Hace muchos años atrás, más de veinte, cuando en Argentina nadie conocía sobre las cocinas del sudeste asiático, abrió Lotus Neo Thai, un restaurante pionero que marcó el paladar –y el camino– de esta gastronomía en el país. Detrás estaban Cecilia Carena y Marcelo Moreno; luego cada uno siguió su camino, ella con Lotus, él con Lulú en San Isidro. Hoy, Marcelo –tras un tiempo alejado de los fuegos– volvió a escena con Punch Curry Bar, en pleno barrio de Palermo. 

El nombre lo deja claro: Punch Curry Bar se especializa en ese plato infinito conocido como curry: una mezcla bien personal de especias y hierbas que se reconfigura en cada hogar y país del continente asiático. La carta muestra tres estilos (todos entre $350 y $430): uno con aires de la India, más especiado y denso; y dos de Tailanda (rojo y verde), aromáticos y explosivos. Cada uno puede pedirse con distintas proteínas, desde carne vacuna a cerdo pasando por langostinos, salmón, cordero o tofu. 

La base de un curry no es el insípido polvo amarillo que se suele conocer acá, sino una pasta con más de diez ingredientes distintos. Para el curry rojo, por ejemplo, Marcelo procesa cilantro (semillas y raíces), comino, pimienta, cilantro, ajíes, lemongrass, jengibre, echalotes, ajo, canela, paprika. Esta pasta se cocina luego con leche de coco casera (partiendo de coco deshidratado), se suma más lemongrass, azúcar, la carne elegida, un toque de salsa de pescado tailandesa y se termina con hojas de albahaca. Servido con arroz blanco, el resultado es una comida completa en un bowl, inundada de sabores y perfumes. 

Aparte de curries la carta ofrece una cazuela (algo más ligera) de abadejo y camarones y algunos woks, como el famoso pad thai con fideos de arroz, cerdo, camarones y pollo. Para beber, cervezas tiradas de Otro Mundo (la American Pale Ale va de maravillas con esta cocina), todo en un ambiente relajado, de bar callejero, donde pasarla bien. Un gran lugar –por la propuesta de autoservicio el precio es algo más alto de lo imaginado–, con curries que son para enviciarse.