La banda tiene más de cien letras en su haber pero hay una estrofa que la define mejor que ninguna otra: “Horcas vive”. Pertenece a Fuego, canción emblemática de Eternos –el último disco con Osvaldo Civile vivo–, aunque esa proclama terminó desprendiéndose de su contexto histórico y volviéndose perenne. Es que a partir del fallecimiento de su líder y fundador, el grupo siguió con el desafiante peso de tener que estar a la altura de la circunstancia. “Pasaron mil cosas: matrimonios, divorcios, nacimientos, fallecimientos de familiares, cambios de músicos”, apunta su cantante Walter Meza. “Tras la muerte de Osvaldo algunos nos insistían con seguir y otros nos cuestionaban. Pero nadie nos regaló nada nunca y todo eso forjó nuestro carácter. Siento orgullo personal por mantener viva la esencia de Horcas y el recuerdo de Civile, y creo que cada disco que sacamos es un homenaje a esta historia por la que pasaron muchos integrantes, aunque con algunos estemos distanciados.”

Horcas acaba de sacar Gritando verdades, el impactante décimo disco de estudio de una banda que está cumpliendo 30 años ininterrumpidos, récord en la actual escena heavy criolla. El álbum expresa la búsqueda de un grupo que procura modernizarse sin perder su identidad: “Lo grabamos en El Pie, uno de los mejores estudios del país, y lo mandamos a masterizar a Suecia para que tenga un sonido bien actual. Nos amigamos con la tecnología y quisimos investigar nuevos elementos porque queremos renovar nuestro mensaje. El resultado es poderoso y con letras comprometidas aunque también con matices, medio-tiempos y partes lentas”, detalla Meza.

A este aggiornamiento contribuyeron el guitarrista Lucas Simcic, de 30 años, y el baterista Mariano Elías Martín, de 38, últimas incorporaciones al combo. “Lucas se acopló como parte compositora, es un motor, y Mariano es un chabón dispuesto a pegarte patadas en el orto para cumplir con los objetivos. La sangre joven te contagia: le sacamos energía a ellos, dos bestias que nos movilizan a Seba, el Topo y yo, que somos guerreros de muchas batallas”, concluye el vocalista respecto del tridente histórico de la formación actual: él, el guitarrista Coria y el bajista Yáñez componen la vieja guardia que ya lleva 21 años timoneando Horcas. ¿Cuál es el secreto para que todo perdure y envejezca con salud? “Respetar las personalidades de cada uno, porque somos muy diferentes. No hay que creerse indispensable ni más que otro, porque el ego destruye al ser humano. Y, fundamental: tener ganas de tocar”, revela Walter.

Creo que Gritando verdades va a marcar un antes y un después en la banda”, asegura Meza. Y no se refiere únicamente al sonido. El disco es la primera experiencia independiente de un grupo que apostó a despojarse de todo vínculo comercial para autogestionar su carrera. Antes de presentarlo formalmente este viernes en The Roxy Live, Horcas ya circuló el material de una manera original y muy bien recibida por su público: llevándolo personalmente a distintas rockerías barriales para entreverarse con sus fans. Esta rotada por pequeños locales de discos fue inmediatamente posterior a la gira bautismal por Estados Unidos: “En ésta cargamos nuestros equipos y armamos los escenarios como hacía años que no hacíamos”. Fue solo uno de los tantos viajes que el grupo hizo durante el año.

El heavy metal es visto como un género quejoso, hasta casi llorón. Pero no es fácil asumir esa perspectiva de crítica frente a la vida. Para muchos puede resultar denso pero para nosotros es natural”, afirma Walter. Esta posición ideológica y filosófica es aclamada por muchos, aunque tantos otros observan que en esa matriz también puede estar el germen de la intolerancia que algunos artistas del género cultivaron y aún hoy militan. “Cuando surgió el heavy en Argentina, recién arrancaba la democracia y la juventud estaba muy reprimida, entonces no sabías bien para qué lado tirar. Había muchas broncas contenidas porque no sabíamos vivir en libertad, por eso íbamos a los boliches a bardear a los diferentes”, expone Meza, autocrítico. A pesar de aquello, él fue uno de los que luego se encargó de tender puentes para limar prejuicios, como por ejemplo con su participación en un disco de Kapanga. “Hoy somos defensores de la convivencia, el no-puterío y el recambio generacional. Respetamos a nuestros colegas.”

“En una época era el gordo puteador, aunque ahora me tranquilicé”, dice Walter con una carcajada resonante. Esa impronta otras veces le muteó la risa, como cuando protestó con vehemencia en Catamarca contra la minería a cielo abierto que contamina la provincia con cianuro. “Siempre que vamos al interior salimos a caminar y se acercan fanáticos que nos cuentan cosas de ahí. Somos muy ignorantes, muy porteños, pero tenemos los oídos abiertos a esas cosas y quedamos conmovidos por lo que nos decían. Cuando subí al escenario mandé a todos los políticos catamarqueños a la concha de la lora y el intendente, que estaba en el recital, llamó a la policía para que nos hicieran una requisa zarpada en el camarín. La pasamos mal pero no me arrepiento: soy un músico que quiere asumir un compromiso y siento esa responsabilidad”, se reivindica Walter, cara visible de un grupo que aprendió a reinventarse para no quedar atado a la nostalgia.

Arriba del escenario quiero ser combativo; después cada uno interpretará lo que quiere y hay que bancarse lo que pasa en las redes sociales, donde hay mucho anonimato y mala intención. ¡Eso lo pude superar con horas de terapia y charlas de birra que me sacaron de situaciones tristes, jaja! Me gusta estar al tanto de lo que pasa en el país y en el mundo, pero también en el barrio. Querer saber qué le pasa a tus amigos también habla de tu compromiso con lo que te rodea.”

* Horcas presentará Gritando verdades este viernes 7/12 a las 21 en The Roxy Live LVB, Niceto Vega 5542.