La deuda externa sigue siendo un gran obstáculo para el futuro argentino. Los indicadores de sustentabilidad presentan cifras exorbitantes: en el año 2018, y según datos de la Secretaría de Finanzas, el stock de deuda pública alcanzó los 332.192 millones de dólares y el 86,2 por ciento del PIB, lo que implica un aumento de 40,9 por ciento y de 48,6 puntos porcentuales, respectivamente, respecto a octubre de 2015. Asimismo, y en tan sólo 3 años y 3 meses el Gobierno Nacional tomó deuda en moneda extranjera por 127.957 millones de dólares, que deberá repagarse principalmente en los próximos 4 años. Si a dicha deuda se le agrega la emitida por el Gobierno Nacional en pesos y la deuda del Sector Provincial y Corporativo en moneda extranjera, el total asciende a 187.706 millones de dólares. Los vencimientos en moneda extranjera (que para los años 2020-2023 ya acumulan los 148.501 millones de dólares) tendrán un peso imposible de superar si no hay un cambio profundo de la economía.  

Concluido el primer trimestre de 2019, la economía exhibe un crudo resultado estructural: se ha ampliado “la grieta”: la de ricos y pobres; la de los de alto patrimonio y los excluidos; la de los que tienen y los que no tienen trabajo; la de aquellos que ganan lo mínimo para subsistir y los que capturan los rendimientos financieros, agrícolas, mineros, petroleros o gasíferos. Esta grieta se profundiza hasta el punto de exhibir con crueldad las grandes diferencias sociales que se expresan en el crecimiento de la pobreza y el desempleo, con la perdida de salarios por la inflación; en el cierre, desaparición y depresión del amplio tejido productivo nacional. El actual modelo económico incita a perder lo ganado en años en materia de derechos y reivindicaciones, y empuja, a la mayoría, a vivir en condiciones de pobreza.

Desde 2015 la Argentina ha sufrido, por la deuda y la fuga de capitales, toda clase de pérdidas. Dos de cada tres argentinos desfavorecidos saben que su futuro seguramente será aún más doloroso, siendo muy difícil de mitigar el efecto de la política que enarbola discursos insustanciales, con grandes dosis de cinismo. La política de Cambiemos y el Plan seguido con el FMI -dólar estable y tasas de interés elevadas- ha permitido que la inflación tome un sendero que destruye la moneda local. Favorece la vigencia del dólar como moneda de reserva de valor y genera así un gran costo estructural a futuro. Las altas tasas hacen inviable el funcionamiento normal de la economía. 

Los primeros pasos que deberían adoptarse para frenar este proceso debieran ser: la renegociación de la deuda con el FMI - y con acreedores privados-; que se desdolarice la formación de precios local y que se genere un acuerdo entre los actores sociales y económicos para desactivar la indexación de contratos que destruye los mecanismos de distribución equitativa de los ingresos. Se debe estimular una forma de acumulación de capital en el exterior por otro donde, el excedente se reinvierta localmente y permita construir -como en muchos países emergentes- una economía moderna, sustentable e inclusiva. Desdolarizar la economía, y refinanciar la deuda implica avanzar en un nuevo esquema de precios relativos que deje atrás al absurdo sistema del doble cero, incentive las exportaciones, y recuperen la inversión y el consumo en el mercado interno deprimidos.

El 2019/20 será un año en el que faltarán dólares para cubrir la demanda de todos los sectores de la economía (principalmente para el pago de deuda y la fuga de capitales antes de las elecciones). En este contexto, una mayor depreciación del dólar volverá aún más incierta la posibilidad de una cercana recuperación de la actividad económica y aún más problemático el equilibrio de las cuentas públicas. Y el 2020 sin un cambio profundo de la política será inviable, dado que los déficits sólo empeorarán.

La deuda externa es el mayor obstáculo estructural que le deja Cambiemos al próximo gobierno. De tomar otro camino, retornaremos a la dependencia, dado que, apenas los fuertes se armen de poder y control evitarán perder sus privilegios, sepultando así la generación de una prosperidad que sea también inclusiva de las grandes mayorías.

* UMET, Observatorio de la Deuda Externa.