El martes por la noche cerca de las 23, Lara María Bertolini paseaba a su perro por Parque Lezama cuando un joven varón de aproximadamente 20 años la insultó a grito de “acá putos y travas no queremos, rajá de acá”. A lo que Lara le respondió “No sé quién serás vos para echarme: si tenés huevos, vení y sácame a trompadas” y siguió caminando. Acto seguido, el joven se acercó y le estrelló una botella en la cabeza, causándole desestabilidad por el golpe y la caída, no obstante, el atacante comenzó a tirarle piedras al perro mientras ella se encontraba en el piso. Lara se levantó y el joven salió corriendo hacia un auto donde había más personas.

Ante el susto, la herida que sangraba y el mareo, Lara se acercó pidiendo ayuda a dos jóvenes que charlaban en la plaza, pero fue ignorada completamente: “Me indigna que ni siquiera en esas situaciones de vulnerabilidad exista cooperación con lxs otrxs, sino el ‘no te metas’. Me acerqué porque me generó confianza ver que tenían los pañuelos verdes en las mochilas, pero nada”, cuenta Lara.

Lara fue asistida y acompañada por un joven que dormía en el banco de la plaza y observó la situación, con quien se dirigió al hospital donde le realizaron una sutura en la herida. Al regresar del hospital acompañada del joven, llamó al servicio médico de su obra social ya que los mareos se agudizaron: “La ambulancia tardo 30 minutos. Y bajó un enfermero que me asistió y me preguntó con tono bien irónico qué hacía en parque Lezama a esa hora. A lo que le respondí: ‘Mire, si me va a verduguear, me pega otro botellazo y listo, total es lo mismo’”, cuenta Lara quien esta semana hará una exposición judicial por los comentarios desafortunados del “profesional”. 

Bertolini es activista, estudia Derecho, y trabaja en la Dirección de agencias territoriales de acceso a la Justicia (ATAJO) del Ministerio Público Fiscal de la Nación. “Es muy preocupante lo que estamos viviendo, antes no podíamos transitar en el espacio público por la persecución policial, ahora, no sólo eso, sino que estamos en una bisagra en donde esos modos de legitimidad los ordena la sociedad bajo su odio, estigmas y habilitaciones simbólicas donde violentar o matar a ciertas minorías saben que no tienen ningún tipo de condena”, concluye Lara Bertolini.