Los diálogos de la música de raíz con la tradición académica y sus contingencias son una alternativa siempre interesante para la de la música argentina y sus elaboraciones. El domingo a las 19 en la Usina del Arte –Agustín Caffarena 1, en La Boca– comenzará un ciclo de tres conciertos, que incluirá expresiones que dan cuenta de los posibles cruces entre oralidad y escritura que definen una tradición en perpetuo movimiento. Argüello-Magud Ensamble tendrá a su cargo el primer concierto de la serie que continuará el domingo 17 con Sabalaje Ensamble y culminará el 24 con el Alejando Manzoni Octeto. Las entradas se pueden reservar en el sitio web de la Usina del Arte o por la boletería del espacio, hasta dos horas antes del concierto.

“Primero como dúo y luego como ensamble, nos fuimos enriqueciendo y nutriendo de diversas propuestas, tanto de la música popular como de la música contemporánea. De esa forma generamos nuestro modo de abordar y habitar el sonido y la música popular de la región”, explica Manuela Argüello, cantante del Argüello-Magud Ensamble. “Luego surgió la necesidad de expandir el dúo de voz y guitarra, entonces pensamos en un ensamble reducido, pero que exprese una paleta sonora amplia, enriquecida por el color de cuerdas y aerófonos, además de base y percusión”, interviene Miguel Magud, guitarrista y arreglador del dúo devenido en ensamble. Emiliano Álvarez (clarinete), Pablo Sangiorgio (violín), Horacio Cacoliris (percusión) y Juan Carlos Estivill (bajo), completan la formación que el domingo contará con la participación como invitados de María Cullen en flautas, Lucas Nikotian en piano y la cantante Silvia Juan Bennazar.

Dejarse atravesar por el sonido y la palabra. Esa es para Argüello-Magud una de las formas de extender un puente entre la música contemporánea y el folklore, a partir de inspiraciones que sin mayores prejuicios mancomunan Mauricio Kagel y Jaques Morelenbaum, Atahualpa Yupanqui y Freddy Mercury, Liliana Herrero y Morton Feldman, Violeta Parra y Oregon, por ejemplo. “La poesía y su conjunción con la melodía es el primer interrogante que abordamos cuando decidimos arreglar una canción. Qué dice un texto y cómo eso se entrelaza con la sonoridad, con las texturas y el clima general que le podemos dar a un tema. Eso nos lleva a explorar territorios que nos resultan inciertos, incluso como reflejo de la incomodidad del mundo en que vivimos. Hay mucho de ideológico en el tratamiento musical que buscamos”, asegura Magud. “Hay algo que nos lleva mucho al repertorio del Litoral, más allá de las influencias y herencias familiares de esta región. Sentimos la necesidad poder interpretar desde nuestro lugar, que es Buenos Aires, las vivencias de los habitantes del Litoral, sus oficios, sus preocupaciones y en particular ese vínculo con la sabiduría que da la contemplación de los ciclos de los ríos, de la luna y de la naturaleza. Nos sentimos muy cerca de esa latitud”, agrega Argüello.

“En mi caso, el punto de partida siempre es la conexión de lo ancestral con lo contemporáneo”, explica Camilo Rainers, pianista, director y arreglador del Sabalaje Ensamble, que el domingo 17 presentará en el ciclo su primer disco, Tras la huella. Se trata de un trabajo con obras propias y reflexiones sobre obras de Yupanqui, Violeta Parra y Ramón Ayala. “Creo que el desafío es traer al momento y al lugar en el que vivimos sonoridades originarias, para decontruirlas y reformularlas. Si bien cada proceso de creación es único, en general hay dos interrogantes que me sobrevuelan: ¿el evento sonoro que estoy agregando a la música es realmente fundamental y necesario?; ¿qué tan enraizado está el paisaje musical sobre el que estoy trabajando?”, agrega el director del ensamble que se completa con Andrés Reboratti (flauta), Pamela Sleiman (clarinete), Gonzalo Braz (clarón), Mai Prieto (violín), Maite Unzurrunzaga (viola), Gabi Areal (violoncello), Fernando Santodomingo (percusión), Julián Mekler (contrabajo) y Valentín Reiners (guitarra), además de Virginia Blanco como cantante invitada.

Raíces, ancestros, mestizaje, paisaje musical, tiempo, espacio. Estos son algunos de los elementos que contribuyen a configurar una idea de una música argentina capaz de proyectar una síntesis del sonido contemporáneo. “Me resulta muy complejo pensar en un ‘sonido argentino’, porque la paleta sonora de nuestro país es muy vasta. Hay músicas que por cuestiones comerciales inciden en el gusto y son más hegemónicas que otras, pero eso no quiere decir que sean más argentinas”, asegura Rainers. “Desde hace más de cincuenta años que se dan experiencias que delinearon una impronta contemporánea para la música de raíz. Eso surge de los desarrollos de la riqueza rítmica del folklore y del particular abordaje de la guitarra y el piano, principalmente. Por ahí desde adentro nos cuesta percibir el alcance de ese ámbito sonoro ampliado del que somos parte. Pero creemos en perspectiva es un sonido que nos singulariza”, sintetiza Argüello. “Pienso que la misión de los músicos contemporáneos argentinos interesados en la música del país es dar a conocer las diferentes corrientes y estilos y ampliar su difusión. Siempre con una mirada creativa, revisionista y reformuladora que nos pueda dar una mayor proyección global, para una mejor comprensión de nuestra idiosincrasia y nuestro mestizaje cultural”, concluye Rainers.