El fútbol y el Carnaval siempre estuvieron unidos: como Batman y Robin, como Messi y la pelota o como Wanda Nara y el escándalo. Los papelitos y rollos de máquina que arrojan los hinchas son un calco del papel picado y las serpentinas carnavaleras. Instrumentos como el redoblante, el tamboril, el pito y el bombo se escuchan tanto en las canchas como en los corsódromos. Si un equipo juega de regular para abajo se dice que es una murga. Si un jugador miente con una declaración es un careta. Hay no videntes disfrazados de árbitros, y piratas disfrazados de dirigentes. Y hablando de disfraces, recientemente Matías Biscay tuvo que disfrazarse de Muñeco, cuando Gallardo estuvo suspendido. Una actitud distinta es la que adoptó Sampaoli, que cuando volvió de Rusia, para explicar el fracaso argentino, no supo de qué disfrazarse.

Desde luego que en Brasil la conexión con el Carnaval es mayor: Garrincha, Junior, Ronaldinho y Romario, entre otros, se manifestaron fanáticos de las fiestas momescas. Justamente de Romario hay una anécdota hermosa vinculada al Carnaval. Cuentan que a mediados de los ‘90, Romario le hizo una propuesta al DT del Barcelona de entonces, Johan Cruyff:

–Míster, si hago dos goles en el próximo partido, ¿me deja viajar a Brasil a vivir el Carnaval de Río?

El entrenador holandés aceptó y al partido siguiente, tras convertirle dos goles al Osasuna, el delantero brazuca pidió el cambio: “En una hora sale el avión a Brasil”. El bueno de Cruyff debió aceptar la situación y Romario voló a Río a disfrutar el Carnaval de su patria. “Disfruta de tu Carnaval, que aquí queda el disfraz de tus goles…”, dicen que le respondió el ex líder de la Naranja Mecánica. Claro, pasaron los días y Romario no aparecía. Dirigentes del club catalán trataron de comunicarse con el crack, y tras muchos intentos, logran hablar con él y le piden que regrese. Y el brasilero, les responde:

–El Míster me dio permiso para irme de vacaciones a Brasil, pero no me dijo cuándo debía volver…

En nuestro país podríamos hablar de posibles murgas armadas a partir de circunstancias deportivas, como: “Los Pimenteros de La Boca”, “Los Tirapiedras de Núñez”, “Los Carrefoures de Boedo”, “Los Pechofríos de Rosario”, “Los Sin Títulos de La Plata”, etc.

Para finalizar, les dejamos algunos dialoguitos futboleros vinculados al Carnaval que no sabemos bien cuándo sucedieron, pero que sí tuvieron lugar en un vestuario, entre un irónico técnico y sus poco inspirados jugadores:

–García, usted me recuerda al Carnaval.

–¿Porque reparto alegría, Profe?

–No, porque no hace un pomo.

–Vea, Cantarelli: El club está organizando sus carnavales y tenemos un disfraz para usted, para que esté irreconocible…

–¿De qué me tengo que disfrazar?

–De jugador talentoso.

–López, tu habilidad me hace acordar al Carnaval de Chivilcoy.

–Pero si ese Carnaval no existe.

–Justamente, López, justamente!