Atravesar una puerta con forma de vagina y la empuñadura de una pistola como picaporte. El bucle temporal en el que está atrapada la protagonista de Muñeca Rusa (reciente estreno de Netflix) la obliga a traspasar esos elementos vinculados con el nacimiento y el desastre. Un detalle nomás en una serie donde cada peculiaridad es más que eso. Nadia (Natasha Lyonne de Orange is the new black) está empecinada en morirse y cada vez que lo hace, revive durante su fiesta de cumpleaños 36. La chica es muy consciente de la maldición que el universo le ha dispuesto así que anda buscando pistas en todas partes, personas y objetos para escaparle a su sino. Esta negrísima comedia consta de ocho episodios de media hora y fue creado por la propia protagonista junto a Leslye Headland y Amy Poehler (Parks & Recreation).

Cada reinicio, entonces, implica volver a ese baño, ver la bacha, mirarse al espejo e intentar sortear a la parca. Y en este desajuste temporal, el espectador podrá ir conociendo a la pelirroja en cuestión: una programadora de software que viste como Kate Bush y porta la labia picante y sexie de Mae West (no por nada suena un tema suyo en el segundo episodio). Los vínculos de Nadia con los demás van hacia un callejón sin salida, tiene atracción por lo nocivo y su nihilismo es un maquillaje para sus golpes emocionales. Tiene un ex empeñado en volver con ella, una madre muerta, “muchos fibromas” y el póster que decora su casa muestra a William S. Burroughs con la cita “la vida es un asesino”. La misma Nadia se despacha con frases matadoras. “Tendría sexo con vos pero te acabo de pedir un Uber”. La presencia de Lyonne en pantalla es persistente y de las devoradoras, camina como una modelo andrógina, es sexie en su perversión y se corona con la sierra que tiene por garganta. Fue Amy Poehler quien le pidió a Lyonne que crearan un programa basándose en el concepto de que “tiene la voz de la persona más vieja del mundo”, según señaló la primera. “Me llamó en el medio de la noche y no sabía si me estaba insultando, bromeaba o si la llamada era real”, dijo Lyonne. 

¿Cuál es el origen del misterioso loop de Nadia?  ¿Será efecto del cigarrillo con cocaína que fumó en la fiesta? ¿Cuánto sabe de su destino el vagabundo con el que se topa de tanto en tanto? ¿Acaso es culpa de haber festejado en un edificio sagrado por los judíos? Lo cierto es que Nadia termina atropellada por un taxi, con el cuello quebrado, congelada, en un ascensor en llamas o cayéndose por las escaleras –sólo por mencionar algunas de sus defunciones en la siempre cínica Nueva York–. “Soy como Michael Douglas en El Juego”, dirá Nadia aunque bien podría haber dicho “Soy como Bill Murray en El día de la marmota”. Es cierto que la estructura narrativa le debe muchísimo al clásico de Harold Ramis. En vez del “I Got You Babe” de Sonny & Cher como despertador suena “Gotta Get Up” de Harry Nilsson; al igual que en aquella los personajes secundarios funcionan como fichas de un rompecabezas y la repetición tiene tanta relevancia como la concatenación de los hechos. Pero hay algunas salvedades. No está atada por el hechizo del tiempo de 24 horas. Y aquí cada resurrección poco tiene que ver con un aprendizaje, florecimiento o intentar salvarse a partir del amor. Para Hedland –tercera pata de la mesa creativa de la ficción–, Nadia “es la arquitecta de su propia destrucción”. Según su showrunner la presencia femenina en el cuarto de guionistas era tan importante como  las preguntas sobre aspectos espirituales y existenciales. El objetivo era el de desmarcarse de programas donde una mujer protagonista implica trabajar temáticas románticas, materialistas o la maternidad. “Fue una bendición poder hacer esta historia tan personal y cocreada por tres mujeres”, describió Lyonne.

Al igual que en otras series como Search Party, Master of None y Forever, el humor puede ser el enmascaramiento de un drama perverso. Como en las últimas dos mencionadas, además, Muñeca Rusa se guarda un episodio con un protagonista y un estilo totalmente divergente al resto. La música es otro componente inquietante con composiciones de Ariel Pink, Beethoven, Pussy Riot o Love. Aunque lo más importante es otra cosa: el camino errante de su protagonista. En Muñeca Rusa, entonces, no habrá marmotas pero sí una cucaracha indestructible. Con ese bichito la compara una amiga, ya que por su resistencia, la cumpleañera es inmortal. “¿Qué decís? Me muero constantemente”, le espeta Nadia.