Madre noche
Pieza clave de la trilogía de las brujas de Dario Argento –junto con Inferno (1980) y La tercera madre (2007)– Suspiria, de 1977, es considerada su obra maestra. Por eso cuando el director italiano Luca Guadagnino encaró su remake generó diversas reacciones: del interés a la suspicacia, del abierto rechazo a la acusación de sacrílego por meterse con un clásico de terror de los 70 sin ser un director del palo, lo que hasta podría atraerle una horrible maldición. Finalmente, el estreno mundial de la nueva Suspiria durante la última edición del Festival Internacional de Cine de Venecia (se estrena en Argentina el jueves 31 de enero) dejó en claro que no se trata de una simple remake. O, casi, que no es una remake. Manteniendo el núcleo de Suspiria –una escuela de ballet de Alemania como centro de las actividades de una cofradía de brujas– Guadagnino logra, con la actuación en múltiples papeles de Tilda Swinton, una obra con peso propio, que reflexiona ideológica y estéticamente sobre los cuerpos de las mujeres.
















