Nosotras paramos dijimos casi promediando el final de la primera asamblea en la Mutual Sentimiento en medio de esa olla en ebullición que fue el proceso asambleario que se desplegó a lo largo de todo el mes de febrero. Desde la CTA Autónoma definimos paro de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans, un paro que se fue amplificando desde aquel 19 de octubre del 2016 donde salimos a la calle por primera vez parándonos de rabia y dolor y que nos mostró de lo que éramos capaces. Decirlo, casi gritarlo en asamblea, fue el punto de llegada de un proceso de lucha, una respuesta concreta que pudimos dar como organización y fue el punto de partida de otro proceso de construcción colectiva ante un nuevo día internacional de la mujer trabajadora.

Cada viernes de asamblea pasó de todo. Hubo grupos que nos siguieron exigiendo un paro que ya habíamos anunciado, la voz de sectores que pretendieron hacernos retroceder en debates saldados y todo el tiempo la coyuntura electoral que minó la asamblea de sorderas intencionales y tensiones que habíamos resuelto secundarizar años anteriores sabiendo que estábamos haciendo historia -no sólo porque logramos la despenalización social del aborto sino porque la marea feminista nos hizo creer como nunca en la potencia de lo que veníamos gestando: un modo feminista de hacer política con capacidad de transversalizar luchas, conflictos y construir unidad y masividad en las calles para frenar este modelo de ajuste hambre y crueldad que nos cuesta la vida y que también abrió nuevas condiciones para dar debates en nuestras propias organizaciones. Superados enojos y malestares volvemos a sentir que, en ese tiempo de mar revuelto, en ese ir y venir encontrándonos, conversando por los bordes, reconociéndonos en alguna demanda, emocionadas, bancándonos en alguna idea entre desconocidas o conocidas que no solemos bancarnos, allí hay potencia. Que, a pesar de la cantidad de intervenciones, las impugnaciones cruzadas que agotan, a pesar del año electoral y las mañas conocidas, reconociendo que se dialogó poco, igual seguimos apostando a defender esa puesta en común. La asamblea como enjambre donde nos tramamos, ese revoltijo que nos vuelve marea. 

Lo importante en este Paro Internacional de mujeres, lesbianas, travestis y trans es estar en la calle organizadas para enfrentar el gobierno de Macri y poner en evidencia cómo y por qué las políticas de ajuste son violencia y nos cuestan la vida. Vamos a aportar otra vez esta forma novedosa de organicidad y potencia que venimos dándonos como movimiento y desde nuestras organizaciones. 

Nosotras las trabajadoras formales, las que nos hicimos feministas en el proceso pedagógico de participar de los Encuentros Nacionales de Mujeres de la mano de compañeras feministas históricas, con la Campaña Nacional por la Legalización del Aborto y también a golpe de realidad transitando la experiencia de participar en organizaciones masculinizadas como son los sindicatos. Nosotras las sindicalistas feministas, identidad con la que nos animamos a desafiar los sentidos del sindicalismo más tradicional que mira con desconfianza los feminismos y a sectores del feminismo que también descreen de la posibilidad de que los feminismos puedan impregnar de otras formas de hacer política estructuras que nacieron patriarcales, nosotras que  crecemos en presencia y visibilidad en nuestras organizaciones que pasamos de una minoría intensa con incidencia en los debates a un movimiento que recorre juntas internas, organizaciones territoriales y espacios gremiales. Se multiplican las comisiones de géneros, las delegadxs de géneros, las demandas de transversalizar con las acciones gremiales los debates que venimos dando, surgen conflictos “por cuestiones de género”, cuestionamiento a prácticas machistas, denuncias por violencia de género, demandas de paridad como indicadores de un proceso de cambio profundo que nos desafía, genera resistencias, incomoda, invita a nuevos debates. 

Hace una semana en nuestra asamblea una compañera textil contaba que cuando tomaron la fábrica esperaban presionar para que les paguen la indemnización, que no se imaginaban nada más. En esa toma se pusieron a pensar que tener solo tres baños siendo 70 mujeres en la fábrica era una estrategia de la patronal y que habían perdido mucho tiempo peleando entre ellas por el baño. En la asamblea a eso le pusimos nombre: explotación laboral y patriarcado. Sport Tech producía para las grandes marcas deportivas y cerró dejando 120 trabajadorxs en la calle, organizarse les abrió otro horizonte y hoy están defendiendo las máquinas a la espera de que un juez deje de poner palos en la rueda para seguir la producción como cooperativa. 

Sabemos que estos procesos nos recorren en todas las organizaciones sindicales, por eso cuando los debates parecen a punto de tensarse sin retorno recuperamos el hilo y nos seguimos tramando.

Clarisa Gambera. Secretaria de Géneros de CTA Autónoma de Capital. Integra el equipo del Departamento  de Género de ATE Nacional.