La medición de pobreza no monetaria que lanzó Unicef junto a otras instituciones está basada en los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec correspondiente al primer semestre de este año. Es decir que los datos no captan el estallido cambiario e inflacionario que se produjo a partir del segundo trimestre. Sin embargo, entre los especialistas no hay dudas y todos estiman un fuerte crecimiento de la pobreza y de la indigencia, a raíz de las subas interanuales de las canastas de pobreza e indigencia superiores al 50 por ciento e ingresos que en el mejor de los casos llegarían a un incremento del 30 por ciento en el mismo período.

“Estamos con preocupación por el impacto real de la situación económica en el presente de las familias. Nos preocupa el impacto alimentario, en la salud, el acceso de los servicios y el aumento de la violencia. Estamos captando los datos y los publicaremos pronto”, indicó Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social de Unicef Argentina. “Se espera un cambio de tendencia en la medición de la pobreza monetaria”, dijo Luis Beccaria, investigador y docente de la Universidad General Sarmiento.

Algunas estimaciones preliminares marcan que el incremento de la pobreza podría ser de entre unos 5 a 6 puntos en la comparación interanual. Esto implica que el dato de pobreza del 25,7 por ciento de las personas durante el segundo semestre de 2017 llegaría al 30 por ciento en el mismo período de este año. Tal incremento también representaría un alza frente al número del primer semestre de 2018, del 27,3 por ciento. También se verificarían movimientos similares, en términos relativos, en la medición de indigencia.