Mauricio Macri ya eligió adversario electoral: Nicolás Maduro. Sea o no candidata Cristina Kirchner, sea Felipe Solá o Agustín Rossi, el Pro buscará confrontar con el cuco venezolano. Igual que en la Guerra Fría. Para Moscú todos los males se llamaban Washington, y viceversa. En guerra caliente de Macri el diablo se llama Venezuela. 

La última movida sucedió en Avellaneda. Al intendente, el peronista Jorge Ferraresi, se le ocurrió inaugurar una plaza con el nombre de “República Bolivariana de Venezuela”. Así es el nombre completo del país. Como “República Federativa del Brasil” o “República Democrática Popular de Vietnam”, dos de las naciones visitadas en los últimos tiempos por el Presidente. Para los desprevenidos, el adjetivo “bolivariana” no es sinónimo de populista o comunista. Alude a Simón Bolívar (1783-1830), uno de los libertadores de Sudamérica y autor, entre otros textos, de la Carta de Jamaica de 1815. Un párrafo dice: “Pretender que un país tan felizmente constituido, extenso, rico y populoso sea meramente pasivo, ¿no es un ultraje y una violación de los derechos de la humanidad?”. 

El macrismo buscó presentar la inauguración de la plaza, en las calles Emile Zola y Nicaragua, como si fuera la conversión de Avellaneda en un estado libre asociado de Venezuela. Una serie de dirigentes políticos e intelectuales proclamaron que la decisión de Ferraresi “representa una ofensa a los millones de venezolanos que sufren la opresión de la feroz dictadura que encabeza Nicolás Maduro”. Añadieron que “utilizar el espacio público y los recursos de todos los vecinos de Avellaneda para respaldar un régimen opresor y autoritario, representa un mensaje peligroso e intimidatorio, que los argentinos repudiamos categóricamente”. También reivindicaron a Juan Guaidó, el líder opositor a quien denominaron “Presidente encargado de Venezuela”. 

Entre otros, firmaron los escritores Marcos Aguinis y Santiago Kovadloff. Pero lo más interesante es quién encabeza la lista de firmas entre los políticos: Gladys González. La firmante se hizo conocida en 2017 cuando secundó a Esteban Bullrich en las candidaturas al Senado por la provincia de Buenos Aires. La falta de una interna entre CFK y Florencio Randazzo hizo que se dividiera el voto peronista y la ex presidenta fuese derrotada. Por eso Gladys González entró al Senado. Sin embargo, su vocación es territorial: quiere disputar la intendencia de Avellaneda contra el peronismo y ocuparla el 10 de diciembre de este año. O sea que además de respaldar a Guaidó como héroe de la libertad tiene un interés más cercano y prosaico. 

Al revés de la respuesta que ensayó en otras ocasiones, el peronismo no se enredó en la pelea que le planteaba el Pro. Por ejemplo Marcelo Brignoni, ex legislador santafesino e integrante de Mundo Sur, un grupo de política exterior que pilotean Jorge Taiana y Oscar Laborde, declaró que “si los gobiernos de la provincia de Buenos Aires y de la Nación cumpliesen su rol, los intendentes como Jorge Ferraresi no deberían tener que ocuparse de la salud, la educación, la seguridad, la infraestructura y el desarrollo de espacios públicos como la Plaza República Bolivariana de Venezuela”. Según Brignoni, los intendentes suplen “roles y funciones de los que desertaron el Presidente Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal”. Para el legislador peronista, “tal vez los firmantes de esta agraviante nota debieran ocuparse de ciudadanos y ciudadanas abandonados a su suerte por los gobiernos a los que adhieren, en lugar de hablar de lo que pasa a miles de kilómetros de aquí y de hacerlo, para colmo, con total desconocimiento y desprecio”. Brignoni dijo que “ni saben qué les sucede a sus vecinos y vecinas”.     

El episodio quizás sirva como ejemplo de lo que sucederá en el futuro. El oficialismo buscará no hablar de economía y creará fantasmas como el de Venezuela. Mauricio Macri sueña con Nicolás Maduro. La oposición tratará de no quedar entreverada en la polémica sobre Maduro y contestará con la economía.

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