Luis Alberto Spinetta, solo con su guitarra en una habitación oscura, ilumina con los versos íntimos de “Hiedra al sol”. Más de dos mil quinientas personas hacen silencio y se dejan conmover por la escena. Sobre el escenario de la Ciudad Cultural Konex, los tecladistas Mono Fontana y Claudio Cardone acompañan la canción con aportes sutiles. “Oh! Tal vez, tal vez, yo te abrace donde estés”, deja escapar el Flaco con su voz amorosa y serena. Promedia El Marcapiel, el espectáculo que demuestra que su obra está viva y sigue interpelando corazones. La imagen de Spinetta se proyecta en una pantalla gigante pero es como si estuviera ahí, de cuerpo presente. De algún modo, lo estuvo. Bajo la dirección artística de Javier Malosetti, que no escondió la emoción en ningún momento, un elenco de músicos que lo acompañaron en sus diferentes proyectos musicales y artistas allegados a su obra repasaron ayer las canciones más significativas de su vasto repertorio. Y celebraron con el público el Día del Músico, que se conmemora, claro, por la fecha de su nacimiento.

La tercera edición de este homenaje, que ya se convirtió en un clásico de verano, entregó momentos de alto vuelo musical y sentimental durante más de dos horas. Una de las premisas de Malosetti fue mantener una banda estable e interpretar las versiones con sus arreglos originales. Sin embargo, el concierto fue dinámico y cada canción adoptó la impronta de los músicos involucrados y los cantantes invitados. “Vamos empezar el viaje de la manera más amorosa”, anunció el bajista antes de invitar a Rodolfo García para que cante “El mundo entre las manos”, de Almendra. En la banda lo acompañaban el guitarrista Guillermo Arrom y Fontana y Cardone, quienes se encargaron de los teclados durante todo el concierto. Al guitarrista Dhani Ferrón, otro de los músicos que tuvo mucha presencia en el escenario, le tocó la difícil tarea de ponerle voz a varias canciones y siempre estuvo a la altura: “A su amor, allí”, del magnífico Para los árboles (2003), y “El marcapiel” (con Cristian Judurcha en la batería), de Tester de violencia (1988) salieron de su garganta.

“Queremos dedicarle estas canciones a Ulises Butrón, que era un gran compañero de Luisito”, dijo Malosetti. El siguiente en subir al escenario fue Baltasar Comotto, uno de los guitarristas más originales que surgió en los últimos años. Comotto hizo una versión reposada de “Vacío sideral” y en “Tu vuelo al fin” –ambas de Un mañana (2008)– le dio lugar a un mayor despliegue y vuelo guitarrístico. Se ganó, claro, la primera ovación de la noche. Pero la lista no dio respiro. Porque luego se sumaron a la banda Gustavo Spinetta en batería, Lito Epumer en guitarra y Ferrón para interpretar “Bajan”, una de esas obras clave de la música argentina. En “Las habladurías del mundo”, de Pescado, Rodolfo García volvió a sentarse en la batería y Epumer la rockeó en “Cementerio club”.

Otro que fue muy bien recibido fue el cantautor Lisandro Aristimuño, el único de los artistas de El Marcapiel que no compartió cruces musicales con Spinetta ni tuvo un contacto directo con él, aunque sí se pueden detectar influencias estéticas en su música. Al patagónico se lo notó muy conectado y conmovido con las dos versiones que le tocó interpretar: “Fina ropa blanca” y “Casas marcadas”. “Es un día muy feliz para nosotros. Es un honor presentar al maestrísimo Machi Rufino”, introdujo Malosetti, que nunca disimuló su entusiasmo. La alegría y el espíritu celebratorio fue una constante en todos los que participaron, tanto arriba como abajo del escenario. Entonces, el ex bajista de Invisible se lució con otra joyita, “Durazno sangrando”, que cantó con el corazón a flor de piel y le imprimió bellos arreglos de jazz. El mismo compromiso demostró en “El anillo del Capitán Beto”.

En esta sintonía llegó el momento de Fabiana Cantilo, amiga del Flaco y profunda admiradora de su música. Ella también aprovechó la ocasión para recordar a Ulises Butrón y dedicarle su actuación. Cantilo hizo una versión pop de “Cuando el arte ataque” y una más visceral de “Quedándote o yéndote”, que se ganó un lugar privilegiado entre las canciones más filmadas por los celulares. En ese mismo ranking también estuvo la sublime versión de “Muchacha ojos de papel” que hizo David Lebón, que la cantó como si estuviera en el living de su casa o en un fogón íntimo con amigos.

La participación de Liliana Herrero, sin dudas, fue uno de los picos altos de la noche. La cantora entrerriana no pasó inadvertida: no solo por su notable actuación, sino porque fue la única que aludió al clima social y político que transita el país. “Estoy agradecida de que Luis haya sido, haya existido. Yo no sé si cantaré bien su música, porque él era único”, arrancó Herrero. “Luis nos dejó una memoria exquisita para sobrellevar la Argentina de estos momentos. Sin esa memoria es imposible pensar una Patria”, dijo y regaló la bellísima “Bagualerita”, una canción inédita que Spinetta le cedió para que ella grabara por primera vez. Después de una encendida versión de “La bengala perdida”, también a cargo de Herrero, el público respondió con dos hits: “Ohh, Vamos a volver, vamos a volver” y el hit #MMLPQTP, mientras Daniel Rawsi seguía el ritmo con la batería.

El segmento más rockero del concierto vino de la mano de Ricardo Mollo, uno de los más ovacionados. Con el baterista Daniel Colombres en escena, Mollo y David Lebón entraron en complicidad para despertar la euforia de todos los presentes con un clásico de Pescado Rabioso, “Despiértate nena”. En “Figuración”, de Almendra, Mollo se descolgó la guitarra y se dedicó solo a cantar. Y logró hipnotizar a las miles de personas que coparon el patio del Konex y agotaron las entradas. Entre el público se podía ver a seguidores de todas las generaciones, desde pibes y pibas de veintipocos hasta adultos que tal vez vieron tocar a Almendra o Invisible.

El clima emotivo continuó cuando llegó el turno de “8 de octubre”, canción que Spinetta y León Gieco compusieron juntos en memoria de los alumnos y alumnas del colegio Ecos fallecidos en un accidente automovilístico en 2006, cuando volvían de realizar una cruzada solidaria en Chaco. “Luis sigue presente entre nosotros. Él nos regaló una canción junto a Gieco. En una parte de la letra, dice ‘mi naturaleza es ser semilla’. Entonces, les pedimos que ustedes sean semilla y se comprometan con la vida. Si van a conducir, no beban. Si un amigo tomó y quiere conducir, no lo dejen. Sean semilla con ustedes mismos y con los demás”, dijo uno de los integrantes del colectivo Conduciendo a Conciencia. Aristimuño, Mollo, Colombres y Epumer le dieron vida a esta emotiva canción.

“Ahora vamos a cantar una que sepamos todos”, invitó Malosetti y todos, abrazados en el escenario, entonaron “Todas las hojas son del viento”. El “Olé, Olé, Olé, Olé, Flaco, Flaco” no se hizo esperar y solo se interrumpió cuando llegó la canción final, “Rutas argentinas”, en la que desfilaron las cuerdas de todos los guitarristas. Mientras Herrero se fundía en un abrazo con Lebón, Fabiana Cantilo improvisaba unos pasos de rock. Malosetti, pieza fundamental en el homenaje, se secaba las lágrimas, agradecía al público por la asistencia y le sonreía a sus compañeros. Otra vez volvía a escucharse el “Olé, Olé, Olé, Flaco...” y era la hora del regreso a casa, con la satisfacción y complicidad de haber sido partícipes de otro cumpleaños más. Una celebración que no tiene fin.