Los economistas tienen una frase de cabecera que repiten en la mayoría de sus charlas. La importancia de los planes macroeconómicos es conseguir que haya convergencia de las variables. El Banco Central interpretó la frase a su manera en febrero. La inflación cierra en un ritmo del 50 por ciento interanual. La tasa de interés se ubica en torno del 50 por ciento y el techo de la banda cambiaria en 50 pesos. La nominalidad de la economía se duplicó en el último año. En febrero del 2018 todavía no había empezado la corrida ni el desarme de las Lebac. La convergencia también se había alcanzado con una inflación del 25 por ciento interanual, una tasa de interés del 25 y un dólar que entre los analistas del mercado indicaban no iba a superar los 25 pesos a lo largo del año. 

La velocidad con la que se movieron las variables macro sorprende. Pero no explica cómo será el resultado de estas variables en febrero del próximo año. Esta es la pregunta clave. ¿Cuál será la tasa de interés y la inflación en doce meses? La Argentina es una economía sin grises y el interrogante es si estará más cerca del 25 o más cerca del 100. La volatilidad del tipo de cambio la semana pasada dejó claro que la economía no está aislada de nuevas crisis financieras. En el mercado probaron el poder de fuego para disparar el dólar y no les fue mal. El plan lanzado en octubre no parece infranqueable.

El avance del tipo de cambio, que en 10 días pasó de cotizar 38 a 41 pesos en algunas casas de cambio, puso en remojo a las autoridades del Central. Desde que empezó el año se la pasaron afirmando que el mercado no tenía pesos para desestabilizar el dólar y que el principal problema de los próximos meses iba a ser cómo conseguir que la divisa se mantenga por encima del piso de la banda cambiaria. Los pesos en algún lado estaban porque generaron un aumento de casi 10 por ciento de la divisa en menos de dos semanas.

El diseño del programa cambiario y monetario del Central ha sido, por el momento, efectivo, pero no está libre de encrucijadas. El piso y el techo de la banda es amplio para evitar un esquema de tipo tablita cambiaria. En la zona de no intervención los inversores tienen incertidumbre y las ganancias de la tasa de interés puede perderse de un día para otro. El problema es que esta amplitud de la banda habilita saltos del tipo de cambio (de hasta 30 por ciento entre el piso y el techo) y vuelve complicado bajar las expectativas de inflación. La autoridad monetaria se encuentra obligada a mantener tasas de interés muy altas para compensar las expectativas de precios y acelera el incremento de los pasivos monetarios.

La deuda del Central aumenta en forma acelerada y brinda pistas sobre por qué hay pesos potenciales para desestabilizar la plaza cambiaria: un mercado chico en el que con muy poco volumen puede generarse mucha volatilidad. El stock de Leliq suma casi 1 billón de pesos y paga tasas promedio del 4 por ciento al mes. Esto implica que todos los días se están emitiendo 1350 millones de pesos nuevos para pagar el interés de las letras (41.000 millones de pesos en un mes). El mercado decide si parte de estos fondos vuelven a invertirse en pesos o se utilizan para dolarizar activos. La tasa que por ahora los inversores le piden al Banco Central para quedarse en pesos es del 50 por ciento. El intento de acercar los rendimientos a niveles del 40 por ciento (con plazos fijos pagando tasas del 30 por ciento) no funcionó.