La inversión cerró 2018 en caída libre. El Indicador Mensual de la Inversión (IMI) registró en diciembre una contracción de 27,2 por ciento frente al mismo mes de 2017. El desplome en la medición elaborada por el Instituto de Trabajo y Economía (ITE) de la Fundación Germán Abdala fue el más pronunciado en nueve años. La marca está en línea con la caída observada en mayo de 2009 cuando el índice registró una contracción del 28,2 por ciento. La implementación del programa de ajuste del gasto no solo no logró reactivar los desembolsos privados sino que estuvo acompañada por un marcado declive en el determinante más importante de la inversión: el mercado interno. La caída acumulada a lo largo del año pasado alcanzó así al 7,1 por ciento.

La retracción en los niveles de inversión no se recuperará en 2019. El incremento adicional en la AUH o el lanzamiento de créditos para pymes a tasa subsidiada son algunas de las herramientas anunciadas a lo largo de las últimas dos semanas que apuntan a intentar contener el escenario recesivo. Las medidas oficiales son acompañadas por una renovada volatilidad cambiaria que atenta contra la puesta en marcha de cualquier proyecto de inversión productiva.

A contramano de la visión expresada por las políticas públicas la combinación entre austeridad, apertura, flexibilización y desregulación no solo no es suficiente para relanzar la inversión sino que agudizaron la caída del consumo interno y la destrucción de empleo. Coca Cola, Wrangler, YPF, Tecpetrol, Honda, Peugeot, Sinopec, Metalpar, Addidas, FIAT, Iveco, General Motors y Carrefour son algunas de las grandes empresas arrastradas por la crisis. 

Los datos del Sistema Integrado de Previsión Argentino (SIPA) contabilizaron en diciembre 130.000 empleos privados menos que un año antes. Las dos actividades vinculadas de manera directa con la inversión -la industria y la construcción- concentran a la mitad de los asalariados que perdieron sus puestos de trabajo. El Ministerio de Producción y Trabajo estimó, por su parte, que la pérdida de empleo fue acompañada por una contracción de 10,1 por ciento en la capacidad de compra de los salarios durante 2018.

“Un escenario de estanflación comienza a consolidarse en la economía argentina. La sorpresiva aceleración de la inflación de enero, con perspectivas de mayores alzas en febrero, dejó en offside a la cúpula económica de Cambiemos. El gobierno no cuenta con espacio para escapar de esta trampa de decrecimiento económico”, advierten los economistas del ITE.

La caída en inversión relevada por el ITE se explica por la caída en la compra de maquinaria que registró una caída del 34,4 por ciento anual. La contracción se explica por la contracción en la demanda interna. La devaluación encarece la importación de equipos y las elevadas tasas de interés bloquean el acceso al financiamiento bancario pero el principal factor que arrastra a la inversión en Argentina es la caída del consumo. 

La inversión en equipo durable de producción local retrocedió 26,6 por ciento con trece meses de caída ininterrumpida. Los desembolsos para la importación de maquinaria, por su parte, cayeron 38 por ciento anual. El componente importado anotó así su octava caída mensual seguida. Las cifras del IMI marcan que la inversión en maquinaria -local e importada- cerró 2018 con una caída de 14,9 por ciento. La construcción por su parte tuvo una caída de 20,5 por ciento en diciembre. “Liderada por el ajuste en la obra pública (especialmente vial) y seguido por obra privada (residencial)”, indica el reporte de la Fundación Germán Abdala.

@tomaslukin