El 11 de abril pasado, Mauricio Macri lanzó entre bombos y platillos un fenomenal Plan Nacional Anticorrupción 2019-2023 para poner bajo la lupa a todas las dependencias del gobierno, pero ahora, la titular de la Oficina Anticorrupción, que diseñó este aparatoso plan, Laura Alonso, ha dicho que ni ella ni su oficina intervendrán en causas de corrupción de funcionarios de Cambiemos. No existe.

Así cualquiera. Es fabuloso tener un plan anticorrupción contra los otros y al mismo tiempo encubrir la corrupción de los propios al paralizar al organismo que los debería investigar. Laura Alonso se convierte con estas declaraciones en la luchadora Anticorrupción típica del discurso de Cambiemos.

Como los periodistas que se llaman “independientes” y ahora nos enteramos que trabajan para los servicios de inteligencia, Laura Alonso es lo contrario de lo que dice. En el programa de Luis Majul, indicó que es una decisión no investigar ni ser querellante en las causas de corrupción del Gobierno “para preservar cualquier tipo de sospecha o duda sobre la falta de imparcialidad”. Es al revés: esa decisión confirma la falta de imparcialidad de Alonso.

Esta Oficina Anticorrupción es un chiste desde el momento en que Macri emitió un decreto que cambiaba los requisitos que debería cumplir el titular de la OA y los dibujó a imagen y semejanza de Laura Alonso, su candidata.

De hecho, Anticorrupción intervino en varios casos del gobierno de Cambiemos, el partido al cual pertenece Alonso. A mediados de 2016 fue acusada por su actuación en los Panamá Papers por la Fundación por la Paz y el Cambio Climático de Argentina: “mal de- sempeño de sus funciones”, “abuso de autoridad” e “incumplimiento de deberes públicos”. Laura Alonso defendió a Macri argumentando que constituir sociedad en paraíso fiscal no es delito en sí mismo.

El ex ministro de Energía Juan José Aranguren fue denunciado por comprar gas a Chile, sin licitación, mediante un acuerdo con ese país con un sobreprecio 53 por ciento mayor que el GNL que llega por barco y 128 por ciento más caro que las importaciones de Bolivia, y favorecer con ese procedimiento a la empresa Shell, de la cual es accionista. Alonso aconsejó a Aranguren que se desprenda de sus acciones y archivó la denuncia.

Hay muchas situaciones de este tipo. Alonso tiene denuncias en la Justicia por “persecución selectiva” por la manera como decide en qué causas intervenir y en cuáles no. “El direccionamiento de las investigaciones de la Oficina Anticorrupción y la selectividad ideológica en las denuncias son delitos en sí mismos”, sostuvo el dirigente de la CTEP Juan Grabois en su denuncia, en enero de 2017.

En febrero de 2017, un grupo de diputados denunció a la Oficina Anticorrupción de Laura Alonso, por el escandaloso acuerdo firmado entre el gobierno de Macri con el Correo Argentino, por el cual se le condonaba al Grupo Macri, una deuda de 70 mil millones de pesos con el Estado.

Hay una serie de ciencia ficción que se llama OA, igual que la OA de Laura Alonso, que también es pura ficción. Alonso no es anticorrupta, simplemente usa a ese organismo para hacer politiquería, lo cual es corrupción. Es una de las marcas de identidad más bizarra del frente Cambiemos. Prometer Pobreza Cero y crear millones de nuevos pobres, asegurar que terminará con la inflación y llevar ese flagelo a los índices más altos de los últimos 20 años, decir que lucha contra la corrupción y cerrar los ojos a la corrupción en el oficialismo.