Mientras se encontraba internado en el Sanatorio Los Arcos bajo observación tras un ataque de epilepsia en la vía pública, Benito Cerati tuvo el plus de enfrentarse a todo tipo de habladurías en el mundo virtual y el real. Lo hizo con humor, retwitteando los posteos más absurdos y en esa cúspide de estrés, promocionando su último disco, concluyó un año que lo dejó exhausto y a la vez libre como un ave fénix novato. Benito tiene 25 años y habla buscando coherencia, con una visión realista y seria del mundo musical, un tanto desmitificada pero no desesperanzadora, con la seguridad de ya haber experimentado varias búsquedas creativas y haberse “curtido” en redes, otro enorme escenario donde decidió hablar y dar qué hablar.

Zero Kill (término de la jerga militar para advertir que no hay muertos) es su último proyecto con el que firmó el disco Unisex acompañado de una banda poderosísima como lo demostraron en la presentación oficial a mediados de este último enero en La Tangente y las fechas que le siguieron a continuación: Alfred García Tau en guitarra y sintetizador, Lara Pedrosa en bajo, Pedro Bulgakov en batería y Diego Korenwaser en teclados. Alta banda. Un disco que va del punk directo a la melancolía más solemne, de la instropección sudada a flor de piel a la crítica social, incorporando en dosis inteligentemente medidas casi todo lo aprendido en sus experimentos electrónicos anteriores, Trip Tour del 2013 y Alien Head del 2016. Ahora las guitarras suenan más carnales entre el inglés y el español, con la sexualidad en primer plano, poniendo el cuerpo con evidentes e inevitables influencias de Bowie y Morrisey, llegando, incluso, con la canción “Jesús” a un inusual anticlericanismo piadoso que resume sus inquietudes metafísicas.

Nació en Chile pero siempre vivió en Vicente López, en Buenos Aires. Se lo podría definir como un activista que va elaborando su discurso y su pensamiento a la vista de todos sin sentirse en una vidriera. Pero está en una vidriera. 

Antes de encontrarme con él en un bar cerca de su casa, ya tengo decidido no preguntarle nada sobre su familia ni sobre los “escándalos” en redes que lo tuvieron como protagonista. El hecho de que Benito es el hijo de Gustavo Cerati y Cecilia Amenábar es un dato que se ha reiterado hasta el hartazgo. Las críticas y hasta insultos que recibe en redes sociales no son ni más ni menos que los que puede recibir cualquier joven gay de clase media. Se lo podría definir también como un cantante y armador de proyectos. Si bien sus canciones se pasan por la radio, no tienen nada de jingle. Hace unos dos años coqueteó bastante con el imaginario drag. Hoy su búsqueda va por otros lados: sampleos, mezclas electrónicas y las estrellas perturbadas de los noventa. Sus letras hablan de rollos, de enredos, de vuelos adolescentes melancólicos. Mostrarse dramático antes que melodramático es una decisión estética que caracteriza sus shows, que se llenan de público joven, de chicas, y no de fans de Soda Stereo, que quizás esperan de Benito otras cosas.

A veces comento con mis amigos que sos como una fortaleza frágil que se arma y desarma, siempre tan expuesto a discusiones donde ya no se sabe si tus respuestas son a haters o a seguidores. ¿No te desgasta la actividad en redes sociales? 

Si fuera realmente frágil, creo que todo lo que me está pasando no lo hubiera aguantado. Ha habido momentos en los que realmente me puse mal. El año pasado casi abandono todo porque era muy heavy lo que me tiraban encima. Inclusive con lo bueno. Demasiadas cosas poco reales. Yo quería que me vieran con lo bueno y con lo malo. No me endioses ni me trates como un trapo porque no soy ninguna de las dos cosas. Todos podemos estar equivocados pero si sos conocido parece que tuvieras que estar diciendo las cosas como son. Como que estamos acostumbrados a autopercibirnos como gente boluda sin pensamiento y tenemos que aferrarnos a alguien que piense de una forma para pensar igual que él. Me parece que en este momento eso no funciona. Hay que incitar al pensamiento propio y por eso es que estoy un poco en contra con eso de las figuras, de los referentes, porque a veces me dicen que soy el portavoz de no sé qué. Apenas me entiendo yo, imaginate si puedo aportar tantas voces. Este año arranqué más bajo perfil porque siento que ya aprendí bastante. Ni siquiera me llama tanto. Uno hace mucho más viviendo bajo el ideal o el pensamiento que uno tiene, demostrando en el día a día que pensás así y no tanto diciendo en redes “yo pienso así”, “yo creo que…”. Me parece que las acciones valen más. 

En tu vida estuviste rodeado de artistas y estrellas con esa construcción consciente de personaje-astro, conociste muchos divismos, supongo. Tu construcción escénica es interesante porque, aunque no sea del todo frágil, es muy vulnerable. Te he visto llorando en escenario. 

Si me dejo ver de esos modos, es porque tengo la capacidad de mostrarlo. Llegué hace poco a un momento en el que no me armo personajes. Me parece que el personaje es no tenerlo. Antes, con cierto grupo de gente o arriba del escenario era de diferentes maneras y fui desechando esos personajes. Puedo armarme de manera consciente como si quisiera grabar un disco conceptual pero quiero sintonizar más conmigo. No siento que tenga que estar actuando ni canalizar mi seguridad para arriba del escenario. No quiero sentirme más que otros estando arriba que abajo. Unisex es un disco muy mío. Me relata muy bien en ese sentido, lírica, visual y musicalmente. Mostrar lo que conozco de mí mismo hasta el momento. 

¿Cómo componés? Hay una estructura de canción que constantemente vas rompiendo, reconstruyendo, ¿no?

Soy como un coleccionista. Compongo mucho una vez al año, en algo así como una semana. El resto del tiempo voy coleccionando nombres, ideas, conceptos, anoto cosas que vivo o veo, situaciones que voy atravesando y, de repente, en un momento, me siento con lo que he anotado y compongo. No estoy todo el tiempo así pero soy metódico. Hay mucha subjetividad aunque creo que con Unisex logré que eso pasara a ser algo no tan personal sino más social. Veo mucha gente que se siente identificada y me escriben. Incluso veo que mis shows son lugares donde muchos se conocen y se genera una cosa linda que veo desde el escenario. Eso no ocurre tanto en festivales pero sí pasa en lugares más pequeños. Cuando veo esas cosas siento que hice gran parte de lo que quería hacer. 

No te ves a vos mismo como un rupturista.

Me veo transparente. Las personas que están alrededor mío siempre me dicen que se nota cómo estoy. Si estoy tratando de ocultar algo se me nota en la cara. Cuando dicen “rupturista” es raro porque no estoy haciendo las cosas conscientemente con la idea de romper algo. Hay formas de ser rupturista sin planteárselo. O, mejor dicho: cuanto más uno se anima a estar conectado con uno, más rupturista se vuelve. Porque, en el fondo, vivimos en un mundo donde hay que relegar ciertas cosas de uno para pertenecer y unirse. Entonces siento que cualquier cosa que sea mía, del yo, es rupturista. En mi vida soy súper reservado, una persona educada, no es que esté armando quilombo. Soy una persona unificadora pero parece que a veces digo o hago cosas para promocionarme. Me rehúso a pensar que tengo una responsabilidad con eso. Cuando me acusan de rupturista estoy siendo yo mismo y siento que eso es lo más político que se puede ir haciendo hoy por hoy. 

¿Cómo surgió esa canción “Jesús”, donde tenés una especie de diálogo con Dios? ¿Se puede hablar de cierta espiritualidad en vos o no tenés ese tipo de búsqueda?

Todo el tiempo llego a una conclusión muy robot: “hecho: nos morimos, nos pudrimos, bye!”. En cierto punto sigo pensando, pero esa cosa tan realista en un momento me queda finita, entro en una especie de crisis que creo que todo el mundo alguna vez cae, ¿no? En vez de volcarme a una religión o ir a un lugar donde un chabón le habla a cincuenta personas diciendo “ser buenas personas es hacer ésto”, me parece mejor buscar lo que resuena en vos, más que dejar que alguien te guíe. No soy de las religiones establecidas. Me gusta más generar un sentido propio, me guío por eso y ahí sí me siento más espiritual. Acá todos tenemos puestos lentes distintos y ese es el mío. Empecé a  tener acercamientos a distintas cosas que me interesaban, fui a charlas, a templos budistas, volví a ir a iglesias, leí libros de Kabbalah o cosas más alternativas y me armé como mi propia espiritualidad, lo que me daba sentido de todas esas cosas y no me representan más que a mí mismo. 

Fuiste conociendo el colectivo LGBTTIQ desde diferentes lugares. ¿Cómo lo viviste en los últimos años?

El conservadurismo es preocupante y limitante para un montón de cosas. Creo que lo que sucede con el crecimiento de este tipo de fenómenos es que son un buen momento para que se armen resistencias en serio. En un momento más laxo y abierto estamos más tranquilos pero en un momento donde hay que reaccionar o hay que resistir se pone todo más intenso. En los últimos dos años la cuestión de género se ha ampliado un montón y en medio de la crisis surgen estas cosas. Si hay algo bueno es que se hacen más presentes estas voces porque mientras tenemos un gobierno donde no le dan bola a estas cosas, tenemos actrices trans que ganan un Oscar, programas en tele donde se tocan temáticas como el aborto. Aunque cada día veamos cosas que parece que va todo para atrás, son cosas que siempre existieron y van a existir. Hay que aguantar y no aflojar porque hay extremismos. Yo nunca estoy de acuerdo del todo con todo. En la comunidad gay veo mucha misoginia, mucho machismo, entonces, cuando la jugamos de limpios me hace ruido porque no estamos exentos por ser así. Si entro a aplicaciones como Grindr, me deprimo porque veo el resto de la escoria del patriarcado. Y, bueno, son gays. Siento que somos parte de una generación donde todos, pero sobre todos los más jóvenes, estamos muy confundidos. 

¿Por qué?

Se está dando un cambio de paradigma y por eso es normal que existan extremismos, radicalismos. Es algo que ha ocurrido muchas veces en la historia pero ahora habrá que ver qué pasa después, qué se genera. Yo, a pesar de algunos pronósticos, siento que las cosas irán hacia buen puerto. En el feminismo depende de cada uno qué desechar para que no se vuelva a repetir y podamos sentirnos más libres para poder cambiar. No nos estamos dando cuenta pero estamos evolucionando, mientras no nos liquide el calentamiento global, antes, tenemos tiempo.

¿Unisex tiene que ver con esta visión del mundo?

Tiene que ver con lo que he vivido. Es una palabra muy ochentosa, muy de remera y jean, pero me pareció que era acorde a lo que está pasando ahora. En mi vida nunca me puse a pensar si yo era de jugar con muñecas o autos, porque siempre fui muy de Legos, que son súper unisex. De grande sí, me di cuenta que eso tenía una clasificación también. Tuve suerte de tener una familia así, donde si quería expresarme de cierta forma, estaba todo bien. Tuve una libertad que no mucha gente tiene y estoy agradecido. Fue un camino más fácil pero al crecer ves que no siempre es el caso y, como me siento identificado con otras personas, me doy cuenta que no puedo no mirar al costado sin que me interpelen estas temáticas. No me puedo quedar callado porque sino sería muy hipócrita. 

¿Cómo seguirá el camino del disco?

La idea del disco es ir sacando a la luz el resto de los videos. El año pasado fue la composición musical y éste es la visual. Tendrá todas esas temáticas de liberación, autoconocimiento y fortaleza que ya he mostrado en los tres videos que salieron. Lo haré con distintos directores, con distintas visiones sobre eso. La banda seguirá tocando hacia donde nos lleve.

Siempre estuviste en el ambiente musical pero a la vez sos nuevo. ¿Cómo ves el recibimiento a tu trabajo?

Soy nuevo porque cuando recién arranqué hace siete años fui conocido por todas las razones que yo no quería. También cambió mucho el mundo musical y necesitamos música que hable por la gente. Acá es todo muy plano, todos hablando del mismo tipo de banalidad y a veces siento que falta una voz que diga algo. Están todas esas bandas producto que están en plan mírenme, vean qué ingenioso soy en redes y falta un toque de realidad y transparencia. Estoy aportando lo mío en eso y me doy cuenta que la gente no está acostumbrada a encontrarse con personas que son más auténticas. Están esperando ver cuándo tropiezan aquellos que posan tanto porque seguro no debe ser así, porque algo esconde. Hay errores que no me gustaron y tengo que cambiar.

Claro. Tranqui. Tenés un montón de tiempo.

 

Sebastián Freire