus argumentos”. Por eso, de inmediato la ex presidenta le pide a Parrilli que le mande un listado de todas las denuncias que el gobierno de CFK le hizo a Stiuso, incluyendo imputaciones por contrabando, ya que supuestamente el ex espía introducía al país productos médicos, odontológicos y tecnológicos, haciéndolos pasar por material de inteligencia y esquivando así el pago de impuestos. También se denunció a Stiuso por armar una causa contra una empresa británica, Dark Star Security, a la que acusó por hacer espionaje por las Islas Malvinas. El fiscal Federico Delgado determinó que era una causa artificial cuyo verdadero objetivo fue espiar ilegalmente a jueces, fiscales, dirigentes políticos y periodistas. Hubo denuncias contra Stiuso por ocultar información, ya que habría hecho un informe sobre la causa AMIA a pedido de Nisman, le decía al fiscal que ya estaba terminado, pero nunca nadie lo vio ni se encontró después. 

Cuando CFK le pidió en la conversación telefónica a Parrilli que le detalle las causas contra Stiuso –son ocho en total– utilizó la siguiente frase: “además, empezá a buscar todas las causas que le armamos. No que le armamos, que le denunciamos”. La ex presidenta se rectificó por el término utilizado y, entonces, a falta de algo relevante, los medios y Marijuan se despacharon con que en esa frase se esconde la posibilidad de que a Stiuso se le hayan armado causas falsas. 

 Lo cierto es que las denuncias se hicieron en la Justicia de inmediato, se presentaron en Comodoro Py y todas fueron impulsadas por los fiscales. Es decir que los funcionarios del ministerio público y luego los jueces consideraron que había mérito para investigar. La alianza político-judicial-mediática, a falta de algo mejor, decidió hacer ruido con una escucha en la que no hay delito y ni siquiera tiene un contenido relevante. Ayer por la tarde, Marijuan redobló la apuesta y afirmó que también podría denunciar a CFK porque dijo “hay que matarlo”. Incluso vinculó esta frase con la muerte del fiscal Alberto Nisman.      

Complicidades

La escucha surge de un expediente que se le armó a Parrilli a raíz de que fue jefe de la AFI y no encontró al narco Ibar Pérez Corradi. La acusación es que Parrilli, de forma intencional, no lo buscó lo suficiente porque, supuestamente, iba a ser un testigo contra el gobierno de CFK. En términos judiciales se acusaba a Parrilli por encubrimiento. 

En el expediente se ordenó en junio la escucha del celular de Parrilli y de dos agentes de la AFI encargados de detectar a Pérez Corradi. Las escuchas contra los agentes de la AFI se suspendieron a los pocos días, seguramente porque eran personal de “La Casa”, como se llama a la ex Side. Pero lo curioso es que el espionaje a Parrilli no se suspendió ni siquiera después de la detención de Pérez Corradi, el 19 de junio. Y, además, al secretario político de Cristina lo siguieron escuchando hasta septiembre, tres meses después. Es obvio que toda la maniobra consistió en espiar a CFK a través del celular de Parrilli. 

La jugarreta expone otra vez a la alianza político-judicial. En esos meses, Cristina había vuelto a una intensa actividad política en el Instituto Patria, con los científicos, en la universidad, con los actores.

Cabe recordar que Pérez Corradi salió rápidamente de la tapa de los diarios. Fue a partir de que acusó por coimas al senador radical Ernesto Sanz y a la jueza federal Sandra Arroyo Salgado. El narco no sirvió para imputar a nadie del gobierno anterior y se metió con dos estrellas del firmamento de Cambiemos. 

Métodos

Lo que pone más claridad todavía en la maniobra es que la orden fue hacer la escucha de Parrilli on-line, una metodología sólo usada en casos urgentes. Por lo general, para los casos de secuestro en los que se necesita una reacción inmediata, por ejemplo, ante el pago de un rescate. 

Lo habitual en las causas judiciales es grabar las conversaciones ordenadas por el juez o el fiscal, incluirlas en un DVD y enviarle luego el disco a la autoridad judicial. En el caso de Parrilli y Cristina, la orden fue que personal de la AFI realice las escuchas desde el edificio de avenida Los Incas, en los locutorios dispuestos para casos especiales y mediante la escucha on-line, 24 horas. Es una evidencia de que se trató de espionaje político.

Responsabilidades

Las escuchas fueron sacadas de las manos de la Procuración, que conduce Alejandra Gils Carbó, con el argumento de que se buscaba más transparencia. El gobierno de Mauricio Macri derivó el aparato de intervenciones a la Corte Suprema de Justicia, con Ricardo Lorenzetti en el papel protagónico. El titular del máximo tribunal puso el sistema de escuchas en manos de uno de sus hombres en Comodoro Py, el camarista Martín Irurzun. 

Según las fuentes consultadas por este diario, las escuchas a Parrilli fueron hechas por personal de la AFI, en las instalaciones que manejan Irurzun-Lorenzetti. Fue personal de inteligencia el que estuvo en los boxes de avenida De los Incas. Es decir que la responsabilidad por difundir la escucha de ayer corresponde a los que participaron: la Corte Suprema, la AFI y el fiscal Guillermo Marijúan. La Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos y Crimen Organizado del Poder Judicial de la Nación, es decir, la oficina que la Corte que maneja Irurzun, sacó un comunicado ayer desligando su responsabilidad en la difusión de la escucha: “No ha habido entrega, filtración o divulgación de material alguno por parte de esa dependencia fuera de los reglamentos de actuación y protocolos de cadena de custodia establecidos para garantizar el resguardo de la información”.

Como señaló el abogado de CFK Carlos Beraldi, la cuestión se agrava porque la escucha difundida no tiene nada que ver con el objeto procesal que se estaba investigando: si hubo o no encubrimiento de Pérez Corradi.  “Escuchar a la gente es muy grave. Meterse en las conversaciones privadas y además divulgar es un delito”, insistió el abogado de CFK, quien adelantó que “seguramente habrá una respuesta judicial, pero la decisión la tomará Cristina”. 

Rastreo

Durante la gestión de Parrilli y Juan Martín Mena en la AFI y de Cristina Caamaño a cargo de las escuchas por la Procuración se estableció un código de seguridad: cuando una copia se entregaba a un fiscal o a la AFI o a cualquier autoridad judicial, a través de un sonido imperceptible, quedaba impreso un código que permitía saber de qué origen era la grabación. Teóricamente, debería poder establecerse de dónde salió la difusión del espionaje de ayer. El gran interrogante es si el código de seguridad está o no en lo emitido ayer. 

Política

De la simple escucha del audio queda claro que no existe delito alguno en ese diálogo. Desesperado, Marijuan salió a impulsar un expediente en el que se investigará si hubo un armado de causas contra Stiuso, tomando el término que CFK se corrigió a sí misma en menos de un segundo. Incluso, instantes más tarde la ex presidenta preguntó retóricamente: “¿A quién le armamos carpetazos nosotros?”. Tanto Cristina como Parrilli se contestaron a sí mismos que “a nadie” y que quien armaba los carpetazos era Stiuso.

No parece casual que el audio se haya difundido el día en que el titular de la AFI, Gustavo Arribas, debía explicar cómo es que recibió 70.000 dólares desde una sociedad trucha de Hong Kong a una cuenta en Suiza, transferencia realizada por el cambista brasileño Leonardo Meirelles quien confesó que por esa vía pagaba coimas de la constructora Odebrecht. El presidente Macri salió a defender a su amigo Arribas y afirmó que nunca hubo relación entre Arribas y Odebrecht. Sólo usaron el mismo cambista. Por   ahora, la única respuesta a ese tema fue tratar de embarrar la cancha con un audio absolutamente inocuo. 

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