Desde Mar del Plata
Cada uno de los turistas, en lo más profundo de su corazón, espera que salga el sol para ir a la playa. El paisaje de la tarde marplatense brilla en el Museo MAR, durante la primera jornada de La Noche de las Ideas (NDI), organizada por la Embajada de Francia en Argentina con el apoyo de la Fundación Medifé. El dilema “existencial” no es zambullirse en el mar o escuchar hablar del pasado, del presente y del futuro. Los que estuvieron en las carpas tempranito, rumbean hacia el museo, inaugurado en diciembre de 2013. El murmullo ambiente transmite entusiasmo ante la simultaneidad de propuestas de la programación. Algunos miran la programación y buscan el “punto de encuentro” o el “bar literario” o van hacia el hall del primer piso. Hay muchas personas fascinadas con las “Arquitecturas provisorias”, una performance de Mariana Bellotto y Grupo Performático Sur (GPS), interpretada por Natacha Berezan, Nayla Manganiello y Camila Almeida; acciones coreográficas que irrumpen en los diversos paisajes de la NDI sorprendiendo al espectador desprevenido y produciendo imágenes poéticas con unas cintas de casete, con las que se enredan los cuerpos de las bailarinas.

El embajador de Francia en Argentina, Pierre Henri Guignard, destaca que la NDI busca fomentar el diálogo entre los pueblos. “El entusiasmo planetario con La Noche de las Ideas tiene que ver con la consciencia de que estamos viviendo un tiempo de transición; existe una percepción compartida de que nos encontramos en una encrucijada de nuestra historia y que este cambio lo enfrentaremos mejor si lo hacemos juntos. Estamos ante una multiplicidad de crisis que introducen un temor al futuro”, dice el embajador y agrega que hay desafíos múltiples y globales que encontrarán soluciones a través del diálogo y la participación ciudadana. El embajador propuso escribir la historia de “los futuros del pasado”, inspirado por el historiador Patrick Boucheron. “Escribir la historia de las voces, de los senderos, de las esperanzas, de las posibilidades que no ocurrieron, nos permite sobre todo evitar el fatalismo que consiste en pensar que las cosas no podrían haber sido de otra manera. Nos evita caer en el conformismo. A mundo nuevo, historia nueva. Escribamos juntos la historia que está por venir”, concluye Guignard.

En “Tiranía y aceleración del tiempo” el escritor Carlos Gamerro, el historiador Patrick Boucheron y el físico Jean-Philippe Uzan analizan qué es el tiempo para cada una de sus disciplinas, con la moderación de Alejandro Katz. Uzan explica que para la física “el tiempo es una  historia de amor” y revela que se han necesitado veinte siglos para acceder a una definición operativa del tiempo y recuerda que Isaac Newton escribió que los términos de tiempo, espacio, lugar y movimiento son conocidos por todos. El físico francés menciona el tiempo microscópico, que es el tiempo que se define tal como está en la hora de teléfonos y computadoras; el tiempo geológico, el astrofísico y cosmológico. “En el siglo XX se entendió que el universo tenía una historia, que ha habido acontecimientos y que se pueden fechar. El universo tiene 3,7 mil millones de años, pero olvidamos que esa noción no tiene sentido fuera de determinado marco teórico que define lo que es la edad. El tiempo está presente en todas partes y los físicos somos muy sensibles a definir cuál es su noción”. 

Boucheron cuenta que entre el tiempo físico y el tiempo narrado “el historiador encuentra su lugar, pero es el lugar de la incertidumbre” y comenta que Marc Bloch decía que “la historia no es la ciencia del pasado, sino la ciencia del cambio social” y que “somos hijos de nuestro tiempo, al igual que somos hijos de nuestros padres”. Escuchar al autor de Conjurar el miedo es una experiencia poética. “El historiador está obligado a seguir el curso del río mirando cómo el paisaje va desfilando y puede desembarcar en algún sitio y ver el tiempo pasar. El tiempo es lo impensado del historiador, él no sabe nada de ese tiempo más que cualquier otra persona. Yo trabajo con el tiempo como un pintor trabaja el color, sin estar obligado a saber qué es el color. Esta manera de trabajar con el tiempo, que también es una manera sensible, los historiadores la oyen al oír a los escritores. En el fondo, los historiadores debemos ser contemporáneos de la ciencia y de la literatura que se crea. Ese el puente que construye nuestra disciplina”. Gamerro advierte que en una novela se puede hacer pasar diez años en un párrafo, pero el párrafo transcurre unos minutos en el tiempo de la lectura. “El teatro, al igual que el cine, no puede resumir, pero el teatro tiene la posibilidad de la espacialidad de tiempos simultáneos. Cuando recordamos no nos teletransportamos al pasado, estamos en el presente y la conciencia está divida entre el presente y las imágenes del pasado. Yo tenía una idea errónea sobre cómo funciona la memoria y se parecía mucho a esta temporalidad simultánea. Siempre que se narra un sueño se convierte en otra cosa, donde parece que la experiencia se ha perdido porque se traduce a un tiempo sucesivo algo que no es sucesivo”.