Todo comenzó en Venezuela. Cuando vi que alguien a quien nadie votó para ese cargo podía autodenominarse Presidente Encargado (menospreciando así a  todo/as lo/as Presidentes y los Encargados, que sí fueron elegidos y cumplen dignamente sus tareas diarias), me pregunté ¿Y por qué yo no?

Como mi psicoanalista estaba de vacaciones y no lo iba a llamar por una cuestión que sólo nos incumbe a mí y a mi narcisismo (que, diría mi parte de izquierda, somos lo mismo), decidí entonces declararme Presidente.

En una emotiva ceremonia en la que no faltaron los knishes ni la gaseosa light, me tomé juramento, me entregué el  “alfajor de mando”  me abracé y me dije “Si así no lo hiciereis, no lo hiciereis”,(no me iba a demandar a mi mismo. Ningún juez lo aceptaría).

Ahora solamente necesitaba un país.

Como no iba a pelear por territorios a los que no tengo derecho, y mi casa,  si bien es de mi propiedad, pertenece territorialmente a la Argentina, decidí que fuera “un país sin territorio” . 

Eso no lo hace menos digno. Por el contrario, lo hace mucho más digno que algunos otros que, teniendo territorio propio, igual codician el ajeno haciendo caso omiso a lo que dicen la ONU y los Diez Mandamientos a la vez.

El país tenía que tener un nombre. En homenaje a su fundador, lo llamé Rudylandia. Nombre fácil de recordar, simpático, y que a nadie se le ocurriría tomarlo con solemnidad. ¿Se imaginan a Trump y sus adláteres preguntando “¿Invadimos Rudylandia?” “Si, y mañana Huevofritemburgo” o “Hamburguesolia”  “No sé, ¿que tienen de bueno en Rudylandia?” “Humor” “naaaaaa”

Igualmente, y por las dudas, decidí que el presidente de USA en Rudylandia, es Bernie Sanders. Y el Vice, Noah Chomsky.

Tenía/mos que tener un himno.  En forma provisoria, tomamos “el hit del verano” como canción nacional. Ustedes ya saben cuál es, y cómo cantarlo.  Eso ayuda.

Bueno, ahora sólo se trata de tomar medidas y aclararlas. Para lo cual tenemos dos ítems “Medidas” para las medidas (obvio) e “Innecesarias” para las aclaraciones. Empiezo ya:

  • Primeras Medidas: El dulce de leche no engorda, el colesterol  se normaliza por decreto y Nefli es gratis para todas y todos
  • Se subsidia el sexo. Se considera “sexo” solamente al acto ( sexual, no vale partido de futbol ni discusión sobre geopolítica) en el que todo/as las protagonistas del mismo están físicamente y simultáneamente presentes en el mismo sitio”. (“AKA “ sexo presencial). Para el “virtual”, o como se llame, buscarán otro sustantivo
  • Se subsidian las charlas de amigo/as. Pero está prohibido hablar de lo que a uno/a no le importa. Para eso están las “reuniones sociales”, que el Estado no estimula. En las charlas de amigos, café del bueno y mate, totalmente gratis
  • Para evitar la brecha (mal llamada grieta) se aceptan tanto la pizza a la piedra, como “al molde”, pero con la menor cantidad de grasa posible. 
  • El idioma inclusivo de Rudylandia es el idish ( Gracias Jorge Schussheim). “Mame” es “mamá”, “tate” es “papá”; “bobe” es “abuela”, “Zeide” es abuelo, “méidele” es “nena”, “ínguele” es nene”, “Mishíguene” es “loco”, “mishpóje” es “familia”. ¡Todo con e final!
  • La forma de gobierno es “monajopediarquía” o sea “gobierno de los hijos únicos”. Es tan arbitraria como cualquier otra, y funcional a este estado.
  • No hay “moneda oficial”. Pero “la pregunta” es la moneda de cambio y constituye un capital.  Vale mucho más que “la respuesta”, sobre todo si genera “otra pregunta”.
  • No hay en Rudylandia humo de tabaco. Las fumadores son bienvenidos, en tanto no fumen mientras estén en su territorio inexistente
  • No hay en Rudylandia Mayorías y Minorías. Importa lo que les pasa a todos,  y a cada una. No se cree en las estadísticas ni en las tendencias ni en las normas. Sí en las leyes. Y en las deliciosas recetas. 
  • En Rudylandia “Sujeto (lo que sos)” no es lo mismo que “Subjetividad (como te percibís, como te  inscribís en la época”). (Gracias Jorge Alemán).
  • En Rudylandia hay una “velocidad máxima” para la vida. Nadie puede vivir más de un año por año.
  • Sólo para quien lo solicite, se emite un DNA –Documento Nacional de Autopercepción– en la que el/la/lo Sujeto/a/e podrá recategorizarse cada vez que lo desee (cada tres segundos, por ejemplo), en género, número y especie (puede pasar de ser un joven a 5 zapallos o 2 mamuts) y tendrá validez para su propia autoestima y la de sus amigues.
  • En Rudylandia se subsidia el uso de preservativos (aunque sólo con fines sexuales, no de censura ni alimenticios). Basta con que una persona – de las que participan– lo requiera. Si alguien se niega a usarlo –sea quien sea– el sexo no se “produce”. Se pierde el subsidio, y además el infractor deberá darle “un alfajor de dulce de leche con touch de frambuesa a la otra persona”.
  • En Rudylandia “No” (nao, nyet, Lo, nein, nopo, oji) quiere decir NO. En cambio SÍ (Yes, oui, tak, io, ia, ken, ne, sipi) quiere decir SÍ. Jamás deben confundirse estas palabras, ni su sentido (no son difíciles de entender) cuando otra/o la dice.Tampoco se puede usar una cuando se quiera usar la otra. Never. La neurosis no es un atenuante, ya que el otro/a también la tiene.
  • En Rudylandia  todas las personas son diferentes, pero no por ello mejores que las demás
  • No se permiten celulares en escuelas y colegios. Habrá detectores que los bloquean a la entrada y desbloquean a la salida.  Por el contrario las escuelas y colegios son un lugar para desbloquear las neuronas y la creatividad. 
  • En Rudylandia los deportes tienen un sentido lúdico, son juegos, no  profesiones
  • En Rudylandia se comprenden las peleas por el poder, pero no se toleran las peleas por “pequeñas diferencias narcisistas” (Gracias de nuevo, Jorge Alemán). Los que incurran en eso serán condenados a 15 años de psicoanálisis o 25 knishes. 
  • En Rudylandia el amor no es ni puede ser un negocio. Siempre “se pierde”, y el otro/a es un sujeto (Gracias Darío Sztajnszrajber). El amor  no debe ser jamás de los jamases confundido con deseo sexual, bajo pena de frustración.
  • En Rudylandia no se supone, se pregunta. Quienes supongan tendrán que cargar con el costo de sus propias suposiciones, que siempre son erróneas.
  • En Rudylandia se celebra la vida (y el humor), de todas las maneras posibles, con la consigna de no dañar ni dañarse. 

¡Pueden venir cuanto/as quieran, que serán tratado/as bien! (Gracias Charly García).