El ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, preso en Curitiba desde abril del año pasado, dijo que Brasil está siendo gobernado por un loco, en alusión al presidente Jair Bolsonaro, ayer en su primera entrevista desde que fue detenido el año pasado, concedida a los diarios Folha de Sao Paulo de Brasil y El País de España.
Escoltado por miembros de seguridad, Lula entró en un pequeño auditorio en la sede de la Policía Federal en Curitiba, estado Paraná, vestido de jeans, saco y zapatillas. Una vez adentro se acercó a los periodistas para saludarlos con un abrazo y después se sentó a cuatro metros de ellos con la estricta prohibición de volver a acercase.
En dos horas y diez minutos de conversación, el ex presidente habló de sus días en la cárcel, de la muerte de su nieto, del gobierno de Jair Bolsonaro, de las acusaciones de corrupción que enfrenta y de la posibilidad de no volver a salir de su habitación en la sede de la Policía Federal. “No tengo problema”, les dijo a los periodistas cuando le preguntaron sobre un posible futuro ahí dentro. “Estoy seguro de que duermo todo el día con mi conciencia tranquila, y estoy seguro de que el procurador Dallagnol no duerme y de que el ministro de Justicia y ex juez Sergio Moro tampoco”, afirmó. “Sé muy bien qué lugar me reserva la historia. Y sé también quién estará en el basurero”, dijo en una nueva referencia al ex juez Moro, quien lo condenó por supuesta corrupción en la investigación Lava Jato. “Reafirmo mi inocencia, comprobada en diversas acciones”, aseguró convencido y volvió a lanzar contra el ex juez y ahora ministro de Justicia: “Moro no sobrevive en política”.
Bolsonaro tampoco esquivó las críticas de Lula. “O él construye un partido sólido, o no perdura”, consideró. Además se refirió a la elite brasileña y les pidió una autocrítica: “Vamos a hacer una autocrítica general en ese país porque no puede ser que Brasil esté gobernado por ese loco, el país no lo merece y sobre todo el pueblo no lo merece”, afirmó. Luego habló del trato que la prensa le da él en comparación con la cobertura mediática de lo que hace y dice el actual presidente. “¿Imagínese si los milicianos de Bolsonaro fueran amigos de mi familia?”, cuestionó, refiriéndose al hecho de que el hijo del presidente, Flávio Bolsonaro (PSL-RJ), había empleado familiares de un miliciano con problemas con la Justicia en su gabinete cuando era el diputado estatal por Río de Janeiro.
Si bien se mostró serio a lo largo de la entrevista, Lula se quebró en llanto al hablar de su nieto, Arthur Araujo Lula da Silva, que murió el pasado 1 de marzo producto de ser afectado por una bacteria. “A veces pienso que sería más fácil que yo me hubiera muerto en vez de él, porque ya viví 73 años, podría morirme y dejar a mi neto que viviera”, dijo emocionado. Por otro lado, el ex mandatario afirmó que hoy Brasil tiene el nivel más bajo de política exterior que vio en su vida. Y agregó, en tono jocoso, que el ex canciller de su gobierno, Celso Amorim, tiene una deuda por haber dejado al actual canciller, Ernesto Araújo, seguir carrera en Itamaraty. También se refirió al ex presidente Fernando Henrique Cardoso (PSDB). “Podría tener un papel de grandeza y más respetuoso con él mismo, no conmigo”.
Lula fue condenado por supuesto lavado de dinero y corrupción en la causa Lava Jato que lideraba Moro. Desde abril del año pasado pasa sus días en la cárcel de Curitiba pero este martes el Supremo Tribunal de Justicia le redujo la pena y abrió el camino para que Lula pueda quedar en prisión domiciliaria a partir de septiembre. Hace dos semanas recibió autorización para conceder una entrevista , derecho que le había negado la justicia desde el día en que fue encarcelado.