“Nosotros veníamos denunciando que había problemas con la obra, pero nunca imaginamos que podía pasar algo así”, dijo a PáginaI12 Rosario Casas en relación al trágico derrumbe ocurrido en el barrio porteño de San Cristóbal, que el 1º de abril tiró abajo su casa y provocó la muerte de su cuñado, Adrián Continello, de 32 años.

Los problemas con la obra en el terreno lindero a la casa de Rosario comenzaron en diciembre. “Nosotros no somos especialistas, pero sabíamos que había algo irregular en la construcción. No había cartel de obra ni nos daban los planos, los obreros no tenían las medidas de seguridad, mi casa tenía paredes de 45 centímetros y vibraba”, contó la joven. “Y no estamos hablando de un golpe o un martillazo: se me movía la mesa de luz y se cayó un cuadro”, agregó. La situación era tan grave que incluso la propia constructora fue a la casa de Rosario para verificar que no hubiera peligro. “Y así y todo, sus profesionales fallaron y se derrumbó todo”, señaló Rosario.

“Estaban haciendo un pozo con excavadoras demasiado profundo y grande para el lugar que eran sin hacer submuración. Cavaron, cavaron y cavaron hasta que movieron los cimientos de nuestra casa que se cayó en segundos”, relató.

Algunos vecinos cuentan que minutos después del derrumbe vieron a la arquitecta responsable del proyecto en el bar de la esquina. Estaba con una crisis nerviosa y repetía: “yo sabía que esto iba a pasar”. “Ellos estaban jugando con el tiempo para construir un edificio por dos mangos porque se estaban ahorrando los muros de contención”, denunció.

Rosario vivía con Mercedes, su hermana menor, y Adrián, su cuñado. “Nosotras vivíamos juntas y Adrián era mi amigo desde hace muchísimos años. Los presenté, empezaron a salir, se pusieron en pareja y Adrián se vino a vivir con nosotras. Este año se iban a casar y buscar un bebé. Su sueño era formar una familia juntos, hablaban de eso constantemente”, recordó. 

El 1º de abril, ella había comenzado sus vacaciones en Brasil. Acaba de aterrizar en Florianópolis cuando supo de la tragedia. “Adrián me llevó a las siete de la mañana a Ezeiza, me despidió y me dijo que se volvía para la casa. Mi hermana se iba a trabajar. Cuando llegué, me metí en Internet y me enteré de todo. Entré a las páginas de los diarios y vi a Agustina, mi otra hermana, en los noticieros. Lo llamé a mi papá para saber si todo lo que estaba viendo era verdad. No lo podía creer”, recordó la joven todavía conmocionada.

“Volví y me encontré con algo tan doloroso como es perder a una persona que uno ama de una manera tan trágica, perder tu casa, tus recuerdos, perder absolutamente todo”, continuó Rosario y recordó a Adrián, su amigo y cuñado. “Era un buen pibe. Un niño de 32 años, era supercariñoso. Le gustaban los animales y levantaba todos los perros que veía por ahí. Un buen amigo y un excelente novio. Hizo feliz a mi hermana todos los días. Teníamos una convivencia excelente. Tengo los mejores recuerdos de él y así como la vida te da cosas horribles como esto que estamos pasando, puso en mi vida a Adrián y estoy agradecida de haberlo conocido”, expresó.

El edificio de la calle Pavón 3078 tenía dos pisos. En la planta baja había un supermercado que estaba cerrado al momento del derrumbe. El primer piso no estaba habitado y en el segundo vivían Rosario, Mercedes y Adrián, junto a sus mascotas: dos perros y dos gatos. Adrián, quien trabajaba como sonidista en la Televisión Pública, se estaba bañando en ese momento y murió aplastado por una pared. “Y no estamos hablando de más gente por una cosa del destino. Si esto pasaba en otro horario, con el supermercado abierto, teníamos muchos más muertos. Fue casualidad que haya sido en ese horario”, sostuvo Rosario.

La construcción de la obra estaba a cargo de la empresa Lybster S.A. En la causa caratulada como homicidio culposo aparece como único imputado Eduardo Agustín Aguaviva, arquitecto de la obra y empleado jerárquico de la constructora Caputo Hermanos S.A., cuyos dueños son Flavio y Hugo Caputo, hermanos de Luis Caputo, el ex ministro de Finanzas de la Nación del actual gobierno. Rosario cuenta que nadie de la empresa se acercó a su familia. Sí pudieron reunirse con el vicejefe de Gobierno porteño, Diego Santilli. Pero no se fueron conformes de esa reunión. “La sensación es que le interrumpí un momento de la mañana. Para él era como si le estuviera contando que perdí un par de zapatos”, dijo Rosario.

“Nosotros tenemos que volver a empezar desde cero. Todavía no tenemos una casa, mi hermana está destruida. Todos los días nos despertamos y no podemos creer que sea verdad”, concluyó.