El presidente Estados Unidos Donald Trump revivió ayer dos polémicos oleoductos cuya construcción había sido descartada por el gobierno de Barack Obama en nombre de la lucha contra el cambio climático. Por segundo día consecutivo, Trump siguió anulando decisiones de su antecesor. El lunes retiró a Estados Unidos del tratado de libre comercio TPP impulsado y negociado por Obama pero que Trump considera nefasto para los empleos estadounidenses.

Ayer Trump reflotó el extenso oleoducto Keystone XL, que transportaría crudo desde Canadá a refinerías en Estados Unidos, y otro que atravesaría territorio indígena en Dakota del Norte. Trump dijo que el Keystone XL había sido objeto de una “disputa’’ y añadió que se renegociarán los contratos. De acuerdo con flamante mandatario, el proyecto representa “muchos empleos. Serán 28.000 puestos de trabajo. Excelentes puestos de trabajo de construcción’’, afirmó.

Trump dijo además que el oleoducto Dakota Access, también será objeto de renegociación. “Insisto en que si vamos a construir oleoductos, que las tuberías sean construidas en Estados Unidos’’, dijo.

“Vamos a construir nuestro propio oleoducto, nuestros propios caños, como en los buenos tiempos’’, añadió.

El líder conservador decretó también el período de revisión del impacto ambiental para obras de infraestructura consideradas de alta prioridad. “Queremos arreglar nuestro país, nuestros puentes, nuestras carreteras. No podemos estar en un proceso de revisión ambiental durante 15 años si el puente se está cayendo o la carretera se rompe en pedazos. Vamos a acelerar la revisión y aprobación ambiental’’, dijo. El proyecto Keystone XL había sido descartado por Obama en medio de la enorme presión que ejerció la comunidad ambientalista.

Canadá se congratuló por la decisión de Trump. “Estamos a favor de Keystone y ,como todos saben, ese proyecto ya fue aprobado en el lado canadiense’’, dijo la ministra de Exteriores Chrystia Freeland. En Estados Unidos el campo republicano también saludó la reanimación del proyecto Keystone pero ecologistas y líderes de la oposición demócrata la criticaron al unísono. El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, dijo que “ya era hora’’ de que los proyectos salgan del papel. Los dos proyectos, apuntó Ryan, fueron usados “políticamente’’ por personas que defendían una “agenda radical anti-energía’’.

En cambio el senador demócrata y ex candidato Bernie Sanders censuró la decisión: “Hoy el presidente Trump ignoró las voces de millones de estadounidenses y dio prioridad a las ganancias de corto plazo de la industria de las energías fósiles’’. La organización Amigos de la Tierra dijo que Trump dio muestras de su “alianza con grupos petroleros y los bancos de Wall Street’’ en detrimento “de la salud pública y el medio ambiente’’.

A lo largo de 1.900 kilómetros, de los cuales 1400 están en territorio estadounidense, el oleoducto transportaría crudo desde Alberta, al oeste de Canadá hasta Nebraska, en el corazón de Estados Unidos, desde donde alimentaría refinerías en el Golfo de México.

Tras años de polémicas, Obama la enterró por razones ambientales y por su “escaso aporte’’ a la seguridad de Estados Unidos. Obama anunció su decisión en 2015 a tres semanas de la Conferencia de Cambio de Climático de Paris. El oleoducto de Dakota del Norte se había convertido en el centro de una espectacular polémica interna en Estados Unidos que ahora parece reanudarse.                 

El grupo Standing Rock, de los indígenas Sioux que viven en la región por donde pasaría el oleoducto, emitió una nota donde adelantó que resistirá en la justicia. El oleoducto no sólo atropella acuerdos con los Sioux sino también amenaza “contaminar el nuestra agua y el agua de 17 millones de estadounidenses”. Grupos indígenas y agrupaciones de apoyo organizaron una encarnizada resistencia al proyecto, con intensa movilización que incluyó celebridades del cine. Miles de personas llegaron a acampar en el helado territorio abierto de Dakota del Norte, en pleno invierno, para bloquear el proyecto.

Trump se reunió ayer por la mañana con ejecutivos de automóviles como parte de su programa de traer puestos de trabajo a los Estados Unidos. El presidente afirmó que “el ambientalismo está fuera de control” y les dijo a sus huéspedes en la Casa Blanca que estaba tratando de aflojar los reglamentos para ayudar a las compañías de automóviles y otras empresas que deseen operar en los Estados Unidos. 

Entre los asistentes a la reunión de desayuno estaban el presidente ejecutivo de Ford, Mark Fields, el presidente de Fiat Chrysler, Sergio Marchionne, y la directora ejecutiva de General Motors, Mary Barra. Trump le pidió a las empresas automotrices aumentar la producción en Estados Unidos e impulsar el empleo en el país, agregando que esperaba ver construir nuevas plantas de autos en el país.  

Trump criticó repetidamente a las empresas por la construcción de automóviles en México y en otros lugares y amenazó con imponer aranceles del 35 por ciento a los vehículos importados. El presidente a menudo criticó las inversiones de Ford en México durante su campaña electoral. 

Fue la primera vez que los directores ejecutivos de los tres grandes fabricantes de autos se reunieron con un presidente de Estados Unidos desde una sesión de julio de 2011 con el entonces presidente Obama para destacar un acuerdo para elevar los estándares de eficiencia de combustible a 54,5 millas por galón para 2025. El portavoz Sean Spicer dijo antes de la reunión que Trump estaba deseando conocer a los CEOs y “escuchar sus ideas sobre cómo podemos trabajar juntos para traer más puestos de trabajo a esta industria”.