¿Qué ocurre cuando la literatura se encuentra con las tecnologías? ¿Cuáles son las nuevas subjetividades lectoras que se construyen en la web? ¿Leen las generaciones actuales? En el marco del tercer Congreso Internacional de la Asociación Argentina de Humanidades Digitales, el doctor Juan José Mendoza realizó una serie de charlas y talleres acerca de las formas de leer en la era digital.

Mendoza es graduado en Letras de la UNR e investigador del Conicet, donde dirige el proyecto de investigación Maneras de leer en la era digital; estudió Filología y el Doctorado en Letras en Madrid y es miembro fundador de la Asociación Argentina de Humanidades Digitales.

La pregunta por el presente es una pregunta moderna, que aparece con los discursos de la Ilustración, "la primera época que se nombra a sí misma", como decía Michel Foucault. La pregunta por nuestra actualidad no puede dejar de tener en cuenta la cuestión de las tecnologías, porque tal como dice Juan José Mendoza, hoy estamos atravesados por ellas. "Por eso es necesario que nuestra relación con la tecnologías sea crítica y que a su vez, explore las potencialidades", sostiene.

La web ha transformado la Biblioteca de Alejandría actual en uno de los espacios más grandes en donde los usuarios pueden encontrar textos sobre básicamente cualquier tema. Si bien los apocalípticos profieren el fin de los libros y difaman a las generaciones más jóvenes de no lectoras y de herejes de la escritura, nunca antes consumimos ni producimos tantos textos como en la era digital.

"La cultura letrada es el zócalo pergeñado de textos sobre el cual esta era se sobreimpone. Los cimientos del gran edificio de internet están hechos de textos", afirma Mendoza y agrega: "Como decía Macedonio Fernández, 'el lector contemporáneo es un lector salteado', las lecturas son de link en link, de fragmento en fragmento. Esas transformaciones generan nuevas subjetividades y nuevos ciudadanos de la república internacional de las letras".

Los jóvenes ya no leen libros enteros, sino fragmentos que puedan conectar con otras textualidades que están circulando en la web y que producen nuevas configuraciones de sentido.

El alfabeto occidental, lineal, secuencial, está siendo enriquecido y

complementado con otras maneras de comunicar, tales como los emojis, las capturas de pantalla y los virales memes. En el año 2015 el Oxford Dictionary eligió como la palabra del año un emoji. En el blog del diccionario fundamentan la elección de este símbolo pictográfico oficialmente llamado "cara con lágrimas de risa" ("face with tears of joy"): "Fue elegido como la 'palabra' que más refleja el ethos, el humor y las preocupaciones del 2015".

Juan José Mendoza dirige el proyecto de investigación "Maneras de leer en la era digital" en el que busca historizar la experiencia de la lectura y cómo se ha modificado. "Estamos todo el tiempo produciendo textualidades a través de las tecnologías, lo que sucede es que ya no tienen que ver necesariamente con los registros de lo que se consideraba alta cultura, sino que producimos una textualidad cotidiana".

Todas estas nuevas formas surgen en la época de internet, gracias a las posibilidades de producción que tienen los usuarios y a las arquitecturas de las nuevas plataformas digitales que permiten poner en circulación diferentes tipos de paquetes textuales (visuales, gráficos, escritos, sonoros, etc.).

Mendoza propone una metáfora musical para pensar a los lectores y a las producciones de sentido: "El lector contemporáneo es un DJ del pasado, que samplea tradiciones, la PC es su consola". Lo interesante es qué materiales del pasado eligen los usuarios digitales para mezclar con su presente, de qué manera los ponen en tensión. Seleccionan citas, videos, imágenes, obras de arte, canciones, y en el montaje componen una nueva melodía del presente, polifónica y siempre actualizada y editable. Las obras -y las lecturas, por lo tanto- no son nunca definitivas y cerradas. Siempre pueden reescribirse,

constelándolas con otros textos.

 

El futuro del pasado

"Nuestro presente es una de las épocas más autorepresentadas, ninguna otra época de la historia hizo tanto registro de sí misma como la nuestra", afirma Mendoza y agrega que sin embargo hay otros momentos del pasado que no han sido representados, "hay una suerte de incunabilidad de la historia, previa a la invención de dispositivos técnicos de registro, como la fotografía o el cine. Esas épocas están como en un limbo", reflexiona.

En este sentido, la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR se propone comenzar a generar una digitalización de archivos para preservar la memoria colectiva, con la adquisición de un escáner para realizar proyectos de digitalización en el marco de las carreras de Humanidades, en articulación con el Repositorio Institucional de la UNR, entre otros institutos. "En el presente hay una gran pulsión archivística y nosotros debemos construir archivos para trabajar por la memoria colectiva de nuestras comunidades, de nuestras instituciones, a través de una política de archivos que, en el siglo XXI, demanda que sea de archivos digitales", explica.

Este proyecto -que funcionará también como un Centro de investigación- se hizo junto con Bibliohack.org, un grupo de trabajo que creó el escáner de software libre que compró la Facultad, que permite digitalizar unas 500 páginas por hora.

El doctor en Letras sostiene que cada archivo tiene su propia idiosincrasia y problemática, por eso, realizarán un protocolo específico para la digitalización de cada uno. "Las estrategias de digitalización tienen como objetivo preservar material importante pero también, que esos documentos estén vivos en la comunidad, que no queden prescriptos, sino que puedan ser activados políticamente para la construcción de la memoria en el presente", dice Mendoza.