“La orquesta al comienzo no se diferenciaba mucho de una típica. Sí, la gente veía mucha cuerda por delante. Hacía rato que tenía ganas de incluir metales: trompetas, trombones. Y ahí dimos con el sonido que estaba buscando”, cuenta Juan Pablo Gallardo, pianista y director de la orquesta que lleva su nombre, un conjunto enorme para los parámetros habituales del tango (30 músicos, la mitad de ellos en la fila de cuerdas), pero modesta para las sinfónicas a las que se habituó durante sus estudios como director. El resultado de esta formación está plasmado en De culto y popular, un disco notable (en el que participan como vocalistas Roberto Decarre y Eliana Sosa) que presentará hoy a las 21 en la Usina del Arte (Caffarena 1), en una fecha que compartirá con sus colegas de Siniestra Tango. “Una orquesta como esta brilla en un contexto así”, celebra. Y no es para menos: en la misma semana participó en el programa de tv La hora del tango, grabado en el Centro Cultural Kirchner, y disfrutará la acústica de la Usina.

Antes de llegar a esta formación, Gallardo atravesó una buena cantidad de experiencias: pianista de reemplazo en la Juan de Dios Filiberto, la Bardaro de Lucas Furon, discos grabados con un trío, con Amores Tangos y con la típica Almagro, que también dirigía y arreglaba. “Cuando estudiaba dirección las opciones eran hacer el camino de orquestas de organismos públicos, pero ya conociendo las dificultades que tienen, me decidí por armar la propia, trabajar con gente que elige tocar conmigo”, cuenta, y explica que el objetivo del proyecto era generar consciencia entre público y colegas sobre distintas posibilidades tímbricas para el género.  “Salir de las formas orquestales típicas”, señala.

Gallardo está satisfecho con el resultado. “Un peligro con tantos instrumentos es que el sonido puede achancharse. En las orquestas muy grandes en general el sonido es muy lindo, pero se vuelve almibarado. Y vos querés que camine, que tenga beat, punch. Este formato, que podría parecer sinfónico, sí converge con la típica en que la orquesta está agarrada a la izquierda al piano y los bandoneones atrás empujando. Por eso en ningún momento del disco te va a aprecer algo chancho o lento”.

En cuanto a la participación de los vientos, Gallardo considera que “un timbre, un lenguaje musical no depende de un instrumento. El instrumento es justamente una herramienta para hacer ese lenguaje”. Y confía en que la experiencia pueda inspirar a otros colegas. “Que nuevas generaciones arranquen escuchando el tango así, porque no soy sólo yo proponiéndolo, el Sexteto Fantasma también incluyó una trompeta”, se explaya. “A mí me dicen ‘estás metiendo instrumentos que no son del género’, ¿y cuáles sí son? Vamos a la Guardia Vieja y explicame, porque ahí no existía el bandoneón. Tampoco se usaban ni charangos ni sikus. Lo importante era que se hacía acá, eso la hace nuestra”.

Esas trompetas y trombones son fundamentales para dar distinción al disco. El pianista advierte que en su abordaje está otra de las claves para captar la intención del disco. “Creía que al tratamiento de los metales se le podía dar una vuelta de rosca más”, dice. “En general es muy hollywoodense, más yanki que criollo: se le dan melodías pero con un fraseo jazzístico”, explica. El, en cambio, decidió articularlo como si de un bandoneón se tratase. “Va de fondo, se usa mucho como colchón armónico cuando canta la cuerda y ahí soporta los tutis”, explica.

En cuanto al título, Gallardo no distingue contradicción entre los términos. El, por caso, considera “culto” a cualquiera con un conocimiento profundo de la música popular y rechaza a quienes ven “cultura” sólo en la adscripción a los cánones clásicos europeos. Tampoco ve necesariamente masividad en lo popular. Y es un férreo convencido de que ambos mundos deben estar unidos. “Llevar la cultura popular a un campo de excelencia es responsabilidad de todos. Pero no significa llevar la música popular a otro campo. Yo uso esta instrumentación, porque después de mis comienzos intuitivos por suerte estudié, pero me parece que entendí por dónde estaban los cimientos y cómo usar los elementos para que esta orquesta siga sonando a tango”.