Con pocas novedades y algunas frases llamativas para aportar, el presidente Mauricio Macri intentó ayer estirar la vigencia del “efecto G-20” con una conferencia de prensa en la Casa Rosada donde insistió en un supuesto beneplácito planetario por la organización de la cumbre. “Cada uno se quedó con algo de la Argentina en su corazón”, poetizó sobre los visitantes ilustres. Por fortuna, admitió que eso no significaba “que hayamos resuelto nuestros problemas”. Por otro lado, aseguró que seguirá “batallando y discutiendo” respecto a los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas, pero en el encuentro que mantuvo el viernes con la primera ministra británica Theresa May no mencionó el tema. También fue consultado sobre el rumor de un veto norteamericano a la construcción de una nueva central nuclear con tecnología rusa o china. 

“Estamos acá para hacer un repaso de estos días históricos que hemos vivido”, planteó el Presidente de entrada la tónica de la conferencia. “Venimos de muchos años de aislamiento, muchos años de no tratar con el mundo”, reiteró Macri su cantinela de campaña de crítica al kirchnerismo. Pero no se animó a pronosticar cuándo se iban a notar las supuestas mejoras que traerán aperadas esta “vuelta al mundo”. “Tenemos que esperar meses de trabajo, ese trabajo nos va a llevar a bajar la inflación y que lentamente nuestra economía vuelva a arrancar. Es el camino que tenemos, sin hacer pronósticos, sino trabajando”, añadió, esta vez evitando los segundos semestres.

“Estamos todos orgullosos de la tarea cumplida. La autoestima volvió por un momento a estar presente en nosotros”, señaló Macri. En su entorno aspiraban a que la cumbre y la foto del Presidente junto a los principales líderes mundiales sirva para relanzar su alicaída gestión y apuntalar sus aspiraciones para 2019. Según el Presidente, en las 17 reuniones bilaterales que mantuvo con mandatarios durante la cumbre del G-20, le manifestaron que los argentinos “están por el camino correcto, que tienen que tener constancia, tienen que seguir trabajando”. El Presidente hizo una deshilachada enumeración de los acuerdos firmados que supuestamente traerán beneficios al país como la exportación de cerezas a China, la posible construcción rusa de un ferrocarril a Vaca Muerta y la colaboración de Singapur en la enseñanza de Matemática.  

Lo consultaron sobre si estuvo presente el reclamo de soberanía argentina en el encuentro con Theresa May, el primero entre mandatarios de ambos países en mucho tiempo. “El encuentro fue bajo el entendimiento de que los reclamos históricos permanecen”, dijo Macri. Hay que entender que el entendimiento fue tácito porque en la reunión no apareció porque su creencia es que “como en todas las relaciones que se están construyendo, es mucho mejor manteniendo una relación” que rompiendo el diálogo. Mencionó el vuelo que hará escala en Córdoba como un avance, lo mismo que la identificación de las tumbas NN en el cementerio de Darwin. Calificó ambas cuestiones como “cosas que empiezan a acercar posiciones”.

La última pregunta fue sobre el ofrecimiento, por separado, de China y de Rusia para construir una nueva central nuclear que fue rechazado por Argentina por presuntas razones presupuestos que esconderían –según la consulta– una presión de Estados Unidos por evitar esa colaboración en un rubro tan sensible. “Rusia ha ofrecido y China ya tiene firmado desde el gobierno anterior una central, que en realidad eran dos y se bajó a una por esta restricción financiera que tenemos, que estamos tratando de avanzar y tal vez se traduzca en una asociación estratégica más profunda. Todo lo contrario, no estuvo el tema en la agenda con el presidente Donald Trump. No tenemos una contraindicación ni una queja de Estados Unidos al respecto. Estados quiere ser un socio estratégico de la Argentina”, agregó Macri en el final, volviendo a dejar abierto el interrogante sobre la posible injerencia norteamericana en el asunto.