De soledades y locuras. De esa manera, aún a riesgo de caer en simplificaciones, podrían resumirse los temas que atraviesan los dos largometrajes presentados ayer en la Competencia Oficial Internacional del 21° Bafici. Claro que no podría haber nada más diverso que sus relatos, formas e intencionalidades: la estadounidense The Unicorn se atiene a las estrictas normas del documental íntimo, registrando la cotidianeidad de un particular grupo familiar, real y concreto, al tiempo que la suiza Cronofobia crea, con las armas de la ficción, una historia centrada en un par de personajes con la intención de transformarlos, magia del cine mediante, en seres humanos. Los datos primordiales sobre el film de la francesa Isabelle Dupuis y el estadounidense Tim Geraghty son los siguientes: en 1974, el músico neoyorquino Peter Grudzien publicó, no sin esfuerzo, el álbum The Unicorn, reconocido por el famoso libro compilatorio Songs in the Key of Z como uno de los primeros discos de música country definidamente gays, detalle ciertamente polémico para un ámbito musical poco abierto a esas “inclinaciones”, como solía describírselas en aquellos tiempos. Treinta años más tarde, Grudzien vive en un derruido piso de Queens junto a su padre anciano y su hermana gemela y esquizofrénica, sobreviviendo a toda clase de altibajos, económicos y de otras índoles.
Geraghty y Dupuis acompañaron a Peter y a su familia a lo largo de dos años, entre 2005 y 2007, registrando su interacción, la aparición de terceros y los conflictos ligados a esa casa familiar cuyo destino final es disputado por propios y ajenos. La extravagancia sólo es muy evidente si la vara utilizada para medirla posee determinadas características, pero lo cierto es que la dinámica hogareña de los Grudzien dista mucho de cualquier modelo de convivencia al uso. El cuarto de Peter, atiborrado de discos de vinilo, CDs y equipos e instrumentos musicales, parece haberse transformado en una suerte de fortaleza. Desde allí, el músico recuerda su dura infancia y no menos sufrida adolescencia, como así también aquel momento irrepetible en el cual pudo haber transformado su pasión en una carrera profesional. Su afición por la country music ocupa una buena parte del primer tercio de la película, que también lo encuentra ofreciendo pequeños recitales improvisados en un karaoke cercano. La internación de su hermana luego de un brote particularmente virulento trae a la memoria otras hospitalizaciones del pasado, cuando el joven fue encerrado con el objetivo de “enderezarlo”.
“Estuve un año como drogado después de eso”, afirma con humor y no escasa ironía, recordando las terapias de electroshock, tratamiento que hoy suena como simple y llano mecanismo de tortura. Mientras tanto, tres de sus primos se acercan con la intención de definir la posible venta de la casa, mientras la salud de la hermana comienza a deteriorarse cada vez más. La caída de la Casa Grudzien es inminente y la tristeza de todo aquello que pudo haber sido y nunca fue (la enorme distancia entre los deseos y los logros) empapan los últimos tramos de The Unicorn, que también puede ser vista como una defensa inconmovible de la posibilidad de ser único, particular, sin tener que rendirle cuentas a nadie. El texto del catálogo menciona Grey Gardens y la comparación no es casual: tanto en el famoso film de los hermanos Maysles como en la película de Dupuis y Geraghty sobrevuela el respeto por sus extravagantes sujetos, incluso si ese corrimiento de la corriente principal comienza a deslizarse progresivamente hacia los carriles de la demencia. La muerte de los protagonistas le da al cierre una nota triste y melancólica, recubriendo el título de la película (y el del disco) con una densa capa de oscuridad. Como el Hombre Invisible, que Peter homenajea a su particular manera durante un paseo por las calles del barrio, su propia silueta, que alguna vez supo destacarse sin demasiado esfuerzo, se ha esfumado casi por completo.
La cronofobia se define como el miedo al paso del tiempo, pero ninguno de los protagonistas del largometraje del suizo Francesco Rizzi lo sufre. En realidad, como lo deja en claro el transcurrir de los minutos durante la proyección, el primero de ellos –un hombre solitario con un empleo singular– es aquejado por la vieja y conocida culpa, al tiempo que la segunda, dolorida por la pérdida reciente de un ser querido, más bien parece decidida a congelar un período del pasado, algunas costumbres, gestos y frases que le recuerdan una época que ya no volverá. Durante las primeras escenas de Cronofobia –una de las escasas películas suizas en idioma italiano que han podido verse por estos lados en los últimos tiempos–, el realizador hace uso del misterio y el suspenso, ocultando información esencial al espectador. Un hombre se esconde en su camioneta y observa a una mujer, la sigue mientras corre por las calles de su barrio, es testigo de un posible intento de suicidio. Los encuadres de Rizzi son precisos y la elección de ámbitos de determinadas características arquitectónicas refuerzan (por momentos, con demasiado énfasis) cierta idea de alienación.
De a poco, quedará claro que Michael vive interpretando un personaje ficticio: su trabajo consiste en la evaluación secreta de las bondades y defectos de hoteles y restaurantes, ocasionalmente representando roles diseñados para atrapar a algún empleado con dedos demasiado ligeros (y cercanos a la máquina registradora). La relación de Michael con Anna, que en principio parecía casual, se revela de pronto más cercana, a pesar de que sólo lo es de manera indirecta. Cuando la mayoría de las cartas han sido mostradas, a Cronofobia no le queda demasiado aliento para seguir adelante, empeñada en construir un tono de melancolía profunda reforzado por el recuerdo de un poema de Bukowski, versos que hablan de la posibilidad de una felicidad efímera dentro de las cuatro paredes de un bar al costado de la ruta. Es un derrotero que el cine ha recorrido muchas veces con anterioridad, con mayor riqueza y reverberaciones, tanto humanas como cinematográficas.
* The Unicorn se exhibe hoy a las 17.05 en Multiplex Belgrano 4 y el lunes 8 a las 14.10 en Gaumont 2.
* Cronofobia se exhibe mañana a las 17.10 en Multiplex Belgrano 1 y el martes 9 a las 20.55 en Gaumont 2.