El genio no frotó la lámpara. Lionel Messi no tuvo una participación determinante como la del domingo ante Sevilla. No marcó ningún gol ni hizo ninguna asistencia. Pero Barcelona igualmente fue arrasador. Derrotó 3 a 0 al Real Madrid en el estadio Santiago Bernabéu con dos goles de Luis Suárez (uno de penal) y otro de Varane en contra y por sexto año consecutivo, pasó a la final de la Copa del Rey en la que enfrentará al ganador del partido entre Betis y Valencia (esta tarde a las 17.00; 2-2 en la ida).

Con este triunfo que prematuramente llenó de silencios a la Casa Blanca, Barcelona se mantiene activo en todos los frentes. Lidera la Liga a 9 puntos de diferencia del Real, con el que volverá a jugar el próximo domingo, también en el Bernabéu. Y espera el desquite del 13 de marzo como local ante Olympique Lyon por los octavos de final de la Champions. Barcelona va por todo y tiene con qué sustentarse. Aunque a veces, el equipo muestre más goles que fútbol.

Exagera el resultado. En el juego, no hubo tres goles de distancia entre los catalanes y los madrileños. Pero Barcelona fue un canto a la contundencia y aprovechó a fondo las situaciones que fue teniendo. Todo lo contrario del Real. Que dilapidó las ocasiones propicias que tuvo en un primer tiempo en el que movió mejor la pelota y cubrió mejor los espacios. Y que cuando afinó la puntería, se encontró con las atajadas del arquero Ter Stegen que también explican la diferencia. 

Todo se resolvió en el segundo tiempo. A los 4 minutos, Dembelé se escapó por la izquierda y Luis Suárez con un derechazo bajo, puso la pelota entre Keylor Navas y el primer palo. A los 24, volvió a irse Dembelé pero ahora por la derecha y en el apuro por evitar la entrada del delantero uruguayo, Varane batió su propio arco. Y a los 27 minutos, Casemiro le cometió penal a Suárez y el delantero se dio el lujo de picar la pelota para derrotar a Navas y sentenciar la llave a favor del Barcelona.

Llama la atención que en un contexto tan favorable, Messi no haya marcado un gol y ni siquiera haya participado en  ellos. Real Madrid lo tomó bien en el primer tiempo y lo mandó a jugar lejos de su área, con Casemiro vigilándolo desde cerca. Pero en el segundo, con los espacios más abiertos, tampoco asumió el protagonismo, como si cuidara el físico para el partido del domingo. O hubiera decidido que las luces alumbren a otros compañeros, a menudo opacados por su brillo refulgente.

Suárez por sus goles, Dembelé por sus asistencias y Ter Stegen por sus atajadas claves esta vez ocuparon el podio de los grandes nombres. Messi eligió un discreto segundo plano. Pero pronto deberá reaparecer. Barcelona quiere alzar todas las copas de la temporada. Y necesitará de él a pleno para poder hacerlo. Para seguir escribiendo la historia.