Desde las gélidas tierras de Utah, al oeste de Estados Unidos, arriban noticias del festival Sundance, meca del cine indie que antaño propulsó las carreras de Sofia Coppola, los hermanos Coen o Todd Haynes. En estos días, Robert Redford ha dado un paso al costado de su eterno rol de host (fundó el festival, después de todo, allá en 1985); Jane Campion oficia de jurado, notable entre notables; y el docu Leaving Neverland sigue dando de qué hablar. De las 112 películas exhibidas, el 40 por ciento está dirigido por mujeres (incluida la esperada cinta Untouchable, de la brit Ursula MacFarlane, sobre el ascenso y caída de Harvey Weinstein), el 36 por realizadores afro, un 15 por artistas LGBT. Y en su afán por diversificar las voces, han acreditado mayoritariamente a periodistas de “minorías infra representadas”, según se encargó de aclarar la propia organización. Así y todo, acaso una de las grandes noticias de las recientes jornadas en Sundance son los coletazos que ha traído una propuesta lanzada en una mesa de debate. Esta es la crónica de lo que raudamente devino fenómeno viral… 

Los pasados días, durante un panel de discusión sobre género, raza y cine, la disertante Stacy L. Smith, profesora de la USC Annenberg Inclusion Initiative, dispensó una alarmante estadística: de los 1200 films más taquilleros de 2007 a 2018, solo el 4 por ciento fueron dirigidos por una mujer. Sí, sí: en más de una década, apenas un 4 por ciento. No conforme con pintar un descorazonador panorama en la más que desbalanceada industria del cine estadounidense, propuso Smith una posible solución, un desafío para ayudar a revertir la situación: el 4 Percent Challenge, que llama a que actores y actrices, productores y demás, se comprometan públicamente a laburar con una realizadora en los próximos 18 meses y, claro, cumplan su promesa. “¿Están de acuerdo los presentes?”, inquirió Stacy; y al unísono recibió un festivo y ratificador: “¡Hell, yeah!”. 

Por fortuna, el asunto no quedó en un mero quien-quiera-escuchar-que-escuche, inmediatamente tomó status semi-formal. Porque, como propuesta conjunta de TIME’S UP y de la Annenberg Inclusion Initiative, el #4PercentChallenge quedó oficialmente plantado cuando, ese mismo día a través de Twitter, la primorosa actriz Tessa Thompson –también juradoen Sundance, valquiria en Thor y presunta novia de Janelle Monáe– levantaba el guante y se comprometía a trabajar en el próximo año y medio con una directora mujer (prometía además duplicar el número de entrevistas que daría a periodistas mujeres, en especial de color, de aquí en más). 

Thompson etiquetó a colegas, que aceptaron y a su vez taggearon a otros, y el asunto terminó siendo reverberante desafío viral. Uno que bien podría ayudar a mover la estática aguja de la desequilibrada balanza en Hollywood. Y que, sobra decirlo, está en las antípodas de los desafíos pavos, cuando no descabellados, a los que nos tiene acostumbrado internet (sea la paparruchada del Ice Bucket Challenge o “El suelo es lava”, sea el reto de la botella o del maniquí).

¿Quiénes se sumaron al desafío del 4 por ciento? Pues, son muchos para enumerarlos a todos, pero hete aquí una sucinto recuento: la actriz Amber Tamblyn dijo sí, también el encantador actor Adam Scott. Las enormes Reese Witherspoon y Rosie Perez. Brie “Capitana Marvel” Larson, Bryce Dallas Howard, la chicuela sensación Constance Wu, Rashida Jones. Gina Rodriguez (Jane The Virgin), Susan Sarandon, Jennifer Lopez, Kerry Washington (aka Olivia Pope). Liz Hannah, guionista de The Post, laburo por el que fue nominada a los Golden Globes; Steven Canals, de la serie drag Pose. La productora Amy Beth Pascal, ex presidenta de Sony Pictures Entertainment. La comediante Amy Schumer el comediante Jordan Peele. La vestuarista de cine y tevé Arianne Phillips, también estilista de Madonna. El actor Armie Hammer, protagonista de Call Me by Your Name. Tampoco faltó, albricias, albricias, la entusiasta respuesta positiva del productor, director y guionista J.J. Abrams y su empresa Bad Robot. A tal punto el hype que Universal Studios se convirtió en el primer gran estudio en aceptar el #4PercentChallenge, instando incluso a otras majors a subirse al bienhechor tsunami. Al momento de ser escrita esta nota, empero, Disney, Warner Brothers y Paramount Pictures todavía se hacían los suecos…

Bueno sería que por fin se despabilen y confíen a mujeres más proyectos de peso. Porque mucha cháchara y corrección política pero, en los hechos, la cantidad de realizadoras detrás las principales pelis –en lo que a taquilla refiere– ni siquiera se mantuvo igual de 2017 a 2018: según un relevamiento reciente, bajó 3 puntos porcentuales. Además, como expresó TIME’S UP en comunicado oficial, “investigaciones demuestran que las películas dirigidas por mujeres son más inclusivas en términos de incorporar más personajes femeninos en pantalla, en especial mayores de 40 y de minorías étnicas sub-representadas. Además, las realizadoras suelen contratar a otras mujeres en roles clave detrás de cámara”. 

“Nuestro objetivo es humanizar los procesos de producción para que todos los grupos puedan prosperar en el trabajo en contextos seguros. Este es un paso en esa dirección”, cierra la agrupación en referencia al #4PercentChallenge. Que llega, dicho sea de paso, en un momento más que propicio. La indignación está a la orden del día en miras del anuncio de las nominaciones a los premios Oscar. Nos dicen que tenemos que festejar que alcanzaron su récord histórico de mujeres ternadas, pero ¡vamos!, que no llegan al 30 por ciento. Colmo de males, ninguna damisela figura en la categoría Mejor Dirección, y eso que había favoritas unánimemente aclamadas por la crítica norteamericana: entre ellas, Debra Granik por Leave No Trace; Lynne Ramsay por You Were Never Really Here; Chloé Zao por The Rider; Karyn Kusama por Destroyer; Jennifer Fox por The Tale... ¿De verdad ninguna merecía ser nominada? Solo cinco mujeres lograron colarse en esta terna en las 9 décadas de historia del Oscar. Urge que el desafío dé frutos; urge que ocurra ASAP.