La superficie del agua distorsiona el reflejo de sus rostros, es un primer plano sobre un espejo líquido, como mirar en detalle la imagen de una identidad que fluye, literalmente hablando. Esos rostros ondulantes de la imagen especular son los de Norma Castillo y Ramona Arévalo, o Norma y Cachita, como se las conoció a través de centenares de notas que las convirtieron en uno de los íconos populares de la aprobación del Matrimonio Igualitario, al ser la primera pareja de lesbianas en Latinoamérica en acceder a ese derecho civil. Esos rostros que flotan sobre el agua son el punto de partida de Juntas, documental de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio que desde el inicio establece una mirada fluctuante en cada pliegue de la película: navegar un viaje entre realidad y reflejo, entre presente y memoria, entre la inmediatez y lo remoto, entre poética y narración. El viaje no es metáfora del relato, sino que es un viaje muy concreto: después de 20 años, la argentina Norma y la uruguaya Cachita vuelven desde Buenos Aires a Colombia, al pueblo donde se conocieron y comenzaron su romance en la clandestinidad. Se habían ido de allí con el deseo para regresar pronto al Caribe que habían inventado como escenario y refugio de un amor inaceptable, pero la vuelta se demoró y después se pospuso dos décadas. Las realizadoras Martínez Duque y Marquisio, también una pareja de mujeres binacionales, conocieron a Norma y Cachita y se dieron cuenta de lo fundamental de hacer posible el regreso de ambas a Colombia, y que ese fluir por el espacio y la memoria se convierta en el documental mismo. Y así, con ese movimiento, salir del retrato petrificado de la pareja de adultas mayores asexual y pintoresca de los medios masivos. Porque en primer lugar, Juntas es una película sobre el exilio en acción, sobre ese tránsito hacia ese otro lugar que habita la orientación sexual y la identidad de género cuando debe escaparse de la patria, de la familia, para poder existir: identidades paralelas y mixturadas, migrante y disidente sexual. Entrando al mar caribeño con la ropa puesta, de la mano, bañadas por las olas, enfrentando un horizonte limpio: esta otra de las primeras imágenes de Juntas con Norma y Cachita como parte de una suerte de postal playera de la reconquista de un territorio, las exiliadas rebeldes de las cartografías de origen que encuentran su rito bautismal al otro lado de un continente que ellas desbordan.

El juego de las diferencias

“Algunas cosas están tal como las recordábamos, pero, ¿y las que no?, ¿las inventamos en algún momento? O quizás todo está igual y las que cambiaron fuimos nosotras”, dicen en el documental, y ahí hay algo del laberinto de la memoria, pero también esa fluctuación entre el cambio interior y el exterior, entre el paisaje real y el mental, entre lo igual y lo diferente. El título Juntas parece no solo referirse a la comunión entre las mujeres (Norma y Cachita, Laura y Nadina, y las cuatro a la vez) sino a la fantasía y la realidad como dimensiones conjuntas, unidas por una percepción simbiótica, permeable. Las imágenes de la película, su grado de experimentación visual y sonoro, que la diferencian de la mayoría de los documentales de personas hablando y de mero registro, apuesta por climas visuales para representar el problema de la captura de lo real y de lo imaginario. Una decisión inteligente de las realizadoras es preferir no mostrar el pasado para no anclar en la nostalgia, y por eso las imágenes actuales de la pareja que vuelve a transitar por lugares que habitaron antiguamente, tienen un doble sentido, como tiempos superpuestos, pasado y presente activados en cada encuadre de los muchos paisajes primitivos que se recorren y contemplan. Un momento clave es cuando Ramona lee una nota periodística sobre ellas, y corrige los datos del texto sobre sus biografías, un juego de diferencias sutiles entre la información y la realidad y que acercan el texto un poco a la ficción. De esta manera, el documental se pone en crisis a sí mismo, generando la idea de duda sobre la realidad registrada, como si todo documento tuviese una ficción adentro en perspectiva, como si cualquier historia de amor tuviera tanto de realidad como de invención. Escapando a la dictadura argentina, buscando otras historias a la distancia, encontrando un amor fuera de lo legal, Norma y Cachita construyeron un camino donde nada es monolítico, ninguna realidad es totalizadora como para no encontrar una salida. 

Esta película, que es un testimonio de ese camino que ellas abrieron, ahora es la herencia más lúcida de esta pareja, porque Cachita murió el 26 de octubre de 2018, y dejó este viaje conjunto, de muchas voces en comunión, que también es un mapa para encontrar un tesoro.

Juntas, de Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio, se estrena en el cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635.