Feminista Mundial entrevistó a Macarena Sánchez, jugadora de fútbol 11 y feminista. El 5 de enero de este año fue notificada por su director técnico que quedaba desvinculada de sus funciones como jugadora en el Club UAI Urquiza, dejándola cesante sin reconocimiento ni de su trayectoria ni de sus derechos laborales. Macarena decidió dar batalla intimando al club y a la AFA con el objetivo de que se cumplan los compromisos asumidos internacionalmente con la Federación Internacional de Futbolistas Asociados –FIFA– en materia de igualdad de género, y a las obligaciones de no discriminación hacia las mujeres que le atañen como entidad promotora del deporte. Este hecho no tiene precedente en el fútbol femenino local, pero sí existen experiencias previas: en la década del ‘30 fueron los trabajadores del fútbol masculino quienes llevaron adelante una huelga para que se les reconocieran sus derechos laborales y la profesionalización del deporte.

¿Lxs futbolistas se perciben como trabajadorxs?

–Yo sí. Quizá no es así para todas las jugadoras porque el club no se lo transmite. Entonces el club no les da recursos, no les da posibilidades de crecer, no las hace sentir ni trabajadoras ni profesionales. Entonces las chicas se lo toman más como un hobbie que como un laburo. En UAI nos tomábamos la actividad como profesionales, aunque se cobre poco o nada.

¿Por qué creés que es importante que futbolistas y deportistas en general tengan una mirada política sobre las disciplinas que practican?

–Creo que todos los deportes deberían estar acompañados de política. Yo lo vivo así, cualquier cosa de la vida es política. No se da en el deporte porque está la cosa de que si el jugador dice algo le puede perjudicar en lo deportivo. Muchas veces es por desinterés o desinformación. En el fútbol masculino pasa mucho de estar en una burbuja, cagado en guita y que te chupe un huevo el mundo real. Me extraña un poco lo que sucede con las mujeres futbolistas. La realidad es que no cobramos nada, entonces me resulta chocante que las mujeres no se comprometan con un montón de causas. Sobre todo por ser mujeres que vivimos en carne propia todo lo que nos pasa. Por eso creo que la política es fundamental, es sumamente importante estar informadas y tomar una postura, una ideología, una visión sobre lo que es el fútbol más allá de lo deportivo.

Comentás que muchas veces no cobran. Entonces, cuando el viático no alcanza, ¿vas y lo negociás con tu director técnico?

–El tema del viático es personal de cada una, una puede ganar cien y otra cero.

Qué paradójico que un deporte colectivo deje a cada jugadora resolviendo individualmente su situación contractual…

–Es algo que maneja cada jugadora. No nos juntamos todas y pedimos un aumento grupal. Estaría buenísimo que suceda, pero no sucede. De hecho hay jugadoras que pagan lo que el club no provee como la ambulancia, médico. Lo pagan ellas.

¿Existe alguna asamblea o comisión donde las jugadoras se junten para pensar estas cosas?

–No. Y es el algo que falta, que cada capitana arme algo, que diga: “che nos juntamos y planteamos las problemáticas de cada equipo”. Porque está bueno que los equipos más poderosos como UAI, Boca, River sepan lo que pasa con el resto de los clubes, porque tienen más llegada a los medios. Y está bueno porque dejás de mirarte el culo y empezás a mirar a los demás.

De acuerdo a tu reciente experiencia, ¿en el UAI Urquiza hay diálogo entre fútbol femenino y fútbol masculino ante situaciones que requieran dialogar con la dirigencia?

–No, es como si fuesen dos deportes diferentes

¿Por dónde se canalizan hoy los reclamos del fútbol femenino?

–Creo que en los medios de comunicación creció mucho a diferencia de años anteriores, nos dan bastante voz, pero también lo usan a su conveniencia. Cuando fue el reclamo contra la AFA del paro de las chicas de la Selección nacional, salió por todos lados, pero cuando vamos a jugar un partido no hay ningún medio. También es importante que estén cuando jugamos porque somos jugadoras. Que difundan los partidos, un pase de una jugadora a otro equipo, cosas futbolísticas.

¿Pensás que el auge del fútbol femenino puede terminar en una burbuja como la del fútbol masculino?

–Sí, claro. Creo que la contaminación del fútbol masculino puede llegar al fútbol femenino, pero es tarea de las jugadoras darle otra identidad. No copiar, aprovechar todo este movimiento de prensa para poder mostrar que el fútbol femenino es otra cosa, que no estamos cagadas en plata, que nos comprometemos con una causa. Eso depende de las jugadoras… y falta más militancia.

¿Creés que con el crecimiento del fútbol femenino se niveló el torneo?

–Creo que niveló mucho que se haya dividido el torneo en dos categorías. Había equipos que perdían 20 a 0 y eso no sirve. Pero en definitiva sigue siendo lo mismo, los mismos equipos que pelean arriba. Una cosa es ir, inscribirlas y tener la licencia, que AFA te la dé y después tener veinte pibas con una pelota que se hace mierda y en una cancha de tierra. No tiene sentido. Además de obligar al club a que tenga fútbol femenino -que igual estaría bueno que surgiera del club, pero bueno los obligan y está bien porque al fin y al cabo ponen disciplina-, también tiene que haber un ente que regule, no podés dejarlo al azar.

¿Un fútbol feminista debería poner en discusión la organización binaria del deporte?

–Sin dudas. Hay muchos casos de chicas trans que no pueden jugar el torneo. Lo planteé como fútbol mixto y a medida que fui haciendo entrevistas me di cuenta que no, que es muy binario. Así que después fui aclarando que es fútbol disidente, no mixto. Estaría buenísimo, pero lo veo muy lejano.

¿Y qué sucede con el lesbianismo en el vestuario?

–En los vestuarios está muy naturalizado que haya lesbianas, el tema es cuando salen afuera. Porque cada una no lo resuelve con su familia, o tienen diferentes situaciones. Creo que cada una tendrá el tiempo de asumirlo. Me encantaría que todas lo saquen a la luz para formar esto de una identidad en el fútbol. En el fútbol masculino es horrible que ningún jugador se admita gay y lo diga abiertamente y está bueno que en el fútbol femenino cada una diga lo que es, lo que siente y eso es parte de esa nueva identidad.

¿Por qué creés que no se habla de sexualidad en el deporte?

–Por miedo a ser atacadx, juzgadx. El deportista de élite formó una imagen ideal en torno a la heterosexualidad. Entonces me parece que es muy difícil salir del closet en un ambiente en el que creen que sos algo que no sos, te idealizan en algo.

¿Qué esperás conseguir con tu reclamo a la UAI, a la AFA y a la FIFA?

–Yo quiero ser reconocida como jugadora profesional y como trabajadora de este deporte, y que esta lucha repercuta sobre las demás jugadoras de fútbol. Que todas sean reconocidas como jugadoras profesionales, y que los mismos derechos que rigen para los hombres, sean también implementados en las mujeres futbolistas.