La jueza federal Sandra Arroyo Salgado, que fuera esposa de Alberto Nisman, renunció ayer a ser parte querellante en la causa por la muerte del fiscal. En un breve texto, la magistrada argumentó, en primer lugar, que su familia necesita recuperar la tranquilidad espiritual “atendiendo al impacto emocional causado por el hecho objeto de la investigación”. En un segundo plano, la jueza sostuvo en el texto que desiste “en un escenario de amenazas previas y posteriores a cuyo esclarecimiento no se pudo llegar aún”. Todos parecen argumentos débiles e inverosímiles. La realidad es que la hipótesis del asesinato está muy debilitada y en un callejón sin salida y que la propia figura de Nisman quedó expuesta de forma muy negativa por una fortuna escondida y una vida ostentosa rodeado de modelos pagadas. El resultado objetivo del paso al costado de Arroyo Salgado es que la hipótesis del asesinato se quedó así sin algunos de los principales voceros: la propia jueza, sus abogados y peritos. 

Desde el entorno de la magistrada relataron que ella estuvo ayer en Comodoro Py y le entregó su renuncia como querellante al juez de la causa, Julián Ercolini. La decisión abarca también a sus hijas, Iara y Kala, que tampoco se van a presentar como querellantes. El texto está firmado, además de Arroyo Salgado, por sus tres abogados: Juan Pablo Vigliero, Manuel Romero Victorica y Federico Casal. Quedará como querellante la madre del fiscal, Sara Garfunkel, con el patrocinio del ex fiscal Pablo Lanusse, que ha tomado la causa como una militancia en Cambiemos ya que en forma permanente pide medidas que apuntan contra Cristina Kirchner.

Por fuera del escrito, las versiones detallan los siguientes argumentos para explicar la renuncia de Arroyo Salgado a ser querellante: 

  • Que ya consiguió su objetivo porque la causa iba hacia la hipótesis del suicidio y que la acción de Arroyo Salgado fue la que llevó el expediente a la justicia federal y ahí torcieron las cosas hacia la hipótesis del homicidio. Contaron con la ayuda del Poder Ejecutivo y los servicios de la Gendarmería que aceptó firmar una pericia que se derrumba cada día. En esa situación consideran que es el momento propicio para irse.
  • Se argumenta que en este momento la causa está en una meseta porque hay que encontrar un asesino que, obviamente, no aparece. Sucede que todas las pruebas sólidas demuestran que Nisman se suicidó. Entonces la supuesta investigación entra en el terreno de echarle la culpa a servicios de inteligencia. “No tenemos ni estructura ni presupuesto para investigar algo así”, señalan cerca de la jueza. 
  • Arroyo Salgado habla de amenazas en el texto. Resulta llamativo que en la causa no figure ningún tipo de denuncia por amenazas recibidas por la familia. Y tampoco es congruente que una jueza renuncie a una querella porque el Ejecutivo o la Policía Federal no hayan podido esclarecer un caso de amenazas. Cerca de la jueza le aclararon anoche a este diario que la referencia no es a amenazas relacionadas con el caso Nisman, sino principalmente de narcos que ella tiene bajo investigación en San Isidro, lo que le generaría una fuerte saturación. Sin embargo, tampoco hay registro de esas amenazas de San Isidro en la Policía Federal que es la que custodia a la jueza.  
  • Según parece, Arroyo Salgado no quiere quedar con el caso Nisman en medio de la campaña electoral del año próximo. Dice que “la usan”. La realidad es que la jueza acompañó a Mauricio Macri en el debate con Daniel Scioli, una evidencia de cómo politizó ella misma la causa. 
  • Con el transcurso del tiempo, afloraron los aspectos más negativos de la personalidad de Nisman. Cuentas ocultas en el exterior, una fortuna injustificable, departamentos sin declarar y también dos terrenos ocultos en Punta del Este. Quedó claro que vivía una vida ostentosa en alianza con servicios de inteligencia nacionales y extranjeros. Para colmo, en el juicio que se está haciendo sobre el asalto al cuartel de La Tablada, surgieron elementos que probarían su complicidad en la desaparición de cuatro militantes, un delito de lesa humanidad. Un ambulanciero del Ejército declaró, hace pocos días, que le armaron una declaración falsa entre un auditor de la fuerza y el propio Nisman. 

Sea como fuere, la decisión de Arroyo Salgado es dar un paso al costado, algo que viene meditando desde principios de año. El primer esbozo del escrito presentado ayer se hizo en febrero. La hija mayor, Iara, ahora de 18 años, también influyó en la decisión. Cerca de la jueza aclararon que Arroyo Salgado no hizo reserva de su derecho a iniciar un juicio contra el Estado. Es decir, que renuncia a pedir una indemnización. Pero en realidad ese derecho lo tienen las hijas y nada las inhabilitará en el futuro a hacerle el juicio al Estado si es que la causa no concluye que Nisman se suicidó. 

La renuncia de Arroyo Salgado como querellante se traduce, en términos concretos, en una parte que se retira de un debate y una causa judicial que se le está haciendo cada vez más desfavorable. Era invertir esfuerzo, desgaste político y dinero en algo que está con poco viento a favor.

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