La Trova se vuelve sinfónica y escribe un capítulo todavía mayor. Luego de la presentación en el Festival de Cosquín, con la emoción vuelta protagonista del escenario, la delegación santafesina que integran Juan Carlos Baglietto, Silvina Garré, Jorge Fandermole, Adrián Abonizio, Rubén Goldín y Fabián Gallardo, dice presente en el Teatro Colón de Buenos Aires. Los músicos cierran la segunda edición del Festival Únicos, en donde sus canciones y arreglos conocerán un momento de esplendor.

"Es complejísimo. Hay que tocar a un volumen bajo, porque en el Colón no te podés pasar de cierto volumen. Hay que regular muy bien lo que pasa con lo que se toca. Y vamos a trabajar todos con auriculares liniers, cada uno con la mezcla que necesite, al volumen que cada uno pida; más la base de la banda, nuestras voces y nuestros instrumentos", explica Rubén Goldín a Rosario/12. "Hay muchas cosas técnicas. La orquesta está detrás de uno, no la ves. Desde lo futbolero, te diría que es como patear un penal: no podés analizarlo, lo decidís en el momento. Así que hay que tirar la moneda. Por ahora la moneda está en el aire, el domingo cuando caiga hablamos", agrega Adrián Abonizio.

Lo cierto es que el momento por el que atraviesa la delegación que representa a la provincia, a partir de la gestión del Ministerio de Innovación y Cultura, es de una sensibilidad acorde con los tiempos. Misma lucidez que les diera a conocer hace décadas. Al respecto, Goldín señala que "la sensación que tenemos es la misma del '82, en cuanto a los tiempos difíciles que se viven. En aquella época, lo eran porque estaba terminando la dictadura militar, y en ésta porque estamos viviendo un desastre económico, financiero y de manejo político, por parte del gobierno. Los medios grandes no lo dicen, pero hay mucha gente que está muy mal, no hay un mango. Y esto repercute en lo artístico. Si no hay un ministerio de salud, imaginate qué puede importar la cultura. Por eso, estoy contento de ver el afiche nuestro en Buenos Aires".

Durante la presentación en Cosquín, se notó cómo la adhesión del público sumó sus voces a las canciones. Emoción a la que no fueron ajenos los propios músicos. "Cosquín fue algo espectacular en cuanto a lo que pasó con la gente. Fuimos con mucha expectativa y mucho temor, también con alegría obviamente. No pensamos que Cosquín iba a cantar nuestros temas, porque no somos creídos y porque no sabíamos qué iba a pasar. Creo que el temor y la inocencia que compartimos es en realidad lo que nos mantiene también juntos", expresa Goldín. "Se notaba que no era solamente la rosarinidad la que estaba ahí, sino que había gente que había ido desde distintos lugares. A mí me gusta el público que te está sometiendo a un juicio permanentemente, hasta que se rompe el hielo y aplauden o sonríen. Me gusta pasar esas pruebas", añade Abonizio.

Tal como se ocupa de rememorar Goldín, la reunión de La Trova tuvo su germen "con unos shows grandes y solidarios que dimos el año pasado: uno fue para la fundación La Higuera y el otro para el Hospital Provincial del Centenario. A partir de ahí nos llamaron para tocar y todos dijimos que sí, pero ni siquiera pensando en dinero porque acá hay algo mucho más grande, hay una química. Cuando tocamos todos juntos se nos pone la piel de gallina, y eso sigue ocurriendo. Hay admiración mutua, hay cariño". "Algunos de nosotros se tuvieron que ir a Buenos Aires, otros nos quedamos, pero siempre mantuvimos invisibles lazos comunicacionales -comenta Abonizio-; por eso, cuando nos convocaron fue como si nos hubiésemos autoconvocado, nadie dijo que no. Es como decir: el domingo van a hacer 22 grados, va a haber solcito, un vino buenísimo, y te invito a comer un asado. Era eso".

¿Ir al Colón? Sí. "Con la alegría y con la tranquilidad de haber trabajado. Con el mismo fervor y también con un poco de nervios necesarios. Y con la expectativa de que es un gran interrogante", dice Abonizio, y agrega: "Estos son giros o viajes o reuniones casi místicas, de aprendizaje. Uno no está acostumbrado a cantar con seis personas, a ser compañero de una banda permanente, y en este caso con una orquesta".

El repertorio no será el mismo que en Cosquín, "en donde no hubo rock, porque se trataba de un lugar folklórico, así que la parte más rockerita nuestra va a tener lugar ahora", aclara Goldín. Y completa: "Por otro lado, entre nosotros hay una exigencia profesional que no existía tanto en los primeros años. Escuchamos atentamente lo que ocurre, los audios, afinaciones, las voces, qué cantás vos o qué toco yo. Hemos crecido. Y no dejamos de estar asombrados, ésa es nuestra parte inocente. Ahora estamos en el Colón, es tremendo, estamos medio excitados. Pero hay buen humor. Creo que nos hemos convertido -si bien es una palabra fea pero real- en profesionales. No nos hemos quedado en la nostalgia: se editó mi disco Girasoles, Silvina (Garré) acaba de sacar Carrousel, Adrián y Fander no paran de componer. Somos unos culos inquietos que seguimos laburando y componiendo y sacando discos. Eso es lo que nos mantiene vivos".