La primera ministra británica, la conservadora Theresa May, comenzó ayer su gira por Europa en busca de que sus futuros ex socios le aseguren alguna garantía —llámese concesión— con la que pueda enfrentarse al escéptico Parlamento para que aprueben el pacto de salida de la Unión Europea (UE). Aunque los líderes europeos se mantienen firmes en su rechazo a negociar el texto, se mostraron dispuestos a dar clarificaciones sobre la cláusula de “backstop”. Este mecanismo estipulado en el acuerdo se incluyó con el propósito de impedir la reintroducción de una frontera en la isla de Irlanda, pero es el punto que más rechazan los legisladores. Tanto la oposición como algunos conservadores sostienen que, de implementarse la cláusula, seguirían atados a las directrices de la UE por tiempo indefinido. 

“No queremos que se use el ‘backstop’ y si se hace, queremos estar seguros de que sea temporal”, dijo May en declaraciones a la BBC tras reunirse a lo largo del día con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y sus pares de Países Bajos, Mark Rutte, y Alemania, Angela Merkel. El objetivo de esa gira europea es lograr concesiones de la UE para ajustar el acuerdo de salida. En este sentido, el secretario de Estado británico para el Brexit, Martin Callanan, declaró al llegar a una reunión de ministros en Bruselas que May busca garantías adicionales jurídicamente vinculantes que aseguren que el Reino Unido no quedará atrapado permanentemente en la salvaguarda para evitar una frontera física con Irlanda, antes de someter el acuerdo a votación en el Parlamento, que se prevee a más tardar, para el 21 de enero. La salvaguarda establece que, si no hubiera un acuerdo comercial bilateral al final del periodo de transición, en diciembre de 2020, todo el Reino Unido formaría una unión aduanera con la Unión Europea, pero la provincia británica de Irlanda del Norte tendría un estatus especial más alineado con el mercado único europeo. Atajándose para el peor escenario, May recalcó ayer que el Reino Unido mantiene en marcha las preparaciones para una eventual salida sin acuerdo de la UE el próximo 29 de marzo, que se producirá si el Parlamento británico no aprueba un pacto antes de esa fecha.

Tusk, quien convocó para jueves una reunión de mandatarios sobre el Brexit en paralelo a la cumbre ordinaria, expresó tras la discusión con May -que calificó como larga y franca- que los 27 socios de Reino Unido quieren ayudar a la premier. “La cuestión es cómo hacerlo”, agregó.  Los europeos cerraron ya la puerta a reabrir el acuerdo de divorcio y la declaración política sobre la futura relación, negociados durante 17 meses a ambos lados del Canal de la Mancha y a los que los mandatarios de la UE dieron su visto bueno el 25 de noviembre. “No es posible cambiar” el acuerdo, dijo la canciller alemana, Angela Merkel, durante un encuentro con legisladores tras recibir la jefa del gobierno británico en Berlín, según participantes en la reunión.

Por su parte, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, quien se reunió ayer por la noche con Theresa May, dijo: “El acuerdo del 25 de noviembre es el mejor posible y el único posible. No hay espacio para renegociar, pero sí para una mayor clarificación e interpretación sin abrir de nuevo el pacto”. 

La gira de última hora de la primera ministra, que la llevará hoy a Irlanda para reunirse con su par irlandés, Leo Varadkar, provocó críticas de la oposición. “Este viaje es una pérdida de tiempo y dinero público”, lanzó ayer en el parlamento el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn, a la vez que aseguró que May parece incapaz de convencer a la UE de que acepte cambios significativos en sus propuestas. Sin embargo, ante la insistencia de algunos pequeños partidos para que presente una moción de censura, Corbyn subrayó que solo lo hará cuando tenga la certeza de que esta prosperará. “No tenemos confianza en este Gobierno, pero hemos de hacer lo apropiado en el momento apropiado para impulsar una moción de censura a fin de sacarlo del poder”, manifestó. A diferencia de otros grupos opositores, que tienen otros intereses, la cúpula laborista quiere asegurarse el éxito en una hipotética moción porque su objetivo es forzar unas elecciones que le permitan llegar al Gobierno.

Los líderes parlamentarios del Partido Nacionalista Escocés, del Partido Liberal Demócrata, de los Verdes y del galés Plaid Cymru, además de varios lores laboristas, han pedido por carta a Corbyn que presente ya la moción de censura contra la primera ministra. Estos grupos explicaron durante un acto de la campaña Voto del Pueblo, que persigue un segundo referéndum de Brexit, que quieren forzar a Corbyn a convocar la moción para que la pierda y lograr así que el debate se dirija no hacia unos comicios generales, sino hacia un nuevo plebiscito.