El futuro del boxeo argentino se asomó en Lanús. Bajo los auspicios de la Federación Argentina y en la madrugada del domingo, se presentaron dos de las promesas mas auspiciosas: el minmosca Agustín Gauto y el welter junior Jeremías Ponce. Gauto noqueó en seis asaltos al salteño Mauro Liendro y ratificó su espléndido presente y su incalculable futuro. Ponce, en cambio, defraudó: le ganó en un fallo erróneo al puntano Leonardo Amitrano y sumó la corona sudamericana de la categoría a su título de campeón argentino. Pero no mostró nada de lo bueno que había mostrado hasta allí, más bien todo lo contrario.

Gauto (48,850 kg) viene arrasando. Superó antes del límite a ocho de sus últimos nueve adversarios y hace tres semanas apenas, había noqueado en un round al mexicano Jesús Cervantes Villanueva y conseguido el título mundial juvenil de los minimoscas de la Federación Internacional. A Liendro (47,650) directamente lo pasó por encima: lo derribó en cuatro ocasiones (dos en la segunda vuelta y otras dos en la 6°) y a cada momento desplegó sus atributos de alta gama: agresividad, ritmo, velocidad, poder, precisión y elegancia. Todo junto en un cuerpecito de menos de 50 kilos.

A sus 21 años, Gauto parece sobrado para el nivel local y sudamericano. Pero su manager Osvaldo Rivero pretende llevarlo de a poco, sin quemar etapas innecesariamente. Para saber si está o no para las grandes cosas, deberá vérselo ante los peleadores mexicanos, tailandeses, japoneses y filipinos que constituyen el nervio histórico de las divisiones chicas. Mientras tanto, hay que disfrutarlo: es un gusto verlo pelear.

Lo de Ponce (63,400) fue diferente. Amitrano (63,500) lo anticipó siempre y le pegó acaso como nunca nadie le haya pegado en su carrera invicta que ya suma 24 triunfos consecutivos (16 antes del límite). Lento, impreciso y confuso, su único recurso fue abalanzarse sobre el cuerpo de su rival y friccionarle la pelea. Sin embargo, dos de los jurados lo vieron ganador por cuatro puntos (116,5-112,5 y 115/111) y uno sólo le reconoció dos unidades a Amitrano (114-112). Para Líbero no hubo dudas: Amitrano había ganado con claridad 116-110. Por eso, se comprende su desazón y la de su técnico y manager Alberto San Miguel. Se sintieron atracados.

Más allá de la decisión injusta, Ponce no revalidó sus pretensiones de figuración internacional. Amitrano era una buena medida para saber dónde estaba parado. Y luego de 12 asaltos turbulentos, retrocedió varios pasos. Tal vez la victoria lo haga trepar algunas posiciones en los rankings mundiales. Pero su técnico y manejador, Alberto Zacarías, no debería dejarse engañar por esos espejitos de colores. Y repasar en su gimnasio de Rafael Calzada, las lecciones que su pupilo todavía no aprendió.