Viviana Canosa lo miró a los ojos y le preguntó qué sentía al tener la responsabilidad de un país donde muchos chicos no tienen un plato de sopa caliente para comer. Mauricio Macri no sostuvo la mirada mientras musitaba “Eso a mí me angustia”, pero volvió a levantarla al segundo cuando continuó su respuesta con “igualmente ese chico, por suerte, con más de cinco mil cuadras construidas, puede salir al colegio porque ahora tiene pavimento y antes tenía calles de barro y cuando llovía no podía salir. O el millón y medio de personas que hoy tiene cloacas y antes no tenían y convivían literalmente con la mierda”.

¡Mierda! Se sorprendió Viviana Canosa, dijo “mierda”. Pero no le preguntó por qué lo dijo. Tampoco le preguntó qué implicaba ese número y seguramente no sabía que en su discurso de apertura del Congreso el Presidente se había vanagloriado de solo “cuatro mil cuadras pavimentadas”, mil menos que ante las cámaras de Canal 9.

En su discurso en el Congreso, Macri también había hablado de las cloacas: “Se cambia en serio cuando un millón y medio de personas consiguen acceso a cloacas y cuando 817.000 personas pueden ahora abrir una canilla y ver salir agua limpia”. Esa vez no hizo ninguna referencia a la mierda, un recurso que Jaime Durán Barba imaginó para acortar la distancia que separa al príncipe, que nunca sufrió las privaciones de las que dice angustiarse, de los millones de mendigos, que las sufren todos los días, literalmente metidos en la mierda de sus privaciones cotidianas.

La frase del discurso mereció un “Verdadero” de la organización Chequeado.com, basada únicamente en la información que les brindó el mismo organismo que aportó las cifras a Mauricio Macri: la Secretaría de Infraestructura y Política Hídrica del Ministerio del Interior. Con un agravante, el ente oficial reconoce que sus cálculos solo están basados en estimaciones.

Habrá que tener en cuenta entonces que los números que grafican el “éxito” macrista en la lucha contra la pobreza son aquellos que los propios funcionarios del PRO “estiman” y difunden. Como no hay información alternativa confiable, esta nota los dará por ciertos. La única audacia que cometerá será compararlas con otras, las que surgen de los censos nacionales (las únicas consideradas serias por los especialistas) y las que los mismos macristas aseguran haber recibido como pesada herencia. Y ¡mierda!, aparecen muchas sorpresas.

“Según los datos del organismo oficial, en 2015 –año en el Macri llegó a la Casa Rosada– ‘la cobertura urbana era de 87 por ciento de agua y 58 cloacas’, mientras que a fines de 2018 la cobertura ‘había llegado a 88,6 por ciento y 62,5’”, reproduce Chequeado.com.

Así que según las “estimaciones” de la propia Secretaría la mejora en todo el gobierno de Macri fue de solo 1,6 por ciento en el caso del agua y de 4,5 en el de las cloacas. Un número que, verdadero o falso, impresiona tanto al Presidente que lo repite en la mayoría de sus discursos y hasta se los hace decir a los vecinos guionados que se prestan a recibirlo y protagonizar los espontáneos videos de publicidad oficial por las redes sociales.

El impacto se empieza a disolver si se consultan las cifras del censo de 2010, que señalan que ese año las “viviendas particulares con desagüe cloacal” eran el 48,8 por ciento y las que disponían de agua de red el 82,6 por ciento. O sea que en lo que va de junio de 2010 al fin del segundo gobierno de Cristina Kirchner, el avance de las cloacas fue del 9,2 por ciento (más que el doble de lo logrado por Macri) y del 6% en el caso del agua (casi cuatro veces la hazaña PRO).

La sorpresa es aún mayor si los números se comparan con los del censo de 2001 (realizado con un año de atraso por el desbarajuste provocado por el gobierno de la primera Alianza radical). En él se lee que en los nueve años transcurridos entre censo y censo, habían conseguido acceso al agua corriente 4.112.042 personas, que dejan desairadas a las 817.000 de las que se vanagloria Macri. Considerando que el PRO superó largamente los tres años de gobierno, y suponiendo con generosidad que ese ritmo se mantendría a lo largo de nueve años para poder compararlos, se descubriría que los beneficiados apenas superan a la mitad de los que accedieron a cloacas entre los dos censos. Pero la realidad es aún más desfavorable para el macrismo: hay que tener en cuenta que entre 2001 y fines de 2003 la catástrofe económica impidió cualquier inversión pública, por lo que los años a tomar en cuenta son solo siete.

En este punto se pueden incorporar a la comparación las cifras brindadas por los funcionarios del anterior gobierno cuando entregaron la pesada herencia a sus sucesores. Allí se descubre que entre 2003 y 2015, o sea los doce años de kirchnerismo, 9.671.000 personas lograron acceso a cloacas y 9.060.000 al agua.

Si Macri considera que la suya es la única manera “seria” de luchar contra la pobreza, ya que aunque le quite el dinero del bolsillo a los necesitados, está cambiando sus condiciones estructurales. ¿Cómo habría que definir la de sus antecesores que mientras les hacían creer que podían mejoras algo su consumo, mejorando la distribución del ingreso, construían en el peor de los casos el doble de cañerías y cloacas que el Macrismo?

A esta altura, cualquiera podría considerar injusto comparar el desempeño de Macri con los del último ciclo peronista, aun en un punto que lo tiene tan orgulloso que Durán Barba lo eligió como centro de todas sus apariciones públicas. Después de todo, qué interés pueden tener las cloacas para la Ceocracia gobernante, más allá de los beneficios extraordinarios que pueden conseguir durante su construcción, como tan bien ejemplifica el recordado caso del negociado del propio Mauricio Macri con las cloacas de Rousselot.

Por eso sería más justo compararlo con las metas que el Gobierno se impuso en sus primeros días, cuando el slogan todavía era “Sí, se puede” y no “lleguemos como podamos”.

El 15 de febrero de 2016, el nuevo Gobierno presentó el “Plan Nacional de Agua Potable y Saneamiento”. Repasar sus 72 páginas puede resultar bastante aburrido hasta para el lector más interesado, pero vale la pena concentrarse en su objetivo: el compromiso de Cambiemos era que en 2019 (o sea ahora, exactamente ahora) la cobertura de agua sería del cien por ciento de las viviendas particulares y la de las cloacas alcanzaría al 75.

Pasado a números, el plan estipula que las personas beneficiadas con la llegada del agua serían 8.200.000, así que a 7.383.000 Macri les puede decir, en este caso con toda justicia, “esa te la debo”.

¿Cómo mierda llegamos a este punto? Siguiendo el sorpresivo uso presidencial de una palabra y muchas cifras. Después de conocer el verdadero valor de sus números alguien podría preguntarse ¿qué mierda pasó”? o lanzar un más escéptico “no te creo ni mierda”.