El viernes 16 de diciembre del 2016 a 508 personas nos llegó un maildetallando que aun cuando habíamos sorteado exitosamente los requisitos para entrar a la carrera de Investigador/a del CONICET no podríamos acceder al puesto por un tema de presupuestario. La protesta no se hizo esperar. El 23 de diciembre se logró un nuevo acuerdo en el que se incluía la prolongación de becas para los/as afectados/as. Las temperaturas escalaron, aún más, cuando con el pasar de los días, resultó cada vez más concreta el intento de instalación de una campaña de desprestigio a la tarea de investigar, principalmente, en las redes sociales. Varios/as de los que fuimos atacados/as nos dedicamos al campo de las ciencias sociales, llevamos adelante nuestra tarea con sectores sociales que históricamente han sido vulnerados y sabemos que el blanco de las burlas supera nuestra acción (siempre factible a mejorarse) y se trata, más bien, de un gesto que desprecia el pensamiento crítico.
Desde hace ocho años trabajo en el CONICET abordando cómo es la experiencia educativa de los y las jóvenes que se reconocen como GLTB en la escuela secundaria porteña. En los últimos años he focalizado mi indagación sobre los y las jóvenes travestis, transexuales y transgénero dado que es el grupo con mayor desigualdad educativa. Además, junto a un grupo de colegas, venimos analizando la formación docente: pieza clave para la implementación de políticas públicas.
Mientras somos parte de una cotidianidad donde las sexualidades tienen lugar bajo parámetros más amplios donde ejerce un rol protagónico el feminismo, los movimientos sociales (por ejemplo, Ni una menos o el Frente por la ESI) también advertimos, la persistencia de la violencia género, el aumento de los feminicidios y travesticidios, las muertes de mujeres por abortos clandestinos o cómo persiste el hostigamiento según la forma de vivir la sexualidad.
Para muchos/as de estos/as jóvenesla escuela se constituyó en el lugar privilegiado para decir quiénes son. Encontraron docentes y compañeros/as con el cuales construyeron un andamiaje identitario. No obstante, la desigualdad es constante. Desde las agresiones veladas por el chiste hasta la exclusión sistemática. La escuela enseña una jerarquía diferencial sobre las sexualidades y eso vulnera a todo el estudiantado.
En un contexto político donde la implementación de la Ley de Educación Sexual está en riesgo, la capacitación docente desarrollada desde el Programa Nuestra Escuela está en la mira, se veta la Ley de Embarazo y Trombofilia el ataque a la investigación en estos campos es una arista más de las dimensiones que adquiere la palabra ajuste para este gobierno. Ajuste económico, ajuste a la ciencia y ajuste en los derechos de la ciudadanía. Por eso, el 4 de febrero los 508 afectadxsdirectxs e investigadores en general nos volvemos a juntar para continuar el plan de lucha/reclamo.
* Investigadora y docente de Ciencias de la Educación de la UBA y postulante a la carrera de ingreso del Conicet.