¿Cómo está, deudólar? ¿Cómo andan esas vacaciones, querida compatrioteura? ¿Ya salieron, se fueron, volvieron, se quedaron, pagaron, negociaron, devaluaron, se tostaron,  defaultearon, aumentaron de peso, de centavo?

¿Vieron que el Sumo Maurífice cambió el concepto de las vacaciones? Sí, porque hasta el 2015, la gente “se iba” de vacaciones. Ahora, “se queda” de vacaciones.

Así se pasa el verano, descubriendo las bondades de permanecer en el propio hogar, donde puede descubrir muchos espacios que le eran desconocidos del propio mundo, conectarse con la fauna (si la tiene; si no, igual dicen que hay epidemia de Samsas- léase cucarachas pero en tono kafkiano-), la flora (sea local o intestinal), y todo en un clima tropical, ya que si se le ocurre usar el aire acondicionado, más le hubiera valido pagarse un viajecito con todos los chiches para la familia en pleno, tarifas mediante. Hablamos de un viaje en avión, claro, porque si se tratara de uno en subte o colectivo, ya ahí el presupuesto se hace inabordable para una familia.

Porque este es el gran éxito del Sumo Maurífice y su Mejor Equipo contrario de los últimos 50 años: hacerles creer a los argentinos que lo que está todo bien (que sale el sol todos los días, pongámosle) es gracias a ellos; que lo que está todo mal (la economía, pongámosle), es por culpa del gobierno anterior; y que lo que está todo horrible (la lista no cabe en esta nota, pongámosle), en verdad está muy bien (gracias a ellos) pero la gente lo ve muy mal (por culpa del gobierno anterior).

Con ese criterio un ruidazo es la manera que tiene el gobierno de lograr que la gente se caliente sin gastar gas, que los autos no se muevan (al estar cortadas las calles) y de esa manera ahorren combustible. Que las multitudes disfruten de la mutua compañía en las calles de la ciudad, estimulando los vínculos sociales. Que el pueblo goce (no a través de sus representantes) de un bello espectáculo autogestionado, sin necesidad de pagar entradas (no les demos ideas).

Todo esto es muy importante, porque este es un año electoral, y la gente tiene que estar contenta. Porque si no están contentos, capaz que van y votan a otros.  Se van, o mejor dicho, la gente se queda, y ellos se van.

El Sumo Maurífice y la Patrix recargada lo saben. Por ahora, entienden, no es efectiva la promesa electoral de “reprimir a quien no los vote” (no ponga cara rara, deudólar, que en Brasil ya les estaría funcionando), mal que le pese a “la Patricia es el otro”. Eso de “Si me dejás te reprimo”, por suerte no está bien visto en esta sociedad.

Tampoco serviría que el Sumo Maurifice se autodenomine “presidente encargado”, ya que para poder hacer eso y tener el apoyo de los EE UU, necesitaría que del otro lado haya alguien a quien derrocar aduciendo que no le da de comer a los elefantes o que no es lo suficientemente neoliberal. O que el gobierno anterior no es “anterior”. O algo así.

Durante estos  tres años que pasaron, el plan económico  fue “que todo ande mal por culpa del gobierno anterior”, y fue efectivo. Pero se acerca octubre, y luego diciembre (previo paso por noviembre), y corren el riesgo de que, después del 10 ¡el gobierno anterior sean ellos mismos!

¡Si algo no quiere el Sumo Maurífice es ser “El Gobierno anterior”!

¡Odia ser el gobierno anterior, porque sabe que el gobierno anterior siempre tiene la culpa de todo! Yo creo que es capaz de cualquier cosa por no ser “Gobierno anterior”.

Un poco hay que entenderlo, a otros niveles de la vida. Por ejemplo, si una pareja se separa, cada uno pasa a ser “el” o “la” anterior en la vida del otro/a. ¡También conocido como “El, o la EX!

Hay pocas y gloriosas excepciones, donde el vínculo con los ex se mantiene amistoso, incluso amoroso, o al menos respetuoso y amable.

Debería ser así si uno compartió un vínculo de amor con otra persona, quizás convivió, tuvo hijos, mascotas, plantas autos, proyectos en común, podría ser que, en nombre de ese pasado, se entienda que “lo que fue fue, y lo que ya no es, no es”.

Pero según datos sociológicos aportados por una prestigiosa profesional estudiosa del tema, solo el 12,5 % de las “ex parejas” logra que el  término “ex” no destruya y reduzca a la nada el recuerdo del lado bueno de lo que fue y no ex… digo “no es”.

En general los y las ex se recriminan, se reprochan, se retuercen, se repelen, y varias “re” más. Como suelo decir: “Pensalo antes de separarte, porque una (un) ex, es para toda la  vida”

¡¿Entienden por qué el Sumo Maurífice no quiere ser el ex de tooooda la Argentina?

En sus peores pesadillas, 45 millones de ex le quieren quitar la tenencia de sus papers, ni siquiera los podría tener los fines de semana.  Los jueces le estarían pidiendo que nos pase alimentos a todos (eso en verdad no entiendo porque no se lo reclaman ahora), y por más que el interponga recursos jurídicos tales como “Res pasandum –pasaron cosas”- o “Haec deudorum- esta te la debo”), lo condenen, irremediablemente, a escuchar el Hit del verano por doquier, y a rezar tres “Baeznuestros” y ocho “avepatricias” por día.

Ya lo sabe, deudora, él no quiere ser su ex, su “gobierno anterior”, pero usted, yo, vosotros, podemos decirle “resistiremos como podamos  hasta que octubre haga que diciembre nos separe”

La seguimos.

@humoristarudy