El Banco Mundial estima que la economía argentina cayó 2,8 por ciento en 2018. Fue la cuarta recesión más profunda del mundo, solo superada por las contracciones experimentadas en Venezuela, Guinea Ecuatorial y Nicaragua. Con una retracción del PIB proyectada de 1,7 por ciento para este año, el país conservará su posición en el listado que conforman los 153 países relevados por la entidad. “Argentina continuará contrayéndose en 2019 a medida que la profunda consolidación fiscal resulte en una pérdida de empleo y la reducción del consumo y la inversión”, anticipa el informe sobre las perspectivas económicas mundiales del Banco Mundial al referirse a las consecuencias del programa de austeridad pactado con el FMI. El documento destaca, además, el impacto negativo de las altas tasas de interés sobre la inversión privada y los balances de las empresas. 

Los países que cerraron el año pasado con una caída en sus niveles de actividad fueron siete. La mayor contracción fue para Venezuela que, según calculó el Banco Mundial, se desplomó 18 por ciento. En segundo lugar se ubicó Guinea Ecuatorial con una pérdida del 8,8 por ciento y el tercer escalón quedó para Nicaragua, donde el producto cedió 3,8 por ciento. Detrás de esos tres países se ubicó la Argentina. “La crisis cambiaria y el profundo endurecimiento monetario y fiscal, junto con el efecto de una severa sequía resultaron en una contracción de la actividad”, explica el informe al destacar que “la devaluación contribuyó a un aumento en la inflación”. El grupo de los siete países recesivos en 2018 lo completan Angola, que retrocedió 1,8 por ciento; Irán, con una caída de 1,5 por ciento, y Eswatini, con una pérdida de 0,6 por ciento. 

El Banco Mundial no esperaba la crisis Argentina. Comprometida con el “programa de reformas” impulsado por el gobierno de Mauricio Macri, la entidad proyectó a comienzos del año pasado que el país crecería 3,0 por ciento en 2018. Seis meses después, la sequía y la corrida cambiaria obligaron a moderar sus pronósticos hasta un magro 1,7 por ciento. Con el año finalizado, las estimaciones del organismo ingresaron en terreno negativo. La contracción del 2,8 por ciento en el PIB representa un recorte de 5,8 puntos porcentuales respecto de sus proyecciones, el segundo más importante del mundo detrás del ajuste en las proyecciones sobre Irán. “La experiencia de Argentina en 2018 es un claro recordatorio del riesgo que implican los cambios repentinos y generalizados en los sentimientos de los inversores”, sostiene el informe para señalar que “el endurecimiento de las condiciones financieras globales es una preocupación para los países como Argentina y Bolivia que tienen grandes déficits de cuenta corriente o dependencia de los volátiles flujos de capitales”. 

Las proyecciones para 2019 limitan a cinco el listado de economías que terminarán con caídas en el PIB: Venezuela, Irán, Guinea Ecuatorial, Argentina y Nicaragua. “La implementación del programa de austeridad fiscal será desafiante pero debería mejorar la sustentabilidad fiscal de largo plazo”, promete el Banco Mundial. El organismo también comprometió financiamiento para Argentina como parte del programa acordado por el Gobierno con el FMI.

La estimación del Banco Mundial para este año, una contracción de 1,7 por ciento, está en línea con los resultados esperados por el Fondo. Aunque reconoce que seguirá comprimiendo el mercado interno y la inversión privada, el staff del FMI espera que la implementación del programa de ajuste fiscal, contracción monetaria, flotación cambiaria y reformas estructurales logrará relanzar la economía a partir del segundo trimestre. La proyección más optimista la ofrece el Palacio de Hacienda, que previó en el Presupuesto 2019 una contracción del producto de apenas 0,5 por ciento.

Aunque el consumo interno y la inversión continuarán en caída libre, el Banco Mundial espera que a lo largo de los próximos meses la caída en el nivel de actividad debería moderarse por la esperada recuperación en las exportaciones. Sin embargo, el organismo no solo no pronostica una recuperación significativa de los principales socios comerciales del país sino que enciende señales de alarma sobre la vulnerabilidad financiera del país. “Un fuerte incremento en las tasas de interés afectaría a las economías de mercado altamente endeudadas, como dolorosamente descubrieron Argentina y Turquía a mediados del año pasado”, expresa el informe.

Aunque permite realizar comparaciones entre países, el PIB es un indicador limitado ya que, por ejemplo, no ofrece ningún indicio sobre la distribución del ingreso o las condiciones de trabajo. No es una medida sobre el bienestar económico. En otras palabras, la cifra permite dimensionar la magnitud de la contracción experimentada por la economía argentina durante el último año pero eso no significa afirmar que el país se encuentra en peores condiciones que Irán, Nicaragua, Venezuela o Eswatini.

@tomaslukin